Cuentas pendientes en el 1.500 masculino
Casado, Rodríguez y Ruiz aspiran a repetir el triplete español de hace dos años
El día en que Manolo Martínez pudo afirmar que las noticias de su muerte eran un tanto exageradas -un lanzamiento de casi 20 metros, el primero en casi dos años, llevó a la final hoy (15.20, La 2 y Teledeporte) al eterno leonés, inmenso para disgusto de los escépticos-, el Europeo de Turín empezó a dar paso a los que llegan para renovar el atletismo español.
El lunes, antes de hacer las maletas y después de comprobar gracias a un 800 en 1m46s que su estado de forma era magnífico, Arturo Casado se sentó a hablar con Juan Carlos Higuero, su amigo, el campeón de Europa que no defendería su corona. Analizaron los posibles rivales. Le planteó sus dudas. La semifinal es a las 15.00. ¿Desayuno fuerte y nada, o ligero y otra comidita? Optó Casado ayer por la segunda alternativa, elección que comunicó después a Álvaro Rodríguez, el joven vallisoletano que debutaba y con el que estuvo rodando, dando vueltas por fuera al inmenso pabellón turinés, calentando el corazón media hora antes de la competición. "Así es esto, una cadena", dijo el atleta de Santa Eugenia, de 26 años, después de solventar con eficiencia y gasto mínimo su pase a la final de 1.500 (16.50). "Ya me toca a mí aconsejar igual que a mí me aconsejaron". Con la protección de Casado, Rodríguez, de 21 años, también obtuvo el derecho a disputar su primera final continental absoluta, para convertirla, de paso, en un territorio en el que ajustar las cuentas pendientes de la final del campeonato español, aquella carrera en la que Diego Ruiz rebotó unas cuantas veces a la salida de las curvas con Casado, a quien acusó de abusar de los codos y otras artimañas para defender su posición.
"Claro que se va a notar", dijo Ruiz, que tuvo una clasificación más complicada en una semifinal corrida a trompicones, en la que se vio forzado a llegar a la crispación en la última recta y que acabó con el ácido sabor del reflujo esofágico en la boca. Dos atletas, el veterano portugués Rui Silva y, sobre todo, el resucitado alemán Wolfran Müller, un armario de 1,90, pueden evitar el esperable triplete hispano. Higuero, Gallardo y Casado lo lograron en 2005.
Si a Nuria Fernández le cuesta seguir los consejos de Marta Domínguez -"tranquila, tranquila", le repitió antes de su semifinal de 3.000, que acabó bien pese a correr tan excitada y nerviosa que contaba mal el número de rivales que la acompañaban-, a Luis Alberto Marco, el más sólido del 800 español no le cuesta nada compartir habitación con Álvaro Rodríguez, un cuarto en el que domina la sábana robada hace dos años en un hotel de Birmingham en la que Álvaro, entonces en el papel de animador, escribió Marco para jalearlo en una final en la que perdió el bronce por cuatro centésimas. Hoy (16.15) lo tendrá más complicado aún, pues, con Borzakowski, el talentoso sueco Claesson, Olmedo y dos polacos terribles, la carrera de las cuatro vueltas está más cara.
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