Lo 'friki' arrasa en el museo
Nueva York alberga entre sus calles un espacio dedicado a los más extravagantes
Los neoyorquinos son extremadamente alérgicos a Times Square. Hay muchas razones, pero la principal es el bombardeo visual y sonoro que acompaña el paso de miles de turistas que caminan embobados mirando hacia arriba mientras deciden cuál de las muchas ofertas de consumo desmedido pueden escoger. Por si hubiera pocas, se ha añadido una más: el Museo Ripley's Believe it or not! (¡Créaselo o no!).
Se trata de una franquicia que hoy tiene sedes en varias ciudades estadounidenses cuyo origen está en los viajes de Robert Ripley, una especie de Marco Polo que llegó a visitar 200 países durante la primera mitad del siglo XX y que se dedicó a recopilar información sobre curiosidades, personajes bizarros y artefactos extraños, construyendo una colección con más de 20.000 fotografías y 20.000 objetos. Primero creó un periódico-cómic con el que ilustraba las rarezas con las que se tropezaba: desde el supuesto hombre lobo de México a la jirafa albina de algún país africano. De ahí saltó a los libros para niños y más tarde conquistó la radio, creó series de televisión y finalmente fundó la cadena de museos Ripley's Believe it or not!
Lo sorprendente es que cuando el planeta entero está a un click de distancia gracias a Internet, y en una ciudad donde hay maravillas como el Museo Metropolitan o el Museo de Arte Moderno (MoMA), donde se puede ver la que quizás sea la mejor colección de arte moderno del mundo por 14 euros, haya gente aún dispuesta a pagar 20 por ver un kit anti-vampiros, una fotografía de un hombre con tres piernas, una vitrina con dos pelos del presidente Kennedy o el contenido del estómago de un tiburón (una pala, unos calzoncillos, una red, varios tornillos, un cinturón y la pata de una vaca).
"Es lo más molón que he visto en mi vida", comentaba un adolescente de un pueblo del estado de Massachusetts, tras ver una réplica de una momia egipcia. Había entrado en el Ripley's believe it or not! después de pasar tres días en Nueva York. Su madre confesaba que no se le había ocurrido pensar que igual en el Museo Metropolitan podrían haber visto una momia real en lugar de una de cartón piedra -en el Ripley's hay ambas cosas, objetos reales y copias-. "Pero aquí hay más cosas ¿no?" inquiría la mujer. El viaje a través de este establecimiento situado en plena calle 42 es una oda interminable al kitsch y a veces recuerda a los tristemente célebres freak shows que tanto éxito tenían antaño. En la puerta, dos personajes de cera, la mujer barbuda y su acompañante. Tras pagar la entrada, lo primero que uno se encuentra son fotografías del hombre más alto del mundo y una vaca disecada con seis patas llamada Slim.
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