El Athletic vuelve al infierno
La expulsión de Del Horno deja a los rojiblancos en manos del Almería
Cualquier equipo que va ganando por 1-0 y se queda en inferioridad sabe que debe juntar las líneas y proteger el balón como el objeto más preciado. Cualquier equipo... menos el Athletic, que decidió alejar a su delantero centro (Aduriz) a 70 metros del central (pongamos que Amorebieta) y rifar el balón en cuanto caía en sus pies. Cualquier equipo que va perdiendo y goza de superioridad numérica, y al que el rival entrega el balón y cede el campo, interpreta que se le ofrece el partido en bandeja y se va a por él. Cualquier equipo... menos el Almería, que en cuanto empató de forma sencilla, casi sin esfuerzo, decidió que ya había concluido su cometido y se dio por satisfecho.
Con tales mimbres, el partido sólo podía ser un fiasco entre dos equipos incapaces de combinar con algún sentido, incapaces de promover una jugada individual, incapaces de crear un par de ocasiones de gol. Tanto fue así que cada uno metió la que tuvo y el resto fueron eso que, por llamarles de alguna manera, se llama llegadas al área.
ATHLETIC 1 ALMERÍA 1
Athletic: Iraizoz; Iraola, Aitor Ocio, Amorebieta, Del Horno; Etxeberria (David López, m. 55), Orbaiz (Expósito, m. 72), Javi Martínez, Susaeta; Aduriz y Vélez (Koikili, m. 46). No utilizados: Aranzubia; Llorente, Murillo y Muñoz.
Almería: Cobeño; Bruno (Natalio, m. 46), Carlos García, Acasiete, Mané; Ortiz, Soriano, Juanito (Corona, m. 46), Melo; Crusat (Uche, m. 80) y Negredo. No utilizados: Alves; Aitor, Cabrera y Pulido.
Goles: 1-0. M. 31. Saque de banda de Del Horno, Aduriz peina y Etxeberria mete la puntera. 1-1. M. 62. Saque de esquina de Corona que cabecea Melo ganando la acción a Amorebieta.
Árbitro: González Vázquez. Expulsó a Del Horno (m. 42) por una dura entrada a Bruno. Amonestó a Iraola, Ocio, Javi Martínez, Susaeta, Juanito, Melo, Carlos García y Corona.
Unos 37.000 espectadores en San Mamés.
El Athletic juega con fuego. Poco a poco, va quemando el efecto Caparrós (un equipo aguerrido, bien armado, difícil de superar, con poquito fútbol, pero de los que oponen muchas dificultades) para parecerse al de anteriores ediciones: hueco y que flaquea a la menor adversidad. Es curioso, pero nadie confía en el Athletic cuando está en inferioridad numérica ni cuando está en superioridad. Pero, además, le falta gol. Y eso que ayer Etxeberria rompió una pequeña maldición: en el minuto 31 se anticipó con la puntera a la salida del portero y marcó como en sus viejos tiempos. Marcaba después de tres años y medio de sequía en San Mamés. Casi nada para el que fuera un delantero goleador. San Mamés se rindió a su capitán. Un doble placer que duró poco. Los once minutos que mediaron entre la buena acción de Etxeberria y la mala acción de Del Horno, que llegó tarde a frenar una internada de Bruno y le atizó en la espinillera. Podía ser amarilla, pero fue roja porque González Vázquez tenía el día alterado, taquicárdico, y convirtió un partido tranquilo en una exhibición de tarjetas insulsas.
Hasta ahí llegó el Athletic. Hasta ahí le duró su discurso mental porque desde entonces todo lo hizo mal. Y ahí empezó el Almería, gracias a la velocidad de Crusat y el buen hacer de Corona, que salió tras el descanso. Al Almería le gusta tocarla. Es la antítesis del Athletic, que todo lo confía a las virtudes del pasado más lejano. Y, tocando y tocando, encerró a su rival, aunque el gol llegó en un saque de esquina en el que se durmió Amorebieta observando el vuelo del balón. Vamos, que los dos futbolistas bajo sospecha la pasada semana por trasnochar supuestamente en la discoteca acabaron siendo protagonistas por distintos motivos.
Y así se fue el partido. Sin ninguna emoción, sin nada para el recuerdo, sin que San Mamés se libere de los viejos fantasmas, sin que el Almería (muy fiable a domicilio) se pueda confiar visto lo visto (sobre todo, su flaqueza defensiva en el juego aéreo). El partido sólo pasará a la historia por ser la primera visita de este nuevo Almería a San Mamés. Y las flores a Pichichi. Y esas cosas.
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