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Entrevista:MARÍA DOLORES GAVILÁN SÁNCHEZ | Secretaria de la Mujer de UGT Andalucía | Mujeres en vanguardia

La ideología en el sindicato

El colegio se había fundado "con el fin de educar y formar a niñas, futuras madres y semillas en el hogar de nuevos cristianos/as con raíces profundas". Una de aquellas niñas quedó embarazada a los 16 años. La maternidad pudo cambiar radicalmente el rumbo de su vida. Pero no fue así.

Aquella joven madre es hoy secretaria de la Mujer de la Unión General de Trabajadores (UGT). Tuvo su bebé. Espera ser pronto abuela. Y pasa buena parte de su jornada de trabajo ocupándose de los problemas que centenares de mujeres trabajadoras sufren precisamente por estar embarazadas.

María Dolores Gavilán Sánchez nació en Baza (Granada) hace 52 años. Su padre tenía un taller mecánico. Su madre era ama de casa. No hubo problemas con la familia:

"Es bueno tener un sindicalismo fuerte para combatir la tiranía empresarial"
"El sindicato es un mundo con horarios de hombres, lo que nos cierra el paso"

-Mi padre, que era bastante liberal, me dijo que lo mismo que había criado a cuatro hijos, podía criar a cinco.

Muy diferente fue la reacción de la madre superiora del colegio La Presentación de Nuestra Señora. Un colegio para niñas, "donde era tabú no ya lo relacionado con el sexo, sino con los hombres sin más". La monja quiso suspender a la joven estudiante de 6º curso de bachiller, a pesar de sus excelentes notas, para que no pudiera presentarse a la reválida y seguir el camino que se había marcado: ser médica o enfermera.

La salvó su tutora, una profesora seglar de literatura. Dolores rechazó la sugerencia de abortar en Londres, solución extrema en aquellos negros años del franquismo. "No por estar contra el aborto, que no lo estoy; simplemente, porque me había quedado embarazada adrede". Hubo boda. Y divorcio temprano. De hecho, fue la primera mujer de Baza, y una de las primeras de España, en divorciarse. La niña, a la que llamaron Vania, creció feliz. La madre cumplió su sueño: se hizo enfermera diplomada.

Todo eso ocurrió en Barcelona, donde había ido con 18 años en busca de trabajo. Allí se cruzó la UGT en su camino. "El amor al sindicato me lo había inculcado mi padre, que llegó a ser secretario general en el pueblo". Se afilió "en la clandestinidad, porque si se enteraban en la clínica privada donde trabajaba como enfermera me echaban".

Tras un paréntesis de poco más de un año, que pasa en Argentina, regresa a su tierra. La diplomatura universitaria en enfermería, especialidad Radiodiagnóstico, que había obtenido en el Hospital Clínico de Barcelona, fue su pasaporte para los siguientes veinte años de su vida. La contrataron en el Hospital Torrecárdenas de Almería, cuyas nuevas instalaciones estaban a punto de inaugurarse. Corría 1983. Tenía 27 años.

-Me afilio de nuevo a UGT. No tenía problemas laborales, aunque en aquellos años te explotaban en los hospitales. Me sumé al sindicato por ideología pura y dura.

De fuertes convicciones socialistas, aunque no militante del PSOE, reflexiona sobre lo que mueve ahora a un trabajador a acercarse al sindicato: "La mayoría se afilia para tener protección laboral y que le den unos servicios determinados. Eso está bien, pero me gustaría que se afiliaran por el convencimiento de que es bueno tener un sindicato fuerte para combatir la tiranía de los empresarios".

Palabras fuertes en una mujer de maneras suaves, que piensa que las cualidades que deben adornar a un líder sindical son saber escuchar, ser dialogante y resolutivo. "Con las barricadas ya no se consigue nada". ¿Dónde queda pues el recurso a la rebelión callejera, a la huelga?

-Se pueden hacer un montón de cosas antes de llevar a la gente a la calle. Sólo cuando no hay posibilidad alguna de dialogar nos podemos tirar a la calle.

A Dolores le preocupa que los trabajadores resulten aún más perjudicados. "Las consecuencias de una huelga pueden ser magníficas, si se acojona el empresario. Pero también puede comenzar a despedir a la gente. Y los sindicalistas estamos protegidos por ley, pero los trabajadores no".

