El G-20 vislumbra el final del túnel
Los líderes mundiales decidirán en la cumbre de finales de septiembre en Pittsburgh cómo acabar con los excesos en las retribuciones de los banqueros
Los ministros de Finanzas de las grandes potencias económicas lanzaron ayer al mundo un mensaje de prudente optimismo. El G-20 vislumbra "el final del túnel" en la crisis, en palabras del director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Khan. Pero en el comunicado de la reunión advirtieron que no se puede bajar la guardia y hay que mantener las ayudas fiscales contra la crisis. En la delicada cuestión de los excesivos salarios de la banca hubo acuerdo en la filosofía general pero el debate lo cerrarán los jefes de Estado o de Gobierno del G-20 en la cumbre que celebrarán en Pittsburgh (Estados Unidos) el 24 y 25 de este mes, ya sobre la base de propuestas concretas.
Las medidas de apoyo fiscal se mantendrán hasta que acabe la crisis
Salgado asegura que la estrategia de salida ya está en marcha
Los ministros piden que los 'bonus' reflejen la creación de riqueza
El objetivo es limitar el peso del salario variable sobre el total
El encuentro de este fin de semana reunió a representantes de 21 grandes potencias económicas: las 19 que, junto a la Unión Europea, forman propiamente el G-20, más España y Holanda, asimilados como socios de hecho del grupo. Los trabajos no buscaban tanto llegar a acuerdos como "preparar propuestas" para la cumbre de líderes en Pittsburgh, como recordó la ministra francesa, Christine Lagarde, al final de las sesiones de trabajo.
Pero hubo quizás más avance de lo esperado en asuntos como la cuestión de los bonus. Tras el acercamiento vivido esta semana, con el británico Gordon Brown buscando el consenso con sus homólogos francés y alemana, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, los ministros fueron capaces de acordar que el llamado Consejo de Estabilidad Financiera presente propuestas concretas sobre la materia en la cumbre de Pittsburgh. Y que lo haga siguiendo una serie de directrices en las que se aboga no sólo por una mayor transparencia en la estructura de las remuneraciones en el mundo financiero sino por estándares globales en la estructura de las retribuciones, en la que las pagas variables estén relacionadas con la creación de riqueza y la estabilidad financiera a largo plazo.
Menos progresos se registraron en el controvertido aspecto de poner límites a esas pagas, como aboga Francia, a lo que se oponen en especial Estados Unidos y, oh sorpresa, China. Pero la ministra española, la vicepresidenta Elena Salgado -que en los últimos días se ha alineado con la línea dura en este tema, políticamente muy rentable ante unas opiniones públicas indignadas por el contraste entre las cifras astronómicas que se manejan en el mundo financiero y la realidad del mileurismo cotidiano- aclaró que no se trata tanto de poner topes a las cantidades que se pagan como de establecer un límite a lo que esas retribuciones variables pesan respecto al conjunto del salario, para que el incentivo no tenga un efecto desmesurado.
Otra de las polémicas de fondo de la reunión, la disyuntiva entre mantener o retirar las políticas de apoyo a la economía y a las entidades financieras puestas en marcha para paliar la crisis, se resolvió en línea con la propuesta lanzada el jueves por Brown, Merkel y Sarkozy: mantener las ayudas pero empezar a pensar en cómo retirarlas de forma coordinada.
"Como han advertido economistas tanto en Japón como en Estados Unidos, sería un error de proporciones históricas que repitiéramos los errores de 1930 -cuando un endurecimiento prematuro prolongó la Gran Depresión- o si no aprendiéramos las lecciones de la experiencia de Japón sobre el estancamiento de los años noventa", advirtió Gordon Brown en una breve alocución a los ministros al abrirse las sesiones de trabajo de ayer. En el mismo sentido, el secretario norteamericano del Tesoro, Timothy Geithner, recordó: "Los clásicos errores de las políticas económicas durante las crisis son tender a actuar demasiado tarde con fuerza insuficiente y luego apretar el freno demasiado pronto".
El G-20 recogió estas preocupaciones al subrayar en el comunicado final, por un lado, el compromiso de "seguir implementando de manera decidida nuestras necesarias medidas de apoyo financiero y políticas fiscales y monetarias expansivas" y, por el otro, la necesidad de empezar a pensar en retirarlas de forma coordinada. Como subrayó la ministra española, esa retirada ha de ser "coordinada, no conjunta", y cada país ha de hacerlo de acuerdo a su propia escala y calendario.
Aunque todo indica que España saldrá de la crisis más tarde que muchos otros países, Salgado aseguró que esa estrategia de salida ya está en marcha. Y puso como ejemplo que ya no es necesario poner a disposición de la banca los mecanismos de liquidez que se pusieron en marcha en su momento y que el fondo de ayuda a las corporaciones locales, que este año alcanzará los 8.000 millones de euros, en 2010 se reducirá a 5.000 millones.
Geithner planteó también uno de los asuntos más delicados que afronta la economía mundial a medio plazo: cómo conseguir que Estados Unidos, que en los últimos años ha tirado del mundo a partir de su demanda interna, pueda basar su crecimiento en las exportaciones. "Tenemos que poner las bases de una senda de crecimiento sostenible y equilibrado para el futuro, tanto en el interior de los países como en la relación económica con el exterior. En Estados Unidos estamos atravesando una necesaria y fundamentalmente saludable transición aumentando los ratios de ahorro y endeudándonos menos con el resto del mundo. A medida que esto ocurre, necesitamos ver un cambio complementario fuera de Estados Unidos hacia un crecimiento más basado en la demanda doméstica".
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, se mostró relajado ante la petición americana: "A Europa como tal no le afecta porque como conjunto no tenemos esos desequilibrios. Nosotros lo que tenemos que hacer es las reformas estructurales", declaró. A su juicio, el mensaje de Washington va dirigido "sobre todo a China y a los países productores de petróleo que han acumulado recursos enormes en los últimos años". Almunia se declaró muy satisfecho por los avances acordados por los ministros de Finanzas del G-20, salvo en un aspecto: la batalla contra el cambio climático parece estancada en vísperas de la crucial reunión de Copenhague.
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