Desnudo
Circula por la red la imagen de un boxeador que se lanza contra las cuerdas a celebrar, alborozado, la victoria por KO contra su rival; el impulso le devuelve violentamente a la lona, y un golpe seco en la cabeza le deja sin conocimiento; mientras yace inconsciente, tendido en la lona, el árbitro declara combate nulo porque el ganador también ha sido vencido.
Rajoy fue al debate sobre el estado de la nación con el mismo espíritu que el boxeador inicialmente victorioso. Y actuó como un tertuliano, dando mamporros que no lograban derribar a su rival. Incluso los que están cerca de Zapatero dicen que está casi desnudo, y que es posible desnudarlo aún más. Pero Rajoy lo ha vestido. Iba con unas tijeras, a destrozarle la ropa, pero resulta que le fabricó un traje, y esta metáfora sólo tiene esta intención.
Hay un libro del sociólogo Enrique Gil Calvo que tiene este título paradójico: Prisa por tardar. Es lo que ha exhibido el líder de la oposición; ha confiado en el poder del tertuliano, que consiste en cargarse el Gobierno opinando que el Gobierno lo hace muy mal, y ha mostrado una ignorancia que no es propia de un hombre con tanta experiencia en la Administración: al Estado siempre le quedan cheques. Se precipitó, creyó que Zapatero iba a ir sin cheques, y él fue con un discurso cargado de razón, escrito para ganar deprisa. Y la prisa le detuvo.
En la vida, dice Javier Pradera, no hay peor cosa que cargarse de razón. Cuanto más le das al supuesto vencido, más puede mostrar éste su lado bueno. Y Zapatero tiene un lado bueno, que a veces es el lado malo, que despierta cuando le zurran. El ensañamiento de Rajoy ("A usted no le importan los cuatro millones de parados") es argumento para tertulianos, o para el programa que utilizan los suyos en las emisoras de radio o de televisión. Es difícil concebir a un presidente de Gobierno a quien no le importen sus parados. Y ese lugar común de Rajoy vistió a Zapatero. César Vallejo hablaba de los golpes que sufren los vencidos: terminan levantándolos.
Rajoy no es así, como apareció, o eso quiere uno creer; de suyo, él no es faltón, al contrario; pero ahí dentro se crece, como si quisiera estrellar al enemigo contra los barrotes del ring, y se abofeteó a sí mismo. Decía Jean Cocteau una frase peligrosa, que quizá sepa el líder de la oposición: "Aquello que los demás rechazan de ti cultívalo, eso eres tú mismo".
Pues si cultiva ese punch, encontrará que Zapatero va a estar un día despertándose en el cuadrilátero mientras él esboza la sonrisa de los noqueados.
jcruz@elpais.es
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.