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REINO UNIDO | Primer plano

De Northern Rock a la caída de sir Fred

El desplome de la economía británica ha forzado al Gobierno de Gordon Brown -defensor de la laxitud reguladora hasta el estallido de la crisis financiera- a acudir en apoyo de la banca con inyecciones masivas de dinero público. El último de los planes de rescate lanzados desde octubre para animar a las entidades a abrir el grifo de los créditos va a traducirse en una garantía estatal de los activos tóxicos, que podrían superar los 670.000 millones de euros en el conjunto del sector.

A principios de mes, Lloyds se convertía en el tercer gran banco rescatado desde que el Tesoro nacionalizara el Northern Rock en 2007. El Estado pasa a ser su accionista mayoritario (77%), tras suscribir un acuerdo por el que garantizará los activos tóxicos por valor de 290.000 millones de euros. La fusión de esta entidad -muy prudente en su política de créditos- con el HBOS para crear el Lloyds Banking Group obedeció a fuertes presiones del Gobierno para evitar la quiebra de este último, que ha devenido un lastre.

Una semana antes, el Royal Bank of Scotland (RBS) decidía colocar activos tóxicos por 365.000 millones de euros bajo el mismo sistema de garantías. El Gobierno aumentará su control del banco -hoy, del 70%- tras inyectarle otros 14.500 millones, cifra que podría incluso doblarse. A cambio del dinero de sus impuestos, el contribuyente obtiene la vaga promesa de que parte de la inversión se utilizará para la concesión de créditos. La entidad escocesa, conducida a la ruina por la política de imprudentes adquisiciones de su jefe, sir Fred Goodwin, declaraba unas pérdidas de 27.000 millones de euros en el ejercicio de 2008, un récord en la historia empresarial británica.

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