Del Barça B al Barça auténtico
Los 'cracks' activan al campeón ante un Getafe muy exigente hasta entonces
Una drástica mutación activó al Barça en Getafe, donde pasó una hora de abatimiento y 30 minutos finales de extraordinaria pujanza en el juego y ante Ustari. El campeón ofreció dos versiones: primero se maquilló y luego se naturalizó al mover un banquillo mucho más lujoso que su equipo titular. Cuando Pep Guardiola tocó la corneta, a su lado, a la sombra, se sentaban Alves, Messi, Iniesta y Henry. La salida de los tres primeros tuvo un efecto decisivo. El Getafe tiritó como no lo había hecho hasta entonces, deslumbrado, sin duda, por semejante batallón, y el cuadro azulgrana se reconoció en el espejo. Donde no había llegado jamás Puyol percutió Alves con su tesón y destreza habitual, donde Pedro intentaba doctorarse sin éxito irrumpió Messi de forma devastadora para los locales y donde a Jeffren le podía la ansiedad típica del novato Iniesta puso la pausa justa y necesaria. El Barça cambió la brocha por el pincel y no sólo sus inusuales reservas despacharon al equipo de Míchel, sino que su mera puesta en escena enchufó al resto, como si hasta entonces no se hubieran reconocido a sí mismos. Xavi gobernó como acostumbra e Ibrahimovic, anónimo hasta ese momento, se sumó a la orquesta con un gol y una asistencia a Messi en el segundo. El Getafe, sobrio y firme hasta ese instante, estaba rendido.
GETAFE 0 - BARCELONA 2
Getafe: Ustari; Cortés, Rafa, Cata Díaz, Mané; Pedro León (Manu del Moral, m. 66), Adrián (Pedro Ríos, m. 78), Celestini, Parejo (Casquero, m. 58); Albín y Soldado. No utilizados: Codina; Belenguer, M. Torres y Boateng,
Barcelona: Valdés; Puyol (Alves, m. 67) Piqué, Chigrinski, Abidal; Keita, Touré, Xavi; Jeffren (Messi, m. 58), Pedro (Iniesta, m. 58) e Ibrahimovic. No utilizados: Pinto; Maxwell, Busquets y Henry.
Goles: 0-1. M. 66: Ibrahimovich, tras un centro de Abidal. 0-2. M. 75: Messi, de cabeza a pase de Ibrahimovic.
Árbitro: Iturralde González. Amonestó a Keita y Soldado.
Unos 15.000 espectadores en el Coliseum Alfonso Pérez.
La salida al campo de Alves, Iniesta y Messi tuvo un efecto decisivo
Pedro y Jeffren, dos chicos en alza tras una magnífica pretemporada, marcaron muy a su pesar el destino del choque. Hasta su sustitución, merecieron tantos reproches como todos sus compañeros, entregados a un fútbol tedioso, sin pegada, flácido en todas las zonas del campo. Guardiola, obligado por el trajín aéreo de Messi y compañía durante la semana premundialista, envidó de inicio con el plan B. Al técnico azulgrana nunca le amedrentaron los riesgos. Visto el transcurrir del partido, ahora tendrá que sentar a los dos jovenzuelos en el diván. También en ese aspecto es ejemplar. Por desgracia para los dos becarios, el encuentro les pudo dejar secuelas, pero el Barça, tan corto de plantilla como en el curso del triplete, les necesita tanto como la pasada temporada precisó de Busquets y Piqué, por ejemplo.
Con un Barça desteñido y de fogueo, el Getafe siempre mantuvo el pulso. Bien dispuesto para bloquear a su adversario, se mostró muy directo en el ataque. Valdés fue testigo: un latigazo de Albín casi dinamita su portería tras estrellarse el balón en la escuadra derecha, un remate en escorzo de Soldado también fue escupido por un poste, esta vez el izquierdo del meta azulgrana. Frente al empuje del conjunto madrileño, el Barça no tenía otra respuesta que abanicar la pelota como acostumbra, pero sin el guión que le distingue, falto de velocidad para el trenzado, sin chispa alguna para filtrar el último pase, sin armamento ante Ustari. Tocar por tocar, sin más, ante el guiño complaciente del Getafe. Postes al margen, el único lamento para el grupo local era el poco foco de Parejo, más dispuesto para lo grueso que para lo fino cuando en sus comienzos futbolísticos apuntaba precisamente todo lo contrario.
Sin pistas del Barça auténtico, con dos laterales ausentes -Puyol y Abidal- e Ibrahimovic a la intemperie, todo gravitaba en torno al sueco, al que sus colegas utilizaban en exceso como pivote. Como se vio después, no sólo se trata de un tipo de talla larga capaz de descorchar el balón hacia sus compañeros siempre de espaldas. En plena depresión azulgrana, el relevista de Eto'o se encontró citado con el gol al filo del descanso. Pero resolvió la jugada, un mano a mano con Ustari, con la misma palidez con la que se había desplegado hasta ese momento su equipo, incluido el debutante Chigrinski, funcionarial en su primer día.
Cumplida la hora, Guardiola desplegó sus violines. Otro partido para todos, Barça y Getafe. Nada que ver con el juvenil preámbulo. Todos juntos, Xavi recuperó su mejor partitura, se reencontraron Messi y Alves, Ibrahimovic se dejó ver en otros planos e Iniesta le cambió el paso a Cortés, comodísimo en sus citas previas con Pedro y Jeffren. Cuando el Barça fue el Barça, del Getafe no quedó rastro. ¡Hasta Abidal no pareció el mismo! Una remontada suya por la banda, tras una excelente e imparable arrancada de Messi, derivó en el tanto de Ibrahimovic. Por la otra orilla, donde Puyol, al que cada vez le cuesta más una carrera pedestre por el costado, no había tenido dictado alguno, Alves puso el turbo y a su centro respondió el ariete sueco con delicadeza: control con el frac, mirada fresca y un envío templado para Messi, que atacó la pelota con la cabeza con furia extraordinaria. Fulminado el Getafe, el Barça ya era el Barça. Sólo media hora, pero demasiado para su adversario. El Barça real aún tiene mucho recorrido.
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