Órganos en Torquemada
El Taller de Federico Acítores comenzó con 85.000 pesetas
Aunque su dedicación profesional como constructor de órganos acaba de cumplir el cuarto de siglo, Federico Acítores comenzó a interesarse por este instrumento en su época de estudiante, transcurrida en un seminario de Valladolid. Allí aprende a tocar el instrumento..., pero también allí siente la necesidad de conocer, de descubrir qué se escondía tras aquella inmensa maquinaria de madera y tubos de metal. Decide que tiene que descubrirlo y, después de oír hablar de Gabriel Blancafort, organero catalán, decide trasladarse a Collbató, un pequeño pueblecito de la provincia de Barcelona situado a los pies de la montaña de Montserrat. En este lugar, durante cinco años, Acítores se contagia de la pasión por el órgano, a la vez que va internándose en los entresijos de su funcionamiento.
El taller cerró el año 2006 con una facturación de 650.000 euros, pero este ejercicio esperan alcanzar los 700.000
La fabricación de un órgano puede llegar a necesitar dos años de trabajo y más de cuatro meses para su montaje
Emprendedores
Con los años, y los conocimientos adquiridos, Federico adquiere un modesto local en Torquemada (Palencia), adonde comienzan a llegarle encargos de iglesias y monasterios. En la mayoría de los casos, se trataba de restaurar viejas joyas, instrumentos anquilosados por el desuso y la expoliación.
Los primeros pasos
Era el año 1983 y el Taller de Organería Federico Acítores SL comienza a andar con un capital de 85.000 pesetas. En un primer momento, tan sólo Federico y su mujer, Ana María de la Cruz, trabajan allí. Luego se irán incorporando, como socios, Alfonso de la Cruz y, algo más tarde, Pascal Teubell.
Poco a poco, la cartera de pedidos va aumentando, lo que acaba por hacer perentoria la necesidad de buscar nuevas y más amplias instalaciones. Y es que, en el mundo de los melómanos, Torquemada ya empieza a ser localidad conocida no sólo por ser cuna del inquisidor y solaz de sabrosos pimientos, sino también por un taller artesanal en el que se taladran maderas y se afinan tubos armónicos.
Finalmente, la empresa decide trasladarse con la música a otra parte... encontrando perfecto acomodo en una nave industrial de 1.000 metros cuadrados ubicada en el polígono de Torquemada. Las nuevas instalaciones, expresamente levantadas para la función que iban a cumplir, disponen de la maquinaria necesaria para el moderno tratamiento de la carpintería de madera y metal. Federico enfoca su labor hacia la dirección del equipo que trabaja en el taller, "además, realizo labores específicas de proyecto, diseño y cálculo. También armonizo los órganos que construimos y restauramos".
Caminando por las modernas instalaciones de la factoría, el visitante va descubriendo los distintos espacios en los que desempeñan su labor los empleados del taller. En concreto, la factoría está dividida en salas específicamente destinadas y equipadas para la realización del oficio: carpintería mecánica, ebanistería, almacén de maderas, cabina de barnizado, taller de herrería, tubería, sala de armonización, oficinas y sala de montaje. En total, 14 trabajadores.
A pesar de las dificultades que imprime ser prácticamente autodidacta, el trabajo no falta. Templos religiosos, conservatorios de música y particulares siguen demandando órganos ibéricos al taller Acítores. "El órgano más grande que hemos construido ha sido el del santuario de Gemma en Barcelona, con tres teclados, 3.000 tubos, nueve metros de altura, 12.000 kilos de peso y cerca de medio millón de euros de presupuesto", detalla Acítores.
Años de trabajo
Las cifras dan una clara idea de la laboriosidad que entraña su fabricación, para la que han sido necesarios dos años de trabajo y más de cuatro meses para su montaje en el templo, apunta el maestro, que ironiza sobre cuál es la parte más costosa y difícil del proceso. "Después de 20 años, ya no sé si es más complicado dibujar los secretos (la caja donde van colocados los tubos), estar pendiente de todo el montaje o pensar en el diseño del órgano en función del entorno y del cliente. Creo que me inclino por lo último, para lo que cuento con la ayuda de mi mujer". Al final, Federico optó por hacer un poco de todo... y la apuesta no le ha salido mal, teniendo en cuenta que 2006 se cerró con una facturación de 650.000 euros, y este ejercicio espera rondar los 700.000... Buen negocio recuperar los sonidos de la antigüedad.
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