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Reportaje:PURO TEATRO

Daulte, entre Jardiel y Brian de Palma

Marcos Ordóñez

Cómo puede ser que te ame tanto, la nueva comedia de Javier Daulte (escrita en castellano y traducida al catalán -Com pot ser que t'estimi tant- por Víctor Muñoz), contiene, a mi juicio, un encuentro sorprendente. Si en Nunca estuviste tan adorable, Manuel Puig y Priestley compartían sofá conceptual, en ésta, recién estrenada en el TNC, Jardiel y Brian de Palma se guiñan (y nos guiñan) el ojo. Insisto en lo de "a mi juicio", porque aquí cabe hablar de conexiones intuidas más que de influencias ciertas. Me consta (se lo pregunté la otra noche) que Daulte desconoce, pongamos, Tú y yo somos tres, Eloísa está debajo de un almendro, Las siete vidas del gato o Blanca por fuera, Rosa por dentro, y sin embargo algo hay de todas ellas en Cómo puede ser que te ame tanto.

La parte del león (o de la leona) se la lleva Miriam Iscla por el fregolismo emocional (y literal) de su doble papel

Al madrileño Jardiel y al argentino Daulte les separa, está claro, un doble abismo, oceánico y generacional. Yo creo olfatear esos vínculos no tanto por la vía del humor, que también, sino especialmente por la concepción estructural de su teatro, desde lo que Jardiel llamaba la "molécula generadora" hasta su corolario, la "espiral delirante". Y la suculenta tendencia al exceso, y el gusto por lo fantástico y lo extraño, con un idéntico trasfondo de locura y muerte, de pasiones turbulentas e incontrolables. Todavía más: en el caso que nos ocupa, Jardiel y Daulte comparten ese procedimiento, tan olvidado y tan maravilloso, de escribir por encargo para una compañía, sin renunciar a su propia forma, a su propio mundo.

La historia de este espectáculo comienza hará un par de años, cuando las cinco actrices de T de Teatre, tras los éxitos de Pequeños cuentos misóginos, ¡Hombres!, Criaturas y Esto no es vida, buscan un nuevo formato, más allá de los monólogos temáticos y compartidos, y le piden a Daulte una comedia "a la medida". Se aplaude muy mucho el gesto, por el riesgo de cambiar de tercio y porque la pieza es un melodrama policial, con mucha risa y mucha complicación pero con un retrogusto amargo e inesperado. La "molécula generadora" no puede ser más jardielesca: dos gemelas enamoradas del mismo hombre. Con una supracláusula, por cierto, muy cercana al Mihura de Carlota: la investigación de un posible crimen acaba por provocarlo.

Ahí va el planteamiento, para que vayan abriendo boca y para no contar más de lo necesario. Lidia (Mamen Duch), felizmente casada pero con marido ausente, comienza a recibir llamadas anónimas de un psicópata. La agente Sonia (Àgata Roca), encargada del caso, descubre que los telefonazos parecen proceder de un gabinete de cosmética regentado por Mireia (Marta Pérez) y Lola (Miriam Iscla). A los cinco minutos de función llega, tras una larga y tormentosa ausencia, Candela (Iscla bis), la gemela univitelina de Lola, acompañada de su amiga Vicky (Carme Pla), el personaje más almodovariano del reparto, yonqui, lesbiana, alocada y más buena que el pan candeal: su relato, divertidísimo y atroz, de una reiterada violación infantil, es uno de los puntos álgidos del primer acto y una muestra inconfundible del Daulte's touch.

La comedia es una lección magistral de carpintería por partida doble: los sucesivos giros del texto no podían encontrar mejor plasmación que la espléndida, engrasadísima escenografía de Jon Berrondo (el Nacional permite trabajar a todo lujo) unificando en tiempos distintos esos dos espacios, la mansión y el gabinete, por los que las protagonistas entran y salen como fantasmas atravesando paredes. Y con otro detalle muy de Jardiel: la caja de música que, como en Eloísa, vincula ambas historias. La clave genérica, pues, es el thriller negro, y Daulte utiliza sus estrategias más clásicas, como la narración en off (evocadora, para los más veteranos, del legendario y radiofónico Taxi Key), pervertidas por bombas de fragmentación contemporáneas. Cuando empieza a girar la "espiral delirante" se produce esa mixtura entre Jardiel y Brian de Palma, el De Palma de Hermanas, por supuesto, con sus identidades disociadas, sus asesinos imprevisibles y sus flashbacks complementarios, ensamblados desde distintos puntos de vista, y también con el juego de máscaras y sustituciones de Misión Imposible.

Las cinco actrices están fantásticas, sobria e irónica Àgata Roca, atormentada Marta Pérez, tronchante Carme Pla, y Mamen Duch muy justamente perdida en el laberinto al que, sin comerlo ni beberlo, se ve arrojado su personaje, pero la parte del león (o de la leona) se la lleva Miriam Iscla por el fregolismo emocional (y literal) de su doble papel. Quizás, para mi gusto, la única pega estribaría en que el conflicto central de las dos gemelas está más evocado que dramatizado, y se narra, además, en uno de los momentos más frenéticos de la trama.

Hay comedia para rato, por talento autoral y actoral, y porque a todos nos encanta que nos lleven de sorpresa en sorpresa. Comedia o comedias, pues se produce el insólito caso de que Javier Daulte va a tener tres montajes en temporada. Cómo puede ser que te ame tanto estará en el TNC hasta el 9 de diciembre y luego comenzará gira. Mientras escribo estas líneas se habrá estrenado en la Villarroel barcelonesa su nueva versión de Intimidad, de Hanif Kureishi (en cartel hasta el 6 de enero de 2008), con Joel Joan y Clara Segura, que Daulte y Gabriela Izcovich dirigieron hará unos años, con elenco argentino, en el Lliure de Gràcia. Igualmente con compañía bonaerense ha presentado en Temporada Alta la ya citada Nunca estuviste tan adorable, una de sus obras mayores, que llegará, con reparto local, al Valle-Inclán en primavera (del 15 de mayo al 29 de junio) y poco más tarde, en pleno Grec, recalará en la Villarroel.

Hablando de argentinos prolíficos, también he visto estos días (en Cuarta Pared, gentileza del Festival de Otoño) Espía a una mujer que se mata, de Daniel Veronese, energética adaptación de Tío Vania, de la que les hablaré la semana próxima, junto con la crónica de otra perla: El gran inquisidor, de Dostoievski, servido por Peter Brook y Marie Hélène Estienne, con el shakespearianísimo Bruce Myers, en La Abadía.

Cómo puede ser que te ame tanto. Teatre Nacional de Catalunya. Hasta el 9 de diciembre. Plaça de les Arts, 1. www.tnc.cat

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