Miradas
Hay miradas afectuosas, amorosas, libidinosas, desafiantes, risueñas, tristes... Y miradas de un toro de Victorino con guasa, de ésas que parecen decir "como te coja, te vas a enterar..." Habría que preguntarle a la terna de ayer qué se siente, además de respeto y miedo, a escasos centímetros de esos ojos intensos y fijos, que parecen faros de un peligro inminente del que hay que guardarse. Sólo por aguantarlas con aparente serenidad habría que otorgarles el título de héroes.
No fue fácil, ni mucho menos, la corrida cinqueña de Victorino Martín. Interesantísima toda ella; algunos muy bien presentados, como el cuarto y el quinto, todos hicieron una aceptable pelea en varas y no ofrecieron facilidades a la hora de embestir, a excepción del primero, que desarrolló nobleza y largura, especialmente por el pitón izquierdo. Los demás desplegaron todo un abanico de miradas aterradoras, molesto gazapeo, medias embestidas, brusquedad y aspereza para dar y regalar. Y allí estuvo la terna, seria y circunspecta, como no podía ser de otra manera, pero sin perder nunca la compostura ante tan serio compromiso.
Martín/Liria, Padilla, Cortés
Toros de Victorino Martín, bien presentados, bravucones, descastados y muy difíciles. Noble el primero. Pepín Liria: tres pinchazos y media tendida (ovación); dos pinchazos y estocada (ovación). Juan José Padilla: bajonazo (palmas); casi entera baja (ovación). Salvador Cortés: estocada (palmas); sufrió en el sexto herida de siete centímetros en la pared abdominal derecha con trayectoria ascendente de 20 centímetros. Pronóstico grave. Mató Liria de media estocada (ovación). Plaza de la Malagueta. 20 de agosto. Última de feria. Casi lleno.
El bravo Pepín Liria perdió una oreja en cada toro porque estuvo hecho un pinchauvas, aunque se jugó el tipo, como suele ser habitual en él, sobre todo en el cuarto, dificultoso y con escaso recorrido. Brindó a la concurrencia y planteó una pelea sin cuartel en la que los pases no podían ser limpios ni templados, pero sí emocionantes por la creciente violencia del animal. Tragó quina el torero murciano y se ganó el favor del respetable, que se desanimó al fallar con la espada.
Sin embargo, el mejor toro, el primero, también le tocó a Pepín, y su oponente le ganó la partida. Posiblemente, no le habría entrado el cuerpo en caja al comienzo del festejo; lo cierto es que el animal, muy astifino, gazapón y blando, humillaba al embestir con largura y templanza, sobre todo por el lado izquierdo. Liria trazó algunos naturales largos y bellos, pero su labor no fue maciza ni estuvo rematada. No llegó a confiar en sus posibilidades ni fue el torero poderoso de otras tardes. Citó con frecuencia al hilo del pitón y el toro lo arrolló, le desgarró la taleguilla y a punto estuvo de engancharlo. Mató mal otra vez y se olvidaron pronto los buenos pasajes de una faena irregular.
Menos suerte tuvieron sus compañeros. Padilla y Cortés bailaron con sendos lotes de muy feo comportamiento y miradas insoportables. Toros tobilleros, de medias arrancadas, derrotes por doquier, ayunos de casta y nobleza y borrachos de malas ideas. Padilla se justificó sobradamente, banderilleó con oficio y demostró su buena técnica para sortear el peligro.
Muy mal lo pasó Cortés ante el último, un peligrosa alimaña que metió el miedo en el cuerpo a las cuadrillas, y a la que, erróneamente, intentó torear sin éxito por naturales cuando el toro lo que quería era lanzarlo por lo aires, hasta que lo hirió en la zona inguinal. Valiente, también, ante el tercero, de la misma mala calaña.
Hoy en Almería: toros de El Ventorrillo para Enrique Ponce, Juan Bautista y Eduardo Gallo.
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