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Reportaje:Abierto de Australia

Dos novatos contra la presión

Djokovic y Tsonga buscan su primer título en un grande, el primero, desde enero de 2005, por el que no lucharán ni Federer ni Nadal

Un trueno sacudió África en 1974. Ocurrió en Kinshasa. Concitó la atención del mundo. Y se llamó The Rumble of the Jungle: Mohamed Alí le ganó el título mundial de los pesos pesados a George Foreman. Fue un combate precedido de bravatas. La noche que confirmó a la guerra psicológica como arma. Y allí estaba con su cámara de fotos el padre de Jo-Wilfried Tsonga, que hoy lucha con Novak Djokovic por el título en Melbourne.

La final (9.30, Cuatro) mide a dos veinteañeros con la misión de derrocar a Roger Federer y Rafael Nadal. A dos tenistas ante el momento que debe investirles como candidatos a todo para el resto del año. Y un recuerdo reciente explica los peligros de la presión, la ambición y la inexperiencia, que afectan desde la derrota en semifinales de Federer a los mejores jugadores del circuito: Djokovic perdonó cinco bolas de set en la primera manga y dos en la segunda en la final del Abierto de Estados Unidos 2007, que perdió precisamente ante el suizo.

Djokovic: "Es un poco extraño tener 20 años y ser el favorito. Va a ser interesante"
"Esto no es diferente a disputar cualquier otra final", sentencia el jugador francés

"Honestamente, no seré yo quien vaya a decirle a Jo: 'Escucha, no te fíes, no te dejes atrapar por sus trucos'. Ni siquiera le voy a hablar de eso. Confío en él. Va a tener enfrente a un jugador con mucha más confianza, al número tres del mundo, pero...", reflexiona Eric Winogradsky, el técnico del francés, sentado en el restaurante del club de Melbourne. "No voy a decirle que hay un país entero detrás suyo, porque no quiero que diga, 'Mierda, hay x millones de espectadores que me están observando'. Quiero que juegue para él. Ése siempre ha sido nuestro leit motiv. Punto".

¿Y Djokovic? "Sé que tengo que creer en mí mismo, ser positivo en la pista y no ponerme nervioso", contesta cuando se le recuerdan sus problemas de la final estadounidense. "Tengo que ser agresivo. La presión es algo natural. Si no lo sientes es que algo malo pasa contigo. Como uno de los mejores jugadores del mundo, siempre tienes mucha presión sobre tu espalda. Ya saben: 'Deberías llegar lejos en el torneo, deberías ganar".

Tsonga se presentó ayer en el club de Melbourne vestido con su sempiterna camiseta azul y transmitiendo una perezosa tranquilidad. Dio una rueda de prensa construida sobre monosílabos y sonrisas, acortada por su inglés precario y apuntalada sobre una única idea: "Nada cambia. No es muy diferente para mí jugar la final de un torneo del Grand Slam que la de un Challenger. La única diferencia es que ahora vosotros estáis aquí y cuando jugaba un Challenger, no". El francés, que vive perseguido por los medios de comunicación, sólo se extendió en un punto: "He visto dos películas sobre Mohamed Alí. Mi padre estuvo en la pelea de Kinshasa contra Foreman porque es de Brazzaville. Hizo fotos, así que tengo ese recuerdo. Es una inspiración ahora, más que cuando era un niño. Su personalidad me inspira. Creo que tengo un tenis igual que su boxeo".

"Jo está totalmente distendido, superrelajado", avisa Winogradsky, con la cara abofeteada por el sol australiano. "Vamos a seguir nuestro pequeño programa, el mismo de siempre", continúa. "Lo más importante es comenzar bien el partido y demostrar solidez mental. Eso es lo que suele marcar la diferencia. El que menos preguntas se haga tendrá más éxito", añade. "Los dos primeros partidos ya fueron finales para Jo. Llevó particularmente bien el estrés, las emociones y la ansiedad".

Mientras tanto, Djokovic se siente favorito. Para él, la presión. Para él, las miradas. Para él, la sorpresa. "Es un poco extraño tener 20 años y ser el favorito en la final de un torneo del Grand Slam", concede. "Siento confianza. Ante algo así te olvidas de todo, de los partidos pasados, de la energía gastada, de las derrotas... Va a ser interesante ver quién de los dos se maneja mejor con la presión".

La final reúne hoy a dos novatos. El tenis celebra el primer campeón con palmarés a estrenar desde hace tres años. Y los dos candidatos, los dos hombres que han decidido desafiar el duopolio de Roger Federer y Rafael Nadal, se preparan para el partido y el resto del año con un objetivo: no temblar ante el ruido que adelanta la batalla que viene.

Djokovic (izquierda) y Tsonga, durante el Abierto de Australia.
Djokovic (izquierda) y Tsonga, durante el Abierto de Australia.AFP

La lucha que viene

La lista demuestra que hay tenistas que han cambiado la raqueta por el cuchillo. Novak Djokovic ganó el viernes a Roger Federer en su semifinal del Abierto de Australia, y su victoria ha revolucionado el mundo del tenis: el número uno, piensan los tenistas, ya no es imbatible. Conquistar su plaza, se dicen, ya no es un objetivo imposible. Y eso lo cambia todo. Eso obliga a revisar el calendario. Eso cambia la planificación de la temporada; eso provoca renuncias colaterales y hace que salga humo de los ordenadores.

Federer aparecerá mañana al frente de la clasificación mundial por 209ª semana consecutiva. En su casillero, 6.630 puntos. Nadal le seguirá con 5.980, a 650 de distancia, tras 132 semanas en esa posición, todo un récord. Luego, los perseguidores, ávidos de gloria. Hoy, Djokovic tiene 4.865 puntos. Si gana al francés Tsonga en la final se situará con 5.165, a 815 de Nadal y a 1.465 de Federer.

Tsonga, por su parte, puede protagonizar un salto clasificatorio escandaloso. En la general figuran 37 jugadores por encima de él. Si gana el Abierto de Australia sólo habrá ocho: entrará en el top ten como número nueve del mundo, con 1.789 puntos, desplazando al estadounidense James Blake y echando al argentino David Nalbandian del grupo de los diez mejores. La conclusión: todo seguirá igual aunque todo haya cambiado.

La tensa lucha que se avecina, favorecida por un sistema de competición que obliga a defender los resultados del curso anterior -lo que exigirá un esfuerzo hercúleo a Nadal hasta agosto-, ha afectado a otras competiciones. Emilio Sánchez Vicario, el capitán de la Copa Davis, dio a conocer el viernes la lista de convocados para el Perú-España, entre el 8 y el 10 de febrero: David Ferrer, Tommy Robredo, Fernando Verdasco y Nicolás Almagro. No viajará Nadal, al que su entrenador ha desaconsejado jugar sobre tierra batida en medio de la temporada de pista rápida. Tampoco lo hará Juan Carlos Ferrero, que fue el primer candidato a sustituirle y declinó la oferta por lo precipitado del asunto.

"Todos sabemos al nivel que está [Nadal] y las altas metas que tiene fijadas en ganar torneos del Grand Slam y llegar a ser número uno del mundo", argumentó en Barcelona el capitán español. "Todos sabemos la exigencia de nivel físico que eso representa y ha preferido seguir con sus objetivos. Si hay otra eliminatoria espero que pueda participar".

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