Explosión de colorido pop

La intermitencia quizá haya sido el mayor handicap en la carrera del cordobés Álvaro Muñoz, más conocido como Tarik. Un notable creador de canciones. Sus inicios, englobados en aquella generación bisagra entre los dinosaurios de la movida y la incipiente generación indie de los noventa, permanecieron durante años como un islote de creatividad cuya continuación, ya casi finalizada aquella década, pasó con más pena que gloria. Sin embargo, la publicación de Sequentialee (en el año 2005) supuso una suerte de resurrección en toda regla, tanto artística como mediática. Había en aquel álbum arrobas de estribillos soleados y certeros, alusiones al pop británico de los sesenta, pequeños homenajes a la escuela de feedback azucarado de The Jesus and Mary Chain y guiños a Neil Young. Ahora, ha vuelto a perfeccionar y redondear aún más su apuesta con el excepcional álbum El hueso y la carne (que publicó en 2007), uno de los mejores trabajos de la cosecha estatal del pasado año. Y, en directo, cuenta siempre con el oficio propio de los viejos maestros y con la aportación de una eficiente banda, en la que siempre destaca el mayúsculo trabajo de Erik Jiménez, batería también del grupo Los Planetas. Solvencia contrastada y una explosión de colorido pop.