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El 'caso Alcàsser' se hace eterno en la Red

A los 15 años del crimen, Internet se llena de teorías conspiracionistas sobre el asesinato de Miriam, Toñi y Desirée y de culto hacia el propio suceso

El próximo martes día 13 de noviembre se cumplen 15 años de la desaparición y muerte de las conocidas como "niñas de Alcàsser", tres adolescentes de entre 14 y 15 años llamadas Miriam García, Desirée Hernández y Toñi Gómez vecinas de esa localidad valenciana. Sus ejecutores fueron Antonio Anglés y Miguel Ricart, dos delincuentes que las subieron a su coche cuando hacían autostop para violarlas y asesinarlas. Antonio Anglés, el ejecutor, escapó de la justicia -hasta hoy-, convirtiéndose en un fantasma. Miguel Ricart, su colega y colaborador, fue condenado a una pena de casi dos siglos de prisión hace diez años en un proceso muy mediático que inició eso que hoy se conoce como "juicios paralelos".

El martes hará una década y media que las tres chicas desaparecieron Una fundación pedía dinero en la Red utilizando la imagen de Desirée

Si hubo una primera teoría de la conspiración española mediática previa a la del 11-M -y también una utilización del marketing televisivo previa a la del caso Madeleine- se estableció alrededor del crimen de Alcàsser. Esa teoría fue impulsada por Fernando García, padre de una de las víctimas, y coreada por periodistas. En ella se apuntaba que el crimen era obra de una conjura de políticos e investigadores del caso. Sembró una gran duda sobre el sistema y, pese a que ha acabado en descrédito, impregnó a gran cantidad de ciudadanos.

Aunque, en la vida real, la gente no parece tener muy presente ese legado. "En Alcàsser no nos acordamos de estos aniversarios, es algo que no condiciona la existencia en el pueblo", explica Josep P. Gil, psicólogo en esta localidad, con largo contacto con el caso. Pero en Internet, en cambio, las teorías de la conspiración sobre el caso, como también un mito negro hacia Ricart y Anglés, tienen hoy día una vigencia escalofriante. "No es de extrañar", explica Gil, "la Red, con su anonimato, se ha convertido en un conducto perfecto para teorías paralelas que la vida real niega".

Si alguien busca "Antonio Anglés" en Google le aparecen 1.670.000 referencias. Si busca "Miguel Ricart", 964.000. La mayoría de ellas no corresponden a noticias de prensa o similares, sino a elucubraciones textuales llevadas a cabo por usuarios de la red en las que se defienden la existencia de conjuras que, ocasionalmente, hasta se enlazan con el atentado del 11-M. Por ejemplo, en algunos foros o en las intervenciones en el blog de Luis del Pino, promotor de los denominados "peones negros", se relacionan ambos casos como muestra de una larga voluntad política de ocultar la verdad real tan insidiosa como imaginaria. También en Internet existe un colectivo llamado El Palleter, que lleva largo tiempo promoviendo la oscuridad sobre Alcàsser. Su espacio virtual no sólo está dedicado ampliamente a la elucubración, sino a poner a disposición de quien lo crea oportuno todo tipo de declaraciones y documentos extraídos del sumario del caso, incluidas fotografías de objetos encontrados en los cadáveres (un reloj, una cruz de Caravaca). Asimismo, sus promotores recomiendan gran cantidad de otras páginas web y facilitan la versión completa digital del libro ¿Qué pasó en Alcàsser?, de Juan Ignacio Blanco, antiguo colaborador televisivo de Fernando García cuya relación acabó mal. El libro fue retirado de las librerías por orden judicial a instancias del abogado de Rosa Folch, madre de una de las víctimas, que no quería que la imagen de su hija -se incluían hasta fotos de autopsias- fuera tratada de ese modo.

"Nosotros intervenimos en su momento sobre Internet", explica Juan Segura, abogado de Rosa Folch. "Por ejemplo, hicimos que se quitara la página de una fundación de Fernando García que pedía dinero utilizando la imagen de Desirée, y también la de un colectivo de la conspiración llamado Viriato Luchador". Pero ese grupo ha reaparecido hospedado en otros sitios webs y hoy mismo ofrece el sumario entero del caso, y hasta el contenido de las actas judiciales, aparte de todo tipo de mensajes contra la administración de justicia y el legislador. Los nuevos fenómenos de la red no son ajenos en absoluto a este culto decadente, y en Youtube abundan los vídeos de pintorescas intervenciones televisivas de quienes fueron citados como testigos en el juicio. También en la comunidad internacional de usuarios Myspace hay una página dedicada al crimen con fotos de las víctimas. En ella se escucha una canción de música de baile dedicada al suceso (se llama Crimen en Levante) y proliferan las opiniones recientes -pretendidamente modernas e irónicas, pero enfermizas- de usuarios con acceso a la página. Aunque quizás lo más sorprendente sea que Anglés y Ricart tienen en este momento en la red sendas páginas web personales no autorizadas en las que el webmaster se pone en el rol de los respectivos autores del crimen.

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Un preso sin permisos

Miguel Ricart, hoy en la cárcel de Zuera, permanece encerrado -uniendo el tiempo pasado en prisión provisional con el cumplimiento de la condena propiamente dicha- desde 1993. A punto ha estado alguna vez de conseguir permiso, pero se ha evitado, en buena parte, por la intervención de los abogados de la asociación Clara Campoamor, responsable de la acusación popular durante el juicio. No obstante, pronto podría solicitar de nuevo ese privilegio. De Antonio Anglés nada se sabe. Lo último que se considera es su paso por un barco con destino a Irlanda que zarpaba desde Portugal. Sigue entre los más buscados en la página web de la Guardia Civil, aunque no ayuda a su posible identificación internacional la indicación de que su edad es de 26 años de edad -eso tenía cuando desapareció- ya que hoy debería tener más de 40. Su familia ya no vive en el pueblo de Catarroja, como tampoco la de Miguel Ricart (su padre murió).

Fernando García puso un negocio de venta de colchones frente a la casa de los Anglés, pero ya lo cerró. Viene teniendo relación con los tribunales por diferentes causas relativas a las acusaciones que vertió en televisiones, y con una fundación que creó con donaciones de gente anónima. A instancias de Rosa Folch, la Audiencia Nacional condenó al Estado a indemnizar con 300.000 euros a cada uno de los padres de las víctimas por permitir que Anglés disfrutara de un permiso penitenciario en el momento del crimen.

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