Lorenzo arranca como un tiro
El mallorquín es segundo en su debut en MotoGP en una carrera que ganó Stoner y en la que Pedrosa fue tercero
El motociclismo está de fiesta y para celebrarlo se organizó una verbena en el desierto a las afueras de Doha. Mucho tiempo llevaban los moteros sin ver una carrera de MotoGP como la que se disputó ayer en Losail.
Finalmente, ganó Casey Stoner. Nada nuevo. Pero al australiano se le exigió más tajo del que esperaba y, por supuesto, mucho más del que tuvo en la mayoría de las pruebas que ganó en 2007. Es la mejor noticia para el Mundial, que la temporada pasada vivió bajo la tiranía de Stoner: 10 victorias y 14 podios en 18 carreras. De entre todos los que se engancharon con Stoner, el más crudo fue Jorge Lorenzo, un irreverente novato, muy noble de trato y con gesto de perdonavidas y que, tras haber completado unos ensayos de pretemporada de libro, se ha venido arriba en el mejor momento y tuvo una presentación explosiva. El mallorquín terminó segundo y de esa forma igualó la irrupción que tuvo Dani Pedrosa hace dos años, cuando acompañó en el podio a Loris Capirosi, en Jerez, el día que disputó su primera carrera en la categoría de las motos pesadas.
Stoner, Dovizioso y los españoles suponen un cambio generacional en el Mundial
"Estaba agarrotado, como una tabla. Luego me he ido soltando", dijo el balear
Pedrosa fue ayer tercero, un resultado para brindar con cava si se atiende a que el tricampeón español apenas ha podido subirse a la moto durante la pretemporada debido a la lesión que sufrió en su mano derecha. La última vez que dos españoles coincidieron en el podio fue hace cuatro temporadas y precisamente en este circuito: Sete Gibernau, que logró la victoria, y Rubén Xaus, tercero.
Las maniobras sobre el asfalto qatarí -adelantamientos extremos por el interior de Rossi a Pedrosa, por el exterior de Lorenzo a Rossi, en la recta y por velocidad punta, pero también al frenar antes de un viraje- no hacen más que destacar la ambición y las ganas de comerse el mundo que tienen los jóvenes, la savia nueva que llega desde abajo. Los cuatro primeros clasificados (Stoner, Lorenzo, Pedrosa y Andrea Dovizioso) se peleaban hace tres años en dos y medio, una circunstancia que subraya una evidencia: al Mundial le viene de perlas el cambio generacional.
Con todo, Stoner pudo reivindicarse en la pista, donde logró su undécimo triunfo y donde volvió a demostrar que, por más que muchos se enquisten en argumentar que su moto tiene demasiada potencia o que sus neumáticos parecen tener tentáculos, es un piloto de primerísimo nivel. Sobre todo, porque, además de la suya, en la actual parrilla de MotoGP hay tres Ducati -la de su compañero Marco Melandri y las de Toni Elías y Sylvain Guintoli- y él es el único que consigue sacar el máximo rendimiento del material que tiene. Sólo así puede explicarse todo lo que ha conseguido estos dos últimos años en la más exclusiva élite del motociclismo mundial. A día de hoy, nadie tiene más confianza que Stoner. Confianza en sus manos, pero también en su moto, un aparato que la temporada pasada se adaptaba a su estilo como un calcetín y que durante el invierno ha sido optimizada por los ingenieros de Ducati, que la han hecho más fácil de conducir. A la criaturita le resultaba difícil acelerar al salir de los virajes lentos y ahora puede hacerlo mejor. Sus rivales tiemblan.
Aunque le costó más que de costumbre entrar en calor, el aussie fue superando rivales a medida que pasaban las vueltas. Cruzó sexto la primera, quinto la segunda y ahí se quedó hasta la octava. De un plumazo, en un solo giro, se comió a Pedrosa, Lorenzo y Rossi y se colocó al mando. Consciente de que su rival apretaría los dientes, Lorenzo se deshizo de Il Dottore y trató de pegarse al colín de la Ducati roja. Lo consiguió durante un buen rato. Hasta que Stoner se cuadró, se sacó tres vueltas rápidas consecutivas que tenía guardadas (de la 13ª a la 15ª) y se largó como un disparo en una estampida de rabia, potencia y control. Con tanta charlatanería, ya se estaba aburriendo de dar vueltas durante las interminables sesiones de entrenamientos y ardía en deseos de que el Mundial comenzara. Ayer se descubrió por qué.
"Mi andadura en MotoGP no podía comenzar mejor", reconoció Lorenzo. "Hoy no tenía un ritmo de carrera demasiado bueno. Además, durante las primeras vueltas estaba agarrotado, como una tabla", dijo el balear. "Después me he ido soltando, pero al final se me han agarrotado los antebrazos y he pilotado bastante mal", ahondó Lorenzo, que no habló con Pedrosa. "Haber acabado tercero es una sorpresa porque hace unos días era el último en las pruebas", dijo éste. "No esperaba poder salir tan deprisa. Pensaba que me había saltado el semáforo en rojo", reconoció el de Honda.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.