Realista. Dialogante. Fue esa capacidad suya de crear buen ambiente la que movió a los dirigentes de UGT en Almería a "liberarla". Era 1989 y el sindicato tenía poca implantación entre el personal sanitario. "Había celadores y administrativos, pero pocos médicos y enfermeras". La convencieron para que se dedicara de lleno al sindicato. "Les dije que un mes de prueba". Aquel mes se ha alargado a veinte años. ¿Siente nostalgia de la enfermería?

-Sí. En el sindicato ayudo a los trabajadores. Como enfermera, a las personas que más lo necesitan, los enfermos. Ambos son maravillosos. Pero añoro la enfermería, porque los enfermos reconocen mejor tu trabajo.

-¿Los trabajadores son más desagradecidos?

-No exactamente. Pero ya se sabe que el sindicalismo está siendo muy denostado por la derecha en España.

Aun así, la afiliación crece. Entre las mujeres, más. En Andalucía, de los 180.000 ugetistas, 65.000 son mujeres. Este año se han afiliado 20.000 mujeres más que hombres. ¿Por qué ese aumento? La respuesta está cantada: "Porque las mujeres son las más agredidas y las más explotadas". Otra razón: cada vez hay más delegadas de empresa, y las mujeres se ven mejor representadas.

¿Es todavía el sindicalismo un mundo muy masculino? "Sí, lo sigue siendo. Es un mundo de hombres, con horarios de hombres, lo que impide en parte que las mujeres podamos participar al cien por cien. No nos dejan paso. Por desgracia, somos las mujeres las que tenemos siempre que conciliar vida familiar y laboral".

-¿No protestan en UGT cuando les colocan reuniones en horas intempestivas?

-Sí, y cuando protestamos nos critican. Dicen que son excusas para no hacer una jornada tan larga como la de ellos, que son muy trabajadores, mucho más que nosotras-, dice con ironía.

La realidad es otra: incluso siendo madre a temprana edad, Dolores no ha parado de trabajar en su vida. Y ahora pelea para que otras madres puedan desarrollarse en igualdad con los hombres. "Somos más y queremos tener las mismas oportunidades". Un argumento imbatible.

María Dolores Gavilán Sánchez, en el puente de Triana de Sevilla.
María Dolores Gavilán Sánchez, en el puente de Triana de Sevilla.JAVIER BARBANCHO

"Sufrimos más por ser más débiles"

La crisis golpea a todo el mundo. Pero unos sufren más que otros. Las que más, las mujeres. Dice Dolores Gavilán:

-En momentos de crisis y despidos, las primeras que salen son las mujeres. Los empresarios consideran que no somos productivas, a causa de la maternidad.

Además, la mujer es la que "está ocupando puestos que no requieren calificación, la que tiene más contratos temporales, la que está en la economía sumergida. Sufriremos más, porque somos las más débiles". Y remacha: "Ojo, digo las más débiles, no las menos preparadas, que encima cobramos hasta un 40% menos".

-¿Para qué sirven los convenios colectivos entonces?

-Hay una falta de conocimiento de lo que es un presupuesto o un convenio de género.

Muchas veces, ni siquiera "nuestros negociadores" se dan cuenta de los fallos. Por el contrario, un especialista "detecta las deficiencias respecto a las mujeres". Algunos ejemplos: están en las categorías con más baja remuneración, aunque tengan igual titulación. No reciben determinados complementos que los hombres sí perciben: por ejemplo, mientras el hombre cobra por el concepto de "esfuerzo", las mujeres que trabajan ocho horas de pie, lo que les causará problemas de varices y cervicales, no reciben un plus de peligrosidad.

Cuando llegó a Sevilla, hace diez años, Dolores echaba en falta el mar de Almería. Esa añoranza la calmaba paseando junto al Guadalquivir. Ahora, para relajar la tensión del trabajo, busca películas "de amor y lujo", dice bromeando, o libros que le arrancan una sonrisa, como la última novela de Eduardo Mendoza, El asombroso viaje de Pomponio Flavio. Porque, afirma, "estamos hartas de sufrir. Al sindicato, la gente acude a contarte sus problemas. Y cuando era enfermera, no veía más que dolor y pena".

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