Edward Yost, padre del globo moderno
Con quemadores de propano, sustituyó los aerostatos de helio por los de aire caliente
Ed Yost, padre del globo de aire caliente moderno, falleció en su casa de Taos, en Nuevo México, a causa de un paro cardiaco. A él se le atribuye el desarrollo de la tecnología necesaria para hacer volar los globos mediante la combustión de gas propano, propiciando el nacimiento del globo aerostático moderno, el más común para fines recreativos.
Antes de la entrada de Yost en el mundo de la aeronáutica, los globos que surcaron los cielos durante unos 160 años fueron fundamentalmente los globos en los que no mediaba ningún tipo de combustión, que se hinchaban con hidrógeno, menos pