La crisis frena la inversión energética
La AIE advierte del impacto a largo plazo sobre la producción y las emisiones
Dice el refrán que no hay mal que por bien no venga. Y eso afecta también a la crisis. La caída de la actividad económica puede tener algunos efectos beneficiosos, aunque sean pocos y a muy corto plazo. Uno de ellos, sobre el medio ambiente. El aumento de las emisiones contaminantes globales a la atmósfera se frenará este año, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), como consecuencia a su vez del frenazo en la actividad económica.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que el PIB mundial retrocederá este año el 1,3%. Se consume menos, luego se contamina menos. Es, si acaso, el único efecto positivo de una crisis económica y financiera con fuerte impacto sobre el sector energético.
Primera caída del consumo eléctrico desde la Segunda Guerra Mundial
Las ventas de coches híbridos han caído en abril un 46% en EE UU
Los planes de estímulo no resarcen el menor gasto en renovables
1.600 millones de personas siguen sin tener acceso a la electricidad
Los expertos aseguran que esos datos reflejan, sobre todo, la menor actividad de la industria más que la contención en el consumo de las familias. Tanto como para provocar el primer descenso del consumo eléctrico desde la Segunda Guerra Mundial. Un 3,5% calcula la AIE para 2009.
Laurence Boone, de Barclays Capital, confirma que el descenso es atribuible a la industria y, dentro de eso, a China, que consumirá este año un 2% menos que el año anterior, después de registrar incrementos medios anuales del 14% desde el año 2000. Eso significa que "si la producción industrial repunta, como recogemos en nuestras previsiones [las de Barclays Capital], el descenso previsto por la AIE puede ser menor", puntualiza Boone.
Pero el escenario expuesto esta semana por la agencia ante los ministros de Energía del G-8 deja poco margen al optimismo. La AIE argumenta que, a medio y largo plazo, la crisis puede provocar incluso un aumento de las emisiones contaminantes "a medida que los bajos precios de la energía tradicional [petróleo] y las dificultades de financiación reduzcan las inversiones en tecnología para energías limpias, lo que aumentará la dependencia en la capacidad de los combustibles fósiles".
Porque, sin duda alguna, son las inversiones las que más están sufriendo el impacto de la crisis. En todos los ámbitos. Y los datos no dejan lugar a dudas.
Entre octubre de 2008 y finales de abril de 2009, 20 proyectos de gran escala en exploración de gas y petróleo, por valor de unos 170.000 millones de dólares, han sido aplazados indefinidamente o cancelados. Otros 35 proyectos se han retrasado, al menos, año y medio, a la espera de ver cómo evoluciona la situación, y algunos, como la extracción de petróleo de las arenas de una región canadiense, han dejado de ser rentables.
Eso significa que los problemas de escasa capacidad de producción que en buena medida provocó -según los expertos- la escalada del precio del petróleo el verano pasado, cuando el barril de brent llegó a superar los 146 dólares, siguen ahí y volverán a quedar en evidencia.
"Al menos a corto plazo, la menor demanda seguramente provocará un aumento de la capacidad de producción extra. Pero hay un peligro real de que mantener una menor inversión en la oferta en los próximos meses y años llevará a una merma de la capacidad y a otra espiral de los precios de la energía en los próximos años, cuando la economía vuelva a la senda de la recuperación", admite la AIE.
También muchos programas de eficiencia energética han quedado atrás con la crisis. Ni los Gobiernos cuentan con margen presupuestario para incentivar su implantación ni los consumidores tienen la misma predisposición a pagar una prima en el precio de los productos de consumo, ahora que su renta puede haberse visto mermada y que el precio de la energía es algo más barato. Valga como ejemplo el sector del automóvil. Las ventas de los vehículos energéticamente más eficientes, como los coches híbridos, han caído en tasa interanual un 46% en Estados Unidos en abril, comparado con un descenso del 36% en los automóviles ligeros tradicionales.
Los Gobiernos son conscientes de estas dificultades y la mayoría ha incluido medidas en favor de las energías limpias en sus planes de estímulo, pero resultan insuficientes para compensar el descenso del 38% que la agencia prevé para la inversión en energías renovables en el conjunto del año. Según señala la AIE, aproximadamente el 5% de un total de 2,6 billones de dólares gastados en planes de estímulo es el que se ha destinado a promover las energías limpias, ya sea mediante ayudas directas o mediante incentivos fiscales. Sin embargo, los datos de los primeros meses del año indican que la caída de la inversión se ha acelerado. En el primer trimestre, el gasto se ha reducido un 42% respecto al último trimestre de 2008.
Las consecuencias de este escenario son múltiples, aunque la agencia advierte que todo depende "de cómo respondan los Gobiernos".
Cuanto más rápido se produzca la recuperación, más pronto pueden surgir las tensiones de los precios energéticos. Además, mientras el mundo lidia con la crisis, "hay un riesgo muy real de que se reduzcan las posibilidades de alcanzar un acuerdo aceptable sobre cambio climático en la cumbre de Copenhague", que se celebrará en diciembre, y donde se debe llegar a un nuevo pacto global que sustituya a Kioto. Por si fuera poco, los recortes de la inversión impedirán el acceso de unos 1.600 millones de personas a la electricidad y a otras clases modernas de energía, la mayoría de ellas en África subsahariana y el sureste asiático.
De ahí que la agencia urja a los Gobiernos a actuar. Aunque admite que algunas de las medidas puestas en marcha en los planes de estímulo van en la buena dirección, "hay que hacer mucho más". Sus cálculos apuntan que los Gobiernos deberían destinar cuatro veces más de lo gastado en renovables en los planes de estímulo, " y ese nivel de inversiones debería mantenerse todos y cada uno de los años de las próximas décadas". La propuesta que ha trasladado al G-8 es un New Deal mundial de energías limpias como única vía para cambiar definitivamente el patrón energético. -
La vuelta de los especuladores
Los bajos precios que ha registrado el petróleo en los últimos meses tampoco han servido precisamente de incentivo a la inversión en energías alternativas. Muchos proyectos simplemente no resultaban rentables. Pero eso puede haber llegado a su fin. El crudo ha registrado en mayo la mayor subida mensual de la última década. El precio del barril de brent ha aumentado 15 dólares en un solo mes, hasta superar los 65 dólares por barril al cierre del pasado viernes. El mercado y la propia Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) atribuyen este movimiento de los precios a "un sentimiento y no a los fundamentos" de la economía. Detrás se esconde, dicen, la confianza en que lo peor de la recesión ha quedado atrás y al comportamiento mejor de lo previsto de los mercados asiáticos. De hecho, recordaban, la economía de la India sorprendió con un crecimiento del 5,8% en el primer trimestre del año y la producción industrial de Japón registró en abril el mayor incremento en seis años.
Pero hay algo más. "El apetito por el riesgo vuelve a cotizar al alza, lentamente pero sin dudas, y las materias primas están ganando el favor del mercado con rapidez", admitía Barclays en un informe. Y eso significa la vuelta de los especuladores al mercado del petróleo. La exposición de los hedge funds en materias primas se ha disparado en las últimas semanas, un mercado al que también han vuelto fondos soberanos, inversores institucionales y fondos de pensiones. De hecho, en mayo el fondo de pensiones Berkshire invirtió el 9,2% de los 1.600 millones de dólares que maneja en materias primas, siguiendo la senda de otros fondos de pensiones en Estados Unidos. -
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