Grandioso Ciudad Real
El conjunto de Duishebaev vence al Kiel y se proclama campeón de Europa, su quinto título de la temporada
Tres días antes de viajar a Alemania para disputar el partido de vuelta de la final de la Liga de Campeones ante el Kiel, con el resultado adverso en el de ida (27-29), Talant Duishebaev no quería oír hablar de épica, ni de hazañas ni de nada que sonara a sobrehumano. Sólo, de confianza y trabajo. "Hay que darse cuenta de que jugamos fuera. Todo está en nuestra contra. Pero el equipo está dispuesto a luchar y a salir con dignidad. Por la cabeza no se nos pasa otra cosa que no sea ganar", sentenciaba el entrenador del Ciudad Real, sin atisbo alguno de duda en la victoria de su equipo. Y ayer sus jugadores no le decepcionaron. El Ciudad Real derrotó al Kiel (25-31) y se proclamó, por segunda vez en su historia, campeón de Europa. El colofón a una temporada en la que también han conseguido la Liga, la Copa Asobal, la Supercopa y la Copa del Rey. Los cinco títulos que ha disputado. Un éxito que escenificó y resumió el afán del equipo español por sobreponerse a la estadística, a los elementos y a sí mismo.
KIEL 25 - CIUDAD REAL 31
Kiel: Omeyer; Kavticnik (8, 5p), Kim Andersson, Alhm (6), Jicha (2), Karabatic (4) y Klein (2) -siete inicial-; Mattias Andersson (ps), Lövgren (-), Lund (1), Lundström (-), Zeitz (2) y Szilagyi (-),
Ciudad Real: Sterbik, Pajovic (2), Laen (2), Parrondo (1), Stefansson (12, 5p), A. Entrerríos (2) y Kallman (11) -siete inicial-;Hombrados (ps), Dinart, Morros, Zorman (1), Urios y Masach.
Marcador cada cinco minutos: 0-2, 3-6, 5-7, 7-9, 11-10 y 13-15, descanso, 13-16, 15-18, 18-22, 21-25, 22-27 y 25-31.
Árbitros: Darko Repensek y Janko Pozeznik, de Eslovenia. Mostraron la roja descalificante a Dinart y Pajovic.
Sparkassen Arena de Kiel: unos 11.000 espectadores.
El cuadro español superó a la estadística y al ambiente para llevarse el triunfo
El conjunto castellano-manchego venció al alemán, un equipo aguerrido y batallador que llevaba dos años sin perder en su cancha en una competición europea y que trató de defender su corona europea, conseguida el año pasado, hasta la extenuación. Pero el Ciudad Real también luchó por vencer y venció a la estadística, que auguraba una derrota de los de Duishebaev. Hasta ayer, en 25 años, ningún equipo había remontado a domicilio en una final de la Copa de Europa y, de las últimas diez, en siete ocasiones el vencedor fue el club que jugó el encuentro de vuelta en su casa. Pero ayer el Ciudad Real pasó como una apisonadora sobre los números.
Con la estadística demolida, durante los 60 minutos, el equipo español tuvo que hacer frente a los elementos reconvertidos en un Sparkassen Arena enloquecido: 11.000 espectadores encolerizados al ver que su equipo, el Kiel, flaqueaba en la pista. Porque el cuadro alemán, a excepción de un par de minutos, estuvo siempre por detrás en el marcador. Y porque Stefansson, el lateral derecho del Ciudad Real, agujereó sin cesar la portería rival.
Incapaz de entender por qué su equipo se amilanaba, la afición y algún jugador del Kiel la pagaron con los hombres de Duishebaev. Tras una falta de Entrerríos a Zeitz en la que acabaron ambos en el suelo, el alemán se revolvió e intentó agredir al español. Entonces se montó una pequeña melée en la banda, cerca de las gradas, en la que, mientras algunos trataban de poner paz, otros aprovechaban para soltar algún codazo. Incluso un espectador se abalanzó sobre Zorman con la intención de agredirle.
Tras unos minutos de desconcierto, la disputa se esfumó y acabó con el Ciudad Real con sólo cuatro hombres en la pista después de la exclusión de tres jugadores por tarjeta roja. Dio igual porque ya había ganado la partida al ambiente del Sparkassen Arena. Y sobre todo, a sí mismo y a la incertidumbre que sobrevoló el Quijote Arena cuando el 4 de mayo, al terminar el partido de ida, el Ciudad Real sumaba la baja de uno de sus hombres fundamentales, el lateral izquierdo Rutenka, a las de David Davis, Metlicic, Chema Rodríguez y Uríos.
"Son cinco bajas, pero nosotros somos el Ciudad Real y, mientras seamos seis en la cancha, vamos a salir a ganar", arengó el técnico. Sus jugadores le tomaron la palabra. Si los pilares estaban tocados, otros debían erigirse como líderes. Y ahí estuvieron Stefansson y Kallman, que entre ambos sumaron 23 de los 31 goles del Ciudad Real. Y el portero Sterbik, que cuajó una actuación sensacional que desesperó a Karabatic, el cañonero francés del conjunto alemán. Entre todos suplieron las bajas que arrastraba el equipo. Todos viajaron a Kiel. Todos sufrieron y todos se alegraron. "Estamos muy contentos. Somos un equipo muy unido", gritaba Entrerríos a través del teléfono mientras al fondo se escuchaba los cánticos de euforia del resto de sus compañeros.
La alegría tiene sus motivos. Con dos Copas de Europa, el Ciudad Real se convierte en el segundo equipo español con más trofeos en la máxima competición, tras el Barcelona (siete) y por delante de Portland San Antonio, el Teka y el Elgorriaga Bidasoa, con un único título.
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