Apio, violeta, parguelón o gay
Un profesor universitario reúne en un diccionario más de 1.500 términos relativos a la homosexualidad
El término gay hunde sus raíces en la palabra latina gaudium (gozo) y ha evolucionado a lo largo de los siglos, cruzando países y continentes, hasta adquirir el significado actual en la década de 1960 en Estados Unidos. Este vocablo es uno de los que más atención ha recibido en el Diccionario Gay-Lésbico: Vocabulario General y Argot de la Homosexualidad que ha elaborado el catedrático de Lingüística Inglesa de la Universidad de Alicante Félix Rodríguez y que la editorial Gredos prevé publicar a principios del año 2008. Con 1.500 voces será el diccionario más exhaustivo sobre la materia en España.
Del latín, la voz pasó al provenzal adquiriendo la grafía gai que se empleaba para referirse a algo divertido o alegre. En su trabajo, Rodríguez relata que cruzó el Canal de La Mancha y pasó al inglés en el siglo XIV, donde junto al significado de divertido adquirió connotaciones de actividad inmoral y se relacionó con la prostitución. A finales del siglo XIX gay se comienza a emplear para referirse a los homosexuales. Entre 1920 y 1930 la expresión se utiliza en la subcultura underground y salta al público en general en los sesentas a partir del movimiento activista surgido del Village de Nueva York.
El recorrido que hace Rodríguez en su obra incide en la etimología de las palabras, pero además rescata citas en las que aparecen las locuciones a las que se refiere y plasma una extensa lista de términos. La idea de elaborar el texto parte de otro proyecto, un diccionario del sexo y del erotismo "del que tengo 500 páginas escritas". De esta obra separó las relativas a la homosexualidad -" me salieron 70 páginas"-, por lo que abordó este proyecto como parte diferenciada. A partir de ahí, contó con la colaboración de escritores como Eduardo Mendicutti, José Infante o Leopoldo Alas. También rastreó en revistas gays, en novelas o de recogida de vocablos en reuniones con colectivos gays. Fueron cuatro años en los que "he buceado mucho", apunta.
De todo este trabajo recopiló acepciones limitadas a ambientes muy determinados como por ejemplo la de anguila, un término que se emplea para identificar a un chico delgado que acude a bares de osos (homosexuales corpulentos, velludos y con bigote) o el de cazador de osos: homosexual delgado atraído por los osos.
La lista de sinónimos que ofrece para el término gay suma más de 200, entre los que se encuentran apio, violeta, ganímedes, libélula, sape, parguelón, o las más frecuentes de sarasa, julandrón o marica. En otro epígrafe alude a expresiones sinónimas a la homosexualidad como entender, hacer agua la canoa, ser de café con leche, perder aceite, ser de Cádiz , de la cofradía de la media vuelta o del ramo del agua.
En cuanto a las lesbianas, "hay menos términos, unos 60, probablemente porque la visibilidad ha sido mayor entre el hombre". Entre ellos están los de brioche, costurera, tortillera, bollola e incluso Loyola de Palacio. "Lo tengo absolutamente referenciado", indica el autor.
Otra de las palabras en las que se detiene de forma especial es bujarrón como sinónimo de homosexual (bougre en francés). Su origen, relata, está en la asociación con la palabra búlgaro. En la Edad Media, los cátaros, que se definían por su gran ascetismo, fueron acusados de sodomitas debido a la relación que se estableció entre su contención sexual y el no valorar la procreación. De ahi la vinculación entre esta secta, de origen búlgaro, y sus presuntas précticas sodomitas. La raíz de este término, comenta Rodríguez, está también en la expresión inglesa bugger-off que se traduce por "que te den por saco".
El volumen sobre terminología homosexual no es el primer trabajo de Rodríguez sobre el significado de las palabras. En 1997 publicó en Gredos un diccionario sobre anglicismos y en 2005 otro sobre el argot militar.
"Me ocupo de la lexicografía de grupos con cierto estigma social. Es muy frecuente que los ambientes más marginales o cerrados sean los que nutren deforma más generosa el argot", explica Ferrer, que también es doctor en Lingüística Románica por la Universidad de Alberta (Canadá).
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