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Reportaje:

La ética en danza

Cien bailarines compiten por participar en el próximo montaje del Centro Coreográfico

La única certeza, de momento, sobre la nueva producción que prepara el Centro Coreográfico Galego (CCG) para el próximo año es que versará sobre la falta de ética en la sociedad actual. El coreógrafo y bailarín español Roberto Oliván, encargado de crear y dirigir el espectáculo que se estrenará en marzo, sólo tiene claro de momento el tema así como su voluntad de rodearse de un equipo que tenga "tanta fuerza en el ámbito del teatro como en el de la danza". Por eso, Oliván, que se define a sí mismo más como un director artístico que como un coreógrafo, organizó una audición atípica, concebida con talleres de baile y de dramaturgia durante cinco días, para seleccionar a los 10 jóvenes que le acompañarán en esta aventura.

Más de un centenar de bailarines e incluso artistas de circo, procedentes de los cuatro puntos cardinales de Europa, compiten esta semana en Oleiros por conformar, en la temporada 2007-2008, el cuerpo de baile del centro gallego que nació el año pasado. Las instalaciones del Instituto Nacional de Educación Física se han convertido en una auténtica torre de babel. A la mezcla de idiomas, con predominio del castellano, inglés, italiano y francés, se añade el lenguaje del cuerpo, tanto rítmico como gestual, que los aspirantes practican durante las pruebas que consisten en realizar movimientos de danza, imitar el grito de una oveja o discurrir frases para una breve improvisación escénica con la que son llamados a demostrar su capacidad para el ingenio y la actuación. "Quiero un equipo muy creativo y que se involucre, no se trata de buscar al mejor, sino a quienes valgan no sólo para el baile sino también para crear", señala el coreógrafo, que en su ya dilatada carrera destacó como miembro de la compañía Rosas, de la belga Anne Teresa Keersmaeker.

En el mundo de la danza, a ninguno le extraña que una convocatoria como la del CCG genere tanta demanda, más de 110 aspirantes, para sólo diez plazas. Tampoco se sorprenden del proceso de audición, largo y complejo. "Hay mucho paro, y estamos muy acostumbrados a viajar a cualquier parte para tratar de trabajar", cuentan unas jóvenes. Sólo hay una treintena de gallegos entre los que compiten para formar parte de la segunda producción de este centro adscrito al Instituto Galego das Artes Escénicas e Musicais, que inició su andadura en 2006 con Vacuo. Entre los aspirantes hay una clara mayoría de mujeres.

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