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Crítica:DORMIR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Retablo para la novia

HOTEL SAN ANTONIO EL REAL, un monumento con claustro en el que las bodas encuentran buen acomodo

Un icono histórico y monumental como el monasterio de San Antonio el Real ejerce siempre de imán para la escapada de los madrileños a la cercana Segovia. La antigua vicaría ha sido convertida, en consecuencia, en un establecimiento hotelero con ínfulas regias y atenciones centradas en la clientela de fin de semana, aunque luego sean los esponsales y banquetes multitudinarios quienes ocupen sus instalaciones la mayor parte del tiempo. No hay nada más exaltante que celebrar el "sí quiero" alrededor de un claustro del siglo XV...

Claustro, iglesia y dependencias celulares con vestigios góticos y de orden hispano-musulmán, aunque principalmente barroco, que hizo construir extramuros el rey Enrique IV para los franciscanos y cedió posteriormente su hermana Isabel la Católica a las monjas clarisas, que entraron a vivir el 12 de abril de 1488. Hay que visitar los artesonados polícromos de lacería para comprender la relevancia del sitio y lamentar que la adaptación de la zona de alojamiento no haya merecido un mejor trato.

HOTEL SAN ANTONIO EL REAL

PUNTUACION 5.5

Categoría: 4 estrellas. Dirección: San Antonio el Real, s/n; 40004 Segovia. Teléfono: 921 41 34 55. Fax: 921 43 15 74. Internet: www.sanantonioelreal.es. Instalaciones: aparcamiento cubierto, jardín, salas de convenciones para 157 personas, gimnasio, comedor. Habitaciones: 49 dobles y 2 dobles especiales; habitaciones para no fumadores. Servicios: algunas habitaciones, adaptadas para discapacitados; no admite animales. Precios: temporada alta, 128,40 euros + 7% de IVA; temporada baja, 107 euros + 7% de IVA; desayuno incluido; descuentos del 50% en estancias de una semana.

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Difícil encuentro

El encuentro entre el monasterio y la subdependencia vicarial ha sido resuelto con una pieza limpia de acero cortén y vidrio que refleja la vegetación acharolada a su alrededor. Sobra ahí la placa azul de hotel, que ofende al propósito minimalista del paramento. Luego vienen los mil y un recovecos geométricos del edificio, banalizados como servidumbres de paso cuando su atmósfera exigía oración y silencio. El comedor, en el encuentro, no aporta nada. Y menos a la hora del desayuno, paupérrimo en su carta y desatendido según a qué horas.

Choca aún más el ambiente de los dormitorios, articulados los esquineros en las antiguas celdas frailunas, sin que quepa distinguir qué de verdad hay en ellos o cuánto se ha reconstruido para que parezcan auténticos. Los modernos cumplen con más rigor las exigencias racionalistas del alojamiento, aunque desentona lo pretencioso de sus doseles aterciopelados y coronarios, los cabeceros decimonónicos, los falsos centros de mesa y los visillos corridos hasta el artesonado. Entre el minimalismo aséptico de hoy y el estilo remordimiento de otras épocas habría cabido otro mobiliario más penitente con la regla de confort y servicio esperada en un hotel-monumento.

Quizá porque el ojo espectador está ya acostumbrado a estos retablos medievales o renacentistas, el hotel encuentra mejor acomodo en la clientela que se fotografía bajo los arcos en espera de que llegue la novia con su vuelo blanco. Al fin y al cabo, Segovia es mejor escenario que Las Vegas.

A la izquierda, claustro del siglo XV del monasterio segoviano de San Antonio el Real, convertido en hotel. A la derecha, salón y dormitorio de una de las habitaciones.
A la izquierda, claustro del siglo XV del monasterio segoviano de San Antonio el Real, convertido en hotel. A la derecha, salón y dormitorio de una de las habitaciones.CÉSAR PÉREZ

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