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Crónica:OPEN BRITÁNICO | Penúltima jornada
Crónica
Texto informativo con interpretación

Norman emerge entre el temporal

El Tiburón es líder con dos golpes de ventaja y Sergio García se descuelga

Juan Morenilla

En una escena muy emotiva, la grada del Royal Birkdale se puso en pie para aplaudir ayer la llegada al hoyo 18 de Greg Norman. Caía el sol de la tarde y El Tiburón Blanco, el australiano de 53 años, cerraba un día imposible por culpa del viento como líder único del Open Británico con una tarjeta de +2 y dos golpes de ventaja sobre el irlandés Harrington y el coreano Choi. Con un surtido de putts de videoteca, Norman demostró un día más que la pasión por el juego no muere con los años. Y tampoco la calidad para sobrevivir en unas condiciones fatales para el juego. Detrás de la valla, Chris Evert vio el magnífico golpe ante el bunker de Norman, su reciente marido, un toque muy suave para acariciar el hoyo. Luego le recibió con coletas y el beso de la suerte para la última batalla de hoy.

El gesto de El Niño, que lanzó el palo al suelo tras fallar un 'putt', resumió el día

La alargada figura de Norman, vestido de blanco como el tiburón dibujado en su gorra, contrastaba con la del pequeño Choi, de negro de pies a cabeza, líder durante parte de la jornada. Dos mundos opuestos luchando por una gloria diferente: el tercer Open y la segunda juventud para el australiano; el primer grande de la historia para un coreano, una conquista representativa del despertar asiático, en la cuenta de un jugador con victorias en Estados Unidos y Europa. Choi y Harrington, que defiende la copa, salen hoy a la caza del tiburón, y Sergio García tratará de salvar el cuello después de perder de vista a los líderes entre el temporal (+9, a siete de Norman).

El gesto de El Niño lanzando cabreado el palo al suelo después de fallar un putt en el hoyo 5 resumió un día desesperante para cualquiera, excepto para Norman. Un huracán de 75 kilómetros por ahora azotó el campo de punta a punta y puso patas arriba cada calle, de modo que sobrevivir se convirtió en el asunto primordial y firmar el par en misión casi imposible: sólo cuatro de los 82 jugadores lo alcanzaron. El viento estuvo a punto de parar el juego -las bolas se movían en el green- y desquició a Sergio García, que no le encontró el hilo al juego. Al español se lo llevaron los demonios por su mala pata en algunos golpes y su estrabismo en otros. Mandó el putter a volar en el hoyo 5, y cuando en el 16 la bola se escondió entre un arbusto como en una madriguera, no pudo más que moverla metro y medio pese a que atizó al hierbajo con todas sus fuerzas. Así que, una vez a salvo la pelotita, y después de que varios operarios la rastrearan, la emprendió con el matorral que pasaba por ahí para al menos desahogarse. "En los golpes buenos no he tenido recompensa, y los malos me han machacado. Como estaba hoy el tiempo, meter un putt era suerte, no calidad", aclaró El Niño.

Veinte años después de la tercera corona británica de Ballesteros, el Open aguardaba el relevo de Sergio García una vez que Woods ha hecho un paréntesis en su reinado. Al Niño, que presenta un currículum notable, se le exige un grande en la solapa porque el deporte español se ha acostumbrado a plantar cara a los números uno y vive un verano efervescente. Con 28 años, García tiene recorrido de sobra para poner el broche a su palmarés, aunque no le conviene dejar pasar oportunidades como este Open. Que se lo digan a Norman.

3ª jornada: 1. Greg Norman (Aus): 212 golpes (+2). 2. P. Harrington (Irl) y K. J. Choi (Cor. del Sur), 214. 15. S. García, 219. 35. P. Larrazábal: 222. TV: Digital +.

Sergio García arranca un pedazo de hierba tras fallar un golpe.
Sergio García arranca un pedazo de hierba tras fallar un golpe.AFP

Las bromas de Larrazábal

Después de una tarde de viernes de sufrimiento, resoplando frente al televisor para pasar el corte, Pablo Larrazábal saltó a Birkdale a disfrutar de su debut en un grande. Relajado, saboreando cada hoyo, el barcelonés bromeó con su caddie, a quien le dejaba caer la hierba que soltaba para averiguar la dirección del viento, y tuvo gestos de complicidad con el público. Le regaló, por ejemplo, una bola a una chica que le animó desde el límite de la calle, y alzó los brazos victorioso cuando en el hoyo 13 embocó después de convertir un posible birdie en un doble bogey.

Larrazábal llega al último día en escalada: cinco golpes sobre el par en la primera jornada, cuatro en la siguiente y tres ayer, una progresión que hoy le puede dejar entre los 20 primeros y con un boleto para el próximo Open. El español mandó contra el viento unos grandes golpes de salida, pero lo que ganó desde el tee se lo dejó en el green. El putt se le quedó corto, como temeroso de pasarse del hoyo. Son las lecciones de un grande.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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