BENDITA (Y RENTABLE) INOCENCIA
¿QUIÉN tiene 15 años, ingresa anualmente 3,5 millones de dólares en el banco, es la número 17 en la lista Forbes de los más ricos por debajo de los 25 y espera -y a este paso conseguirá- tener los mil millones de dólares antes de cumplir los 18? Si tu respuesta es Daniel Radcliffe, el chaval de Harry Potter, es que no tienes ni idea de lo que se cuece debajo tus narices. Literalmente: debajo de tus narices. Porque hablamos de la revolución tween, como llaman a los preadolescentes en Estados Unidos, ese colectivo entre los cuatro y los catorce años que tiene su propia reina (y la respuesta a este trabalenguas): Miley Cyrus. Si te preguntas "¿y esa quién es?" queda todavía más claro que estás desfasado. Tanto como los que se lo preguntaron al verla pasear con esa sonrisa tan de oreja a oreja, tan de plástico pero tan inocente a la vez, por la alfombra roja que condujo a la última edición de los Oscar, sin tener muy claro si su puesto estaba entre las estrellas o entre las adolescentes enfebrecidas que gritaban desde las gradas. "Fue un sueño. Me sentí como Cenicienta, viviendo un sueño con un vestido de Valentino sólo para mí", recuerda ensimismada esta ametralladora de niña con voz de mujer aguardentosa pero deje de adolescente del sur con mucho que aprender.
La entrega de los Oscar fue un sueño dentro del sueño que vive desde hace dos años, cuando salió seleccionada entre un millar de aspirantes para protagonizar la serie Hannah Montana, programa del Disney Channel tan banal como resultón: la historia de una joven californiana, Miley Stewart, que de día lidia con su vida de preadolescente mientras de noche es la superestrella pop Hannah Montana. El resto es mejor contarlo con números: la serie es la más popular de la televisión estadounidense entre los tween, con 160 millones de espectadores en los dos últimos años; hasta la fecha ha vendido unas ocho millones de copias de sus álbumes (colocando siete de sus sencillos simultáneamente entre los más vendidos, algo que no consiguieron ni Elvis ni los Beatles); su primera gira agotó las entradas en cuatro minutos con una reventa que llegó a los 3.000 dólares (por unos tickets de 65 dólares), y el filme en 3D que recoge esta gira, Hannah Montana/Miley Cyrus: Best of Both Worlds Concert Tour, recaudó 31,1 millones de dólares en su fin de semana de estreno en tan sólo 638 salas. ¡Ahí queda eso, U2-3D! Además, están todos los productos derivados, desde ropa hasta maquillaje, bolsos o muñecas, una maquinaria que en nombre de Miley o con su nombre espera llegar a los mil millones de dólares antes de que acabe el año. Por no hablar del contrato millonario que ha firmado para publicar su biografía a la veterana edad de 15 años. Su éxito también se mide en anécdotas. Un joven de 16 años intentó sin éxito secuestrar un avión para suicidarse chocando contra uno de los conciertos de Cyrus. Y una madre se hizo pasar por su hija escribiendo una historia tan lacrimógena como falsa de cómo su padre (en realidad, esposo) había muerto en Irak con tal de conseguir entradas para su pequeña.
Cyrus se encoge de hombros mientras practica su firma bajo la atenta mirada de su madre en un hotel de Burbank, junto a los estudios Disney. "Todo va muy rápido, sin respiro, pero me lo estoy pasando muy bien", resume de una experiencia única y que responde a su propio nombre, ése que le pusieron de Destiny Hope Cyrus, o Destino Esperanza, antes de que este año cambiara legalmente a Miley Ray Cyrus. Nació de pie en Franklin, Tennessee, muy cerca de la capital de la música country, Nashville. De pie porque su éxito no es normal. ¿O quizá sí? Cyrus tiene su teoría: "Los chavales se identifican con la serie porque mi personaje es alguien normal, con una familia normal y amigos normales", recita con vitalidad y cierto tonillo de frase repetida en cada entrevista. En una era antiBritney, antiLohan y antiHilton, es comprensible esta oda a la inocencia para una generación que viene pegando fuerte sin fumar, sin beber y sin sexo, básicamente porque todavía son muy pequeños para probar cualquiera de estas cosas.
