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"¡Es increíble!"

Los jugadores del Madrid abandonan La Romareda sorprendidos por el empate del Barça

Diego Torres

Capello cree en la magia de los números, en la cábala que interpreta los acontecimientos en clave mística, y en la fatalidad de ciertos sucesos. El Hotel Palafox, sede de la concentración del Madrid, registró varios acontecimientos misteriosos ayer antes del partido. Sobre las cinco de la madrugada se oyeron cantos en la calle: "¡Ahé-Zaragoza-ahé-ahé, ahé-Zaragoza...!". Una multitud de viandantes se dedicaron a cantar y a gritar consignas e insultos contra el Madrid y sus ídolos, privando del sueño al equipo y al cuerpo técnico durante una hora. Más tarde, ya con el sol bien alto, el presidente Calderón se quedó atrapado en el ascensor. Tardaron un rato en liberarlo. Para culminar la sucesión fatídica, Fabio Cannavaro decidió acudir al peluquero y se rapó al cero. Teniendo en cuenta que el italiano había mejorado sus prestaciones en la medida en que recuperaba la melena, el hecho de afeitarse el cráneo constituyó un error cósmico. Así debió interpretarlo Capello, exegeta de todas las ciencias, cuando vio que Helguera hacía penalti a Aimar con tanta claridad que no hacía falta empollarse el Libro del Esplendor en busca de descargos. No había coartada.

"Éste es uno de los campos más difíciles en los que he jugado", dijo Cannavaro, más serio que de costumbre, tras el partido. "Un punto aquí, es mucho", apuntó. Sucedió que la suerte desfavoreció al Madrid, con tanta fortuna, que fue la misma noche en que los astros perjudicaron al Barça. "Creímos que con el segundo gol la Liga se nos escapaba", dijo Higuaín, emocionado. "Pero este equipo no bajó nunca los brazos. Tratamos de no pensar en nada más que en nosotros. No nos interesaba otra cosa. Yo no escuché la radio".

"Roberto Carlos me puso el centro, le pegué y paró César", recordó Higuaín. Faltaban cinco minutos para el final cuando el campeonato se dio la vuelta como una tortilla. El remate de Higuaín acabó de rebote en las botas de Van Nistelrooy. El holandés fusiló por bajo y empató el encuentro. "¡Ha sido increíble!", dijo Van Nistelrooy. "Hoy no hemos jugado bien, pero este equipo siempre ha tenido determinación. Con esa fuerza interior hemos solucionado el problema, gracias al Barça. Ha sido increíble que el Espanyol empatara. ¡Y creo que en el mismo minuto en que yo marqué!".

"¡Es increíble!", confirmó Emerson. "A lo mejor en esta Liga está escrito que debemos ganar nosotros. Ahora hay que esperar a jugar con el Mallorca. De momento, en vista de lo que ha pasado en Barcelona, este punto ha sido muy importante. Ya tenemos el título muy cerca".

"Los hemos perdonado", lamentó el portero del Zaragoza, César. "En la primera parte hemos tenido muchas ocasiones y no las hemos resuelto. Después lo hemos pagado".

Una tormenta se abatió sobre Aragón coincidiendo con el partido. El pitido final del árbitro se confundió con los truenos. Al oírlo, el banquillo del Madrid saltó al césped. Detrás acudieron los directivos y con el presidente Calderón al frente. Los jugadores se quitaron las camisetas, los guantes, los brazales, lo que pudieron, y se lo arrojaron a los hinchas madridistas. La escena tuvo fuerza de alirón. Los jugadores se abrazaban. Beckham saltaba y cojeaba al mismo tiempo. Los técnicos se daban la enhorabuena, con Capello haciendo gestos rabiosos. En medio del festejo apareció el presidente. Calderón dio la vuelta olímpica al estadio. Luego explicó en la SER que su gesto no pretendió ser irrespetuoso: "Lo hice para agradecer a nuestros aficionados todo su apoyo. Esta ha sido una temporada muy difícil. Hemos pasado por muchos sinsabores. Zaragoza era nuestro último desplazamiento y creí conveniente agradecer a los seguidores todo su apoyo. Los he citado en el Bernabéu el próximo fin de semana. Ahora tenemos que ganarle al Mallorca".

Beckham, al término del partido.
Beckham, al término del partido.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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