"No pretendo hacer ninguna revolución"
Su posición es, cuando menos, incómoda. Juan Carlos Marset (Albacete, 1963), el nuevo director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, asumirá el lunes el cargo en medio del malestar generalizado del sector. No por su nombramiento, ni porque se cuestione su gestión como concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Sevilla desde 2004, ni su valía para hacerse cargo del INAEM. Sino más bien porque las gentes del teatro, la música y la danza no entienden que el ministro de Cultura, César Antonio Molina, se haya "precipitado" a destituir a su antecesor, José Antonio Campos, figura reconocida a lo largo de los años por Gobiernos de todos los colores políticos. Juan Carlos Marset, prudente, zanja toda polémica de un plumazo. "No voy a entrar a valorarlo. Me parece intrascendente. Lo lógico es que un ministro se rodee de un equipo acorde con sus prioridades y con sus objetivos".
"No voy a entrar a valorar la polémica. Lo lógico es que un ministro se rodee de un equipo acorde con sus prioridades y objetivos"
Marset, poeta, profesor titular de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad de Sevilla y "amigo de Campos" y de Molina, ha recibido el encargo de revitalizar el INAEM y tratará de hacerlo en los ocho meses que quedan de legislatura sin prisa, pero sin pausa. "No, no, revoluciones yo no pretendo hacer ninguna, lo que yo quiero hacer en la medida de lo posible es fortalecer la institución, dar agilidad y eficacia a sus mecanismos de funcionamiento, abrirla a la participación de los sectores y darle también a la gestión un espectro territorial". Y añade: "En ningún caso vengo a enmendarle la plana a José Antonio, sino a trabajar tal vez con otras prioridades o con otros criterios que se irán estableciendo en el marco general del proyecto del ministro".
De hecho, su intención, al menos sobre el papel, es continuar con la transformación del Instituto en agencia estatal -para dotarle de una mayor autonomía de gestión- y trabajar codo con codo con la misma gente en la Zarzuela, el Centro Nacional de Teatro Clásico, el Centro Nacional de Danza, el Centro Dramático Nacional y el resto de unidades de producción. ¿Tiene previsto formar su propio equipo y cambiar las cabezas de estos organismos? "No tengo previsto cambiar nada. Por principio, no. Si hay que hacer algún ajuste se hará, pero no por principio. En Sevilla cuando llegué no cambié a nadie y me he ido sin cambiar a nadie".
Marset, premio de Poesía Adonais 1989 por Puer profeta, artífice del Instituto de la Cultura y de las Artes de Sevilla (ICAS) y hombre muy vinculado a la música contemporánea, llega con ánimo de dialogar con los profesionales del sector y con las instituciones. Primero para conocer bien el ámbito que está llamado a gestionar; después, para efectuar su propio diagnóstico, y finalmente para atacar problemas que hoy reconoce, con humildad y sinceridad, no tiene totalmente controlados. "Los problemas reales del teatro no los conozco", dice. "Voy a empezar por informarme".
Por ahí, va a intentar ganarse al sector, aunque tampoco ha sentido en ningún momento que no esté con él. Las críticas no parecen haber hecho mella en la confianza que tiene en sí mismo. ¿Se ha sentido incómodo? "En absoluto. Si quiere que le diga la verdad me lo han dicho, yo ni siquiera he visto las declaraciones que se han hecho". No ha leído al dramaturgo Juan Mayorga diciendo: "El cese de José Antonio Campos es una pésima noticia para todos. Su sustituto lo va a tener difícil para estar a la altura". Tampoco le ha llegado directamente la dura reflexión del poeta y adaptador teatral Luis García Montero: "Alguna vez podríamos aspirar a que un Gobierno socialista se tomara en serio la cultura y más que nombrar a escritores ambiciosos buscando un poder que no les da su propia literatura lo razonable es contar con técnicos de primera calidad como es Campos Borrego".
Marset, convencido de que su mirada periférica puede venirle bien al INAEM, dice haber recibido "muchas llamadas de ánimo y felicitación del sector" y, ayer mismo, se encontró con las muestras de apoyo del colectivo de actores, que ha recibido su nombramiento "con las mejores expectativas". Su secretario general, José Boso, confió en que se mantenga "el diálogo y se incremente en la medida de lo posible". También el PP, que criticó la destitución de Campos, le dio un margen de confianza. A él y a los nuevos cargos nombrados por Molina: José Jiménez, responsable de dicho Instituto en París desde 2004, como director general de Bellas Artes y Bienes Culturales; Javier Lanza, como director del gabinete del ministro. Y Carmen Caffarel, directora general de RTVE hasta el pasado 15 de enero, como directora del Instituto Cervantes. En este último caso, los populares lamentaron que su designación responda a una necesidad de "colocarla".
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