Sabin Zubiri, un veterano del nacionalismo vasco
Participó en la fundación de Eusko Alkartasuna tras la escisión del PNV
El nacionalismo vasco se ha quedado en unos pocos días sin dos destacadas figuras. Al fallecimiento la pasada semana de Imanol Murua, ex presidente de la Diputación de Guipúzcoa, se unió ayer el de Sabin Zubiri, quien fue secretario de Juan de Ajuriaguerra, el presidente del PNV durante el franquismo. Tanto Murua como Zubiri formaban parte de Eusko Alkartasuna, en cuya fundación participaron activamente tras la traumática escisión del PNV en 1986.
"Puso los cimientos del actual autogobierno vasco durante la época negra del franquismo", señaló ayer el presidente de Eusko Alkartasuna, Unai Ziarreta, en un comunicado en que trasladaba las condolencias de todo el partido para su familia. Sabin Zubiri, que tenía 86 años, no ha ocupado cargos públicos y siempre ha trabajado dentro del PNV primero y, tras la escisión, en Eusko Alkartasuna.
Era un hombre de aparato disciplinado, al que se le encomendaban tareas de responsabilidad que muchas veces no trascendían. Comerciante de profesión (su familia tiene varias tiendas en Bilbao), en los años sesenta tuvo una labor importante de conexión con el Gobierno vasco en el exilio y, en palabras de sus compañeros, era un nacionalista rotundo. "Era una persona de confianza de todo el mundo", señaló un dirigente de EA que ha mantenido una relación estrecha con él. Se ocupó de las finanzas en el PNV en los años setenta y destacaba por su talante dialogante. "Era una persona buena como más no se puede ser".
En la última década no ocupaba ningún cargo interno, pero siempre participaba en las asambleas y congresos de Eusko Alkartasuna, una muestra de la dedicación a su ideario político.
En los últimos años lamentaba la lacra de ETA, con la que tuvo que convivir durante toda su trayectoria política. Solía afirmar que el mayor daño para Euskadi venía de la organización terrorista, a la que negaba el calificativo de abertzale. "Se llaman abertzales pero no lo son. Se puede morir por un ideal; lo que no se puede hacer es matar por ese ideal". De convicciones religiosas, siempre mantuvo la esperanza de ver una Euskadi en paz. Como tantos otros, se ha quedado sin verla.
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