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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

La factoría no descansa

Greipel, nuevo líder, logra la 77ª victoria de la temporada de su equipo, el Columbia

¿Hartos de lluvia, de carreteras deslizantes, de rotondas y del frío centroeuropeo? Toma sol, 38 grados, secarrales y humedales, el sudor por litros. Regreso a España, que en ciclismo equivale al reino del bidón de agua. Cambio rotundo, de paisaje, ayer al borde del mar, entre Tarragona y Castellón, de climatología, de temperatura. Pero hay cosas que no cambian. No cambia la productividad de la factoría del Columbia. Ausente el capataz supremo, Cavendish, el resto de la tropa hace que la competitividad no descienda. El alemán Greipel ha tomado el relevo en su afán de coronarse como el velocista de la Vuelta. Tras ganar la conflictiva etapa de Lieja en un sprint descafeinado, ayer repitió en Vinaròs, superando a los gallos de la carrera con tamaña facilidad que permite pensar en que goza del don de la imbatibilidad. Y si no está Greipel, por algún despiste, está Henderson y si no cualquiera de los otros ocho. "No hay secreto alguno, simplemente somos más rápidos", decía Henderson cuando ganó en Emmen.

La factoría de las urgencias no descansa. Si algo no es el Columbia es generoso, como lo explican sus 77 victorias de esta temporada. Parecía, al principio de la Vuelta, que la revuelta de los sprinters amenazaba su dictadura con el triunfo de Ciolek, pero la revuelta no pasó de algarada callejera. Ciolek, el alemán del Milram, amenazaba ayer con otra guerrilla, pero se cayó en el último kilómetro y el paseo de Greipel tuvo algo de militar. Tomó la rueda de Boonen y le rebasó cuando quiso. Freire, que andaba por allí, volvió a quedarse sin sitio, muy lejos de la disputa, y Greipel duplicó el premio, se llevó la etapa y se convirtió en el nuevo líder de la carrera gracia a los 20 segundos de bonificación.

Algo ya está claro, a falta de las primeras etapas decisivas del fin de semana. Que va a ser muy difícil arrebatarle un sprint al Columbia en general y a Greipel en particular y que Malagueta, el aventurero del Andalucía, ha inaugurado sus andanzas en ese afán de convertirse en el ciclista que más kilómetros ha hecho en solitario. Ayer se le unieron cinco compinches y eso no le gusta a López Gil, que tuvo que bregar con ellos. Todos sabían que no llegarían a su destino, pero algunos sacaron tajada. Aitor Hernández, del Euskaltel, se convirtió en el primer líder de la montaña gracias al primer puerto puntuable de la Vuelta (el Alto de Fatxas, de 2ª). Malagueta se conformó con los euros que acompañan a los sprints intermedios. El resto se quedó a dos velas.

Murió la habitual escapada de cada día a 10 kilómetros de Vinaròs. Y un poco después surgió el belga Gilbert como un trueno, cuando los velocistas ya se disponían a meter la sexta velocidad. Soñaba Gilbert con el triunfo que además le daría el liderato. Y soñó un par de kilómetros. Luego abrió la boca y se echó a dormir en el seno del pelotón, roto, agotado, abrasado. Y después, lo dicho: Greipel, el Columbia, la factoría, la rutina. Y los Schleck que ayer se metieron otros 27 segundos al talego de las pérdidas.

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