Bolt acelera divirtiéndose
El fabuloso jamaicano convierte las semifinales de 200 metros en una sesión de 'footing' y descorazona a sus rivales, Crawford y Spearmon
Shawn Crawford es verdaderamente una mala bestia, una montaña de músculos duros como el granito que cuando se mueven a toda velocidad le convierten en un tren expreso. O, al menos, esa sensación sufrió un cámara de televisión que el pasado mayo filmaba, de espaldas a Crawford, una sesión de entrenamiento del grupo de Bob Kersee en las pistas de UCLA, en Sunset Boulevard (Los Ángeles). Concentrado en practicar la salida de los tacos, el campeón olímpico de 200 metros en Atenas 2004 no le vio hasta que era demasiado tarde. Lo atropelló. Lo derribó. Lo dejó tirado en el suelo con dos costillas rotas y pedazos de cámara esparcidos por el tartán.
Esa fiera salvaje saltó ayer a la pista al lado del niño Bolt, que en un abrir y cerrar de ojos, el tiempo que se tarda en recorrer una curva de 100 metros a la máxima velocidad posible sin descarrilar, le convirtió en un dócil corderito. A Crawford, a quien llevaba a su izquierda, por el interior, y al otro estadounidense, al especialista Wallace Spearmon, por el exterior. Completada la curva, y la compensación, en la recta, apagado el furor de ambos, Bolt se dejó llevar. Relajó su zancada, se admiró en la pantalla gigante televisiva y cruzó la meta prácticamente andando, lo que se llamaría una sesión de footing ligero, en un tiempo de 20,09s, el mejor de las dos semifinales, claro. Nadie duda de que hoy ganará la final de los 200 metros para ser como Carl Lewis, el último que hizo el doblete 100-200, allá por 1984 en Los Ángeles. Tampoco él.
"Sólo he tratado de divertirme un poco mientras me clasificaba", dijo el rey del reggae power, quien concluye todas sus actuaciones con una sesión de baile, con lo que corre el peligro de acabar siendo tan cargante como Yelena Isinbayeva, la reina del show y las muecas: "No hay que tomarse todo tan en serio. Hay que divertirse de vez en cuando. Y tampoco exageraría diciendo que fue un footing. Simplemente, diría que era la mejor forma de pasar a la final".
La duda, como en la carrera de los 100 metros, se refiere a la marca que será capaz de lograr Bolt, un especialista en los 200, en los que su mejor registro (19,67s) vale mucho menos que los 9,69s del 100 y están a 37 centésimas del récord mundial, los 19,32s de Michael Johnson en la final de Atlanta 1996. Según la fórmula matemática de un estudio publicado en 2004, para proyectar el valor en 200 metros de un sprinter hay que multiplicar por dos su marca en 100 y restarle entre 20 y 30 centésimas, dependiendo de sus características, de su capacidad de mantener largo tiempo su velocidad máxima. Así, si el atletismo fuera matemáticas, su 9,69s se transformaría mañana, como mucho, en 19,18s. La fórmula, sin embargo, no se aplica tal cual a Michael Johnson, cuyo mejor 100 es de 10,05s. Sin embargo, el doble campeón olímpico de Atlanta, 200 y 400 metros, a quien el programa de Pekín le habría impedido repetir su gesta -ayer se corrieron con pocos minutos de diferencia las semifinales de 200 y 400, en las que LaShawn Merrit (44,12s) anunció sus intenciones marcando mejor tiempo que Jeremy Wariner (44,15s)-, aún mantiene, con 43,18s, el récord mundial de los 400, una clara muestra de su excepcional capacidad de velocidad resistente.
"Estoy empezando a notar el desgaste", dijo Bolt. La final de 200 será su octava carrera en cinco días, un peaje que puede frenarle; "pero aún noto que me queda una carrera. Y lo voy a dar todo". La única duda, finalmente, es si será capaz de nuevo de desacelerar en los últimos 30 metros.
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