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Reportaje:Primer plano

La divisa de referencia pierde brillo

Los expertos auguran un dólar débil, pero con demasiados condicionantes

La teoría dice que el día a día de los mercados de divisas se mueve por varios impulsos: los de la rentabilidad, las perspectivas económicas y la política monetaria. En la práctica, casi los mismos argumentos que sirven para explicar la subida de una moneda son utilizados también para explicar su descenso, lo que demuestra que los movimientos a corto plazo del mercado pocas veces responden a una lógica analítica y resultan, por tanto, casi imprevisibles.

En las últimas semanas, la volatilidad se ha instalado en los mercados cambiarios y los analistas no dudan en atribuirlo a un cambio en algunas -de las pocas- convicciones profundas que dirigen las tendencias de las divisas. Barclays Capital lo explica así en su último informe: "El dólar ha sido un caso único al compaginar su condición de reserva principal, gran deudor internacional y un refugio financiero seguro, al mismo tiempo que la rentabilidad de sus bonos y sus billetes venía determinada por cuestiones domésticas. El cuestionamiento de esas características únicas supone un shock de primera magnitud para el sistema financiero internacional".

"Es difícil no llegar a la conclusión de que hoy el dólar es una divisa débil"
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Según ese análisis, ésa es la razón que está detrás de la rápida caída experimentada por el dólar desde las 1,2530 unidades por euro registradas en febrero (su máximo anual) hasta las 1,4029 al cierre del pasado viernes. Paul Duncombe, de Schroders, pone incluso una fecha concreta a ese cambio de tendencia. "El anuncio del pasado 18 de marzo de que la Reserva Federal compraría 300.000 millones de dólares en bonos coincide casi al milímetro con el inicio de la depreciación del dólar".

No hay duda de que los planes de rescate financiero y de estímulo de la economía aprobados por las autoridades estadounidenses han dejado una pesada carga de cara al futuro. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la deuda pública de EE UU alcanzará el 97% del PIB el año que viene y las dudas sobre la capacidad de pago de la primera economía del mundo han elevado la rentabilidad de los bonos a 10 años hasta el 3,6%, seis décimas más que apenas un mes antes.

No son bases para augurar un futuro al alza para el billete verde. "Es difícil no llegar a la conclusión de que el dólar es, hoy en día, una divisa fundamentalmente débil", explican desde Schroders. De hecho, la mayoría de los analistas consultados (UBS, Barclays Capital, Citigroup, Goldman Sachs) cree que el año que viene la divisa estadounidense cambiará por entorno a las 1,45 unidades por euro o incluso a 1,5 a finales de 2010.

Todos los expertos consultados... menos uno. Royal Bank of Scotland (RBS) augura un dólar más fuerte a medio plazo sobre el análisis de que la economía de EE UU será la primera en salir de la crisis y eso hará sus activos más atractivos a la inversión extranjera. Su apuesta: un dólar cambiado a 1,17 por euro a finales de 2010.

De nuevo, un argumento que puede servir de ejemplo a la tesis con que arrancábamos esta crónica.

Si lo peor de la crisis ya ha quedado atrás, como dicen los analistas -o, incluso, es el inicio de la recuperación, como creen ver con optimismo los mercados-, el miedo al riesgo también se reduce, dicen otros inversores. En esas circunstancias, el miedo a invertir en activos teóricamente más arriesgados desaparece y las divisas que más habían sufrido el temor de los inversores son entonces las más beneficiadas. Un mismo argumento para justificar dos tendencias contrarias.

Schroders apunta otro factor añadido: en la segunda mitad de 2008 y principios de 2009 se produjo una escasez de dólares en todo el mundo, lo que llevó a la Reserva Federal a establecer líneas de intercambio de divisas con los principales bancos centrales, que ahora ya no existe.

Pese a esa debilidad prevista a medio plazo, a corto parece que la tendencia es otra.

"En este punto de la recuperación, un dólar fuerte va en interés de todos", asegura en conferencia telefónica Steve Englander, jefe de estrategia de divisas para EE UU de Barclays Capital. Como ejemplo cita la declaración de los líderes del G-8 en su última reunión, en la que se enfatizaba la necesidad de fijar una estrategia de salida para las políticas de estímulo económico, "lo que sugiere que los políticos quieren evitar una depreciación desordenada del dólar", asegura. Eso llevará al billete verde en los próximos meses a un cambio de 1,35 frente al euro.

Sin duda, hay riesgos claros que atenazan estas previsiones. La amenaza de un nuevo episodio de crisis financiera no ha desaparecido en Europa. La situación de los países del Este puede tener nefastas consecuencias sobre los bancos de buena parte de la región -especialmente los de Austria, Alemania, Suecia e Italia- y con ellos arrastrarían a la baja a la moneda única.

También caben riesgos del otro lado del Atlántico, en los que la anticipada recuperación de la economía estadounidense se quede sólo en un deseo. El rápido crecimiento de la tasa de ahorro en Estados Unidos (que ha pasado de rondar el 0% a principios de 2008 al 6,9% en mayo pasado, el nivel más alto de los últimos 15 años) puede conllevar un colapso en el consumo y, como augura Stephen Roach -presidente de Morgan Stanley Asia-, provocar una nueva recaída de la primera economía mundial.

Según ambas tesis, el dólar se vería fortalecido pero la experiencia nos dice que la realidad puede ser justo la contraria.

Nuevos protagonistas

Si en el pasado fueron los petrodólares, ahora el protagonismo es para todas las divisas vinculadas con las materias primas. Las monedas de economías ricas en estos productos (petróleo, pero también acero, carbón o trigo) han experimentado una fuerte subida en las últimas semanas. Y eso incluye no sólo a divisas de los países del Golfo, al real brasileño o al rand surafricano, sino también al dólar canadiense y al australiano.

"Estamos en una transición hacia el mundo poscrisis", dice Eduardo Levy, de Barclays. "Y ahí cobran protagonismo las divisas ligadas a las commodities, que se benefician de la mejora del comercio mundial y de la normalización del crecimiento según avancemos hacia 2010", matiza UBS.

Pero los analistas no echan las campanas al vuelo. Creen que la subida de las materias primas en las últimas semanas es sólo una reacción -"excesiva"- a la caída del dólar, no la evidencia de que ha empezado la recuperación. Todo a su tiempo. -

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