Una derrota de Segunda

Pocas aficiones reciben con pitos al Levante cuando éste juega fuera de casa. No es rival casi desde que arrancó la Liga. Genera, incluso, simpatía. Por ello y por el calvario vivido este año por sus jugadores. Pero ayer los seguidores del Recreativo, alguno de los cuales incluso soñó con que los valencianos siguieran adelante con la anunciada huelga, lo hicieron. Armaron bronca a la llegada del autobús de los granota al Nuevo Colombino. En el ambiente se respiraba la tremenda competencia entre los últimos equipos de la tabla.

Ambos, con un pie en Segunda, miraban de reojo a lo que hicieran Valencia, Valladolid y Zaragoza. El Levante sólo podía esperar un milagro. No se cumplió. Y el Recreativo, que dependía más o menos de sí mismo para iniciar el camino de su salvación, se llevó el gato al agua. Con solvencia, oficio y la gran actuación de un desconocido: Ersen Martin.

Ersen Martin, un delantero que apenas ha jugado esta campaña, debutaba ayer como titular con la camiseta del decano del fútbol español. Se estrenó el jugador turco de la mejor manera. Con un gol que adelantó al Recreativo e insufló a los de Zambrano la moral necesaria para salir de los puestos de descenso. Al gigantón, que se hinchó la temporada anterior a marcar goles con el Trabzonspor, le salió todo. Además, estuvo bien acompañado por Sinama Pongolle, muy activo en la primera parte, y custodiado en la retaguardia por Camuñas, que ofreció asistencias memorables, además de firmar el segundo gol. Un tanto que culminó tras un pase de tacón de Ersen Martin. Cuando fue sustituido en el segundo tiempo, el público le dedicó una tremenda ovación, sorprendido por la calidad del jugador.

Mandaron los de Zambrano desde el minuto uno. Y el gol, madrugador, les impulsó hacia la victoria. Los primeros compases del encuentro fueron un continuo acoso a la portería de Reina. El juego se adormeció pasados los 20 minutos. Y el balón pasaba de una a otra área sin ton ni son. Un par de ocasiones salvaron a la grada del aburrimiento: una falta lanzada por Pedro León, que Sorrentino salvó con una mano milagrosa, y una bonita jugada de Sinama Pongolle. El delantero hizo lo más difícil. Se revolvió, peligroso como nunca, pero erró en el remate, que se marchó largo.

Al borde del descanso, Geijo se llevó las manos a la cara, desesperado. Avergonzado, incluso. Con el 2-0 en el marcador, el delantero arrancaba en carrera para iniciar una contra, con Manolo a su derecha y el resto del equipo a remolque. Pero se olvidó lo más importante. Se dejó el balón atrás. Y, cuando se quiso dar cuenta, lo había recuperado el Recre. Se quedó plantado en el césped. Con los brazos en jarras. Buscó el perdón de su amigo Manolo con la mirada. Pero éste ni siquiera le miró. Y el delantero comprendió que no ganaría el partido. Que la permanencia era imposible. Estuvo fallón ayer el hispano-suizo, a quien sus compañeros buscaron continuamente. En realidad, estuvo fallón el equipo entero. Le costaba llegar hasta Sorrentino. Y cuando lo hacía, acababa perdiendo la pelota de forma ridícula. Porque ya no se jugaban nada. Ni la categoría, ni los pagos atrasados. Nada. Y así, con una ligera mejoría en la segunda parte, se despidió el Levante de la Liga tras un año de gestión egoísta e irresponsable que hunde al club en una crisis más allá de lo deportivo.