Pero detrás de Cyrus, detrás de su éxito y de sus millones hay algo más. Haciendo una vez más honor a su nuevo nombre, el de Miley, ese que le pusieron de pequeña porque se pasaba el día sonriendo (Smiley), Cyrus habla de su trilogía. "Familia, fe y amigos. Son las tres cosas que me ayudan y que aseguran que mis pies sigan en el suelo", confirma esta joven cristiana. La fe y los amigos quizá no tengan tanto que ver con el éxito, pero su familia, y en concreto su padre, Billy Ray Cyrus, están directamente relacionados. "Siempre quise ser como mi padre", afirma la joven precoz en referencia al cantante de country con un único éxito Achy breaky heart que tiene por padre. Él alimentó los sueños de su hija convertida en actriz a los nueve años, y a los once llamando a la puerta de esa nueva serie que iba a sustituir el vacío dejado por Lizzie McGuire ?otro producto Disney? cuando Hilary Duff creció. Destino, esperanza y determinación deberían haber bautizado a Miley, porque le costó dos años conseguir ser la elegida entre el millar que se presentó al casting de Hannah Montana. "Fueron dos años de espera y de preguntarme qué sería de mí, pero quería vivir mi sueño y me alegra que todo saliera bien", ha repetido también en más de una ocasión.
A Dios rogando y con el mazo dando. Y con la ayuda de Disney contando. Porque el éxito de Miley Cyrus también tiene mucho de campaña de marketing hecha carne y hueso. Los mismos estudios que hicieron de un ratón con pantalones el dibujo animado más reconocido del mundo han hecho de Cyrus el nuevo Frankenstein de la industria. Experiencia no les falta. Lo hicieron hace muchos años con Anette Funicello o Hayley Mills y más recientemente con Britney Spears o Lindsay Lohan, todas ellas ídolos de juventud que salieron de la fábrica de sueños del ratón Mickey. Una campaña de mercadotecnia perfecta para un campo perfectamente abonado. El tamaño de la actual comunidad de tweens es tres veces lo que fue la cacareada generación X en EE UU. También se ha multiplicado su capacidad de consumo. Según el semanario Entertainment Weekly los adolescentes gastan al año del orden de los 80.000 millones de dólares, y sus padres aportan otros 110.000 millones más. Un mercado que expande su "superentusiasmo" con rapidez y un mayor alcance gracias a Internet y, particularmente, páginas como Facebook o MySpace. "Lo mío es YouTube, mi última obsesión", confirma Cyrus, quien pese a su fortuna no recibe más de 300 dólares de paga para sus gastos.
A Cyrus le gusta hablar, eso es un hecho. No le gustan los paparazzi pero sabe convivir con ellos. Y como sus mayores pecados menciona esas ocasiones en las que se olvidó de la letra de alguna canción o cuando se le suelta la lengua antes de pensar lo que va a decir. En Internet encontraron otros pecadillos como no usar el cinturón de seguridad en el asiento trasero del coche o esos novios que la achacan, como Nick, de los Jonas Brothers, que la acompañaron en la gira. También está la falta de amistades de su edad: su mejor amiga, Mandy Joroux, tiene 20 años.
Juntas protagonizan vídeos de YouTube titulados The Mindy and Mandy Show. "Es bailarina y mola un montón estar con ella. Muchas veces me quedo en su autobús durante la gira", admite sin darle más importancia. De ahí que la bomba llegara por supuesto cuando menos se esperaba. No, Miley Cyrus no está embarazada. Tampoco la han detenido borracha, no. Fueron... unas fotos. Pero nada de robadas o manipuladas; imágenes legítimas de Cyrus tomadas por la famosa fotógrafa Annie Leibovitz para la revista Vanity Fair. Instantáneas sugerentes, sí, pero cuidadosamente posadas para que no se vea nada más que una espalda descubierta, tomadas con la aquiescencia de la joven estrella, su familia (presente en la sesión fotográfica) y de Disney que todo lo ve. Eso sí, donde antes hablaban de "arte" y "belleza" ahora se desdicen culpándose los unos a los otros por unas imágenes "demasiado sugerentes" para una niña de 15 años. "Tengo claro que me mantendré alejada de las tentaciones todo lo que pueda, pero lo cierto es que me rodean. Esto es una batalla personal", comentó Cyrus en referencia al mundo de los escándalos. Queda por definir qué es pecado. Ser el motor de una industria de mil millones de dólares está bien para una niña de su edad. Pero nada de ir de Lolita. Para eso ya están Lindsay, Britney o Paris.
Hannah Montana & Miley Cyrus: Best of both worlds concert se estrena hoy en cines de España. / Miley Cyrus la famosa más joven en lalistaWIP
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