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Baltar se niega a un baremo para contratar al personal

José Luis Baltar sólo amaga con hacerle oposición al PP en la trastienda. En los actos institucionales cierra filas como el que más con las tesis oficiales de su partido. Ayer, en el pleno de la Diputación, renunció al galleguismo que abandera entre los suyos y rechazó una moción del BNG contra la derogación, por la Xunta, del decreto del gallego. Los nacionalistas sacaron carteles con el lema "eu amo o galego" que motivaron al popular: "¡Yo también lo amo!", clamó. Presionado por la incongruencia de sus tesis, les advirtió: "Ya sé lo que quieren" (evidenciar la división interna del PP) y rechazó la propuesta.

También tuvo que lidiar con el PSOE por el documento que envió a sus alcaldes para que firmaran y forzar al presidente de la Xunta a darle mayores cuotas de poder. Los socialistas lo acorralaron. "Denos a nosotros esa carta, que se la firmamos sin ningún problema", le sugirió el portavoz del PSOE, Alfredo García, destacando la indecisión de los regidores del PP. Baltar salió del paso como pudo. "A ustedes no se la doy, que no tienen categoría", contestó.

Porteros y otros empleos

Pero el presidente no se mueve un milímetro de su política de personal. No vacila en contravenir la tesis de austeridad que predica Feijóo. Primero rechazó una moción del PSOE para crear una comisión de investigación de la "escandalosa" creación de empleos "que usa con tintes partidistas". Después, rechazó otra del BNG encaminada a incluir en las bases de contratación unas listas baremadas "como las del Sergas o las de Educación" con el consenso de los grupos y participación de los sindicatos "para que todo el mundo conozca sus posibilidades de acceder al puesto de trabajo".

Al nacionalista Xosé Manuel Fírvida le respondió el nuevo portavoz del PP (sustituye al superdelegado, Rogelio Martínez), Plácido Álvarez. "No tiene sentido aprobar lo que ya estamos haciendo", le espetó. Baltar, que se sintió personalmente aludido -"la moción está más dirigida a mí que al grupo", dijo- fue más explícito en la negativa. Reconoció su fastidio al preguntársele por los 33 porteros del edificio Simeón que atienden tres puertas. "Son necesarios", destacó, "no es una dictadura, hay trabajadores que descansan y tienen turnos". Y dejó clara su intención de seguir igual. "No hay que investigar nada; les doy los contratos y las explicaciones que me pidan, caso por caso, y les digo por qué unos se hacen de una forma, y otros de otra", zanjó.

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