Un problema con nombre de mito
El Athletic no sabe qué hacer con Julen Guerrero, al que hizo un contrato vitalicio y ahora no encuentra hueco en su organigrama
"Y con Julen, ¿qué hacemos?", le preguntó un directivo a Fernando García Macua en la primera reunión de la junta del nuevo presidente del Athletic. "Ese tema lo solucionaré personalmente", respondió. Pero no ha sido así. El ex jugador sigue blindado con un contrato vitalicio al club sin tener un cargo concreto y después de haber pasado sin ninguna gloria por varios estamentos de la entidad.
Julen Guerrero (Portugalete, 7 de enero de 1974) fue un mito en un club siempre necesitado de ídolos que justifiquen la voluntad de ser diferentes. Pero ahora es un problema. Le llamaron la perla y Julen, que por decirlo en boca de Clemente "era Dios", diríase que es hoy un tema casi tabú, un personaje del que nadie quiere hablar, ya preguntes en el palco, en Lezama o entre quienes fueron sus compañeros y entrenadores en los 14 años que vistió la zamarra rojiblanca. Precursor de lo que es ahora un jugador mediático, la imagen de Julen llenó España y hubo años en los que todo restaurante que se preciara debía lucir una foto del interior junto al dueño colgada en la pared.
Producto de la siempre prolífica cantera de Lezama, Julen Guerrero marcó a una generación de seguidores rojiblancos, como antes lo hicieron Zarra, Gainza, Iribar y Rojo. En San Mamés hubo un antes y un después de la irrupción de Julen Guerrero en el fútbol español, que aconteció el 6 de septiembre de 1992. Le dio la alternativa Juup Heynckes contra el Cádiz. Marcó un gol y en los 356 partidos que disputó en Primera, siempre vestido de rojiblanco con el número 8 a la espalda, marcó 101 goles. Julen se convirtió, o le convirtieron, en mito cuando ni siquiera había acabado su formación. Todo fue tan rápido que a los 26 años, cuando Luis Fernández le dejó en el banquillo por primera vez, su carrera entró en barrena.
De la mano de Javier Clemente se convirtió en internacional. Tenía 20 años. Jugó 41 partidos, marcó 18 goles y participó en el Mundial de 1994 y en el de 1998 con la selección. En aquellos tiempos recibía una oferta cada semana; de Italia, del Bayern Múnich, del Barcelona, del Madrid... "Intentamos fichar a una cuestión de estado", suele recordar Jorge Valdano, entonces entrenador del Real Madrid. José María Arrate convirtió a Guerrero en icono del club poniéndole sobre la mesa un contrato que, con la perspectiva que dan los años, marcó absolutamente la carrera del jugador. El documento le garantizó ser siempre el futbolista mejor pagado del equipo y le otorgó el brazalete de capitán, una imposición que sentó fatal entre sus compañeros, que nunca reconocieron como líder a ése al que llamaron "el 8" desde entonces. Un contrato, en suma, que le garantizó seguir ligado al club cuando colgara las botas, decisión que sólo dependía de él, ya fuera como entrenador, ejecutivo, representante institucional o lo que Julen quisiera.
Ese contrato lo redactó Lamikiz como secretario de la junta de Arrate, y finalmente lo rompió el propio directivo siendo presidente, cuando le abrió la puerta trasera del vestuario definitivamente. Julen cerró de manera injusta una carrera que no atinó a manejar. Cuando perdió el gol, dejó de existir como jugador, convirtiéndose en un problema para los entrenadores que pasaron por San Mamés, a excepción de Clemente. El de Barakaldo trató de resucitar a la perla en su última estancia en Lezama. Fracasó también.
Finalmente, el 11 de julio de 2006, un día después de empezar el trabajo de pretemporada, Guerrero comunicó entre lágrimas su adiós a la práctica deportiva y se incorporó al cuerpo técnico de Lezama como entrenador del juvenil de División de Honor, donde tuvo problemas con los chavales y no sacó rendimiento al equipo.
Convencido de que la fórmula de Lezama no funciona, Julen aceptó la oferta del candidato Elkoreka y dando la mano a Imanol Ibarrondo se metió en la carrera electoral siendo empleado del Athletic dentro de un proyecto que incluía la presencia de Horts Wein, gurú alemán de la enseñanza formativa y a Josu Urrutia, ex jugador del Athletic, con el que Julen lleva años sin hablarse. Elkoreka perdió las elecciones y en el nuevo organigrama de Lezama no encajó Guerrero, que a estas alturas ya sólo pretende una salida digna del club, acorde al menos con lo que él representó un día en el Athletic. "Se lo deben", dicen sus amigos, que no olvidan que hace un año renunció a un contrato blindado por otro que le reportaría una indemnización de 45 días por año trabajado.
"Y con Julen, ¿qué pasa?" se pregunta la afición.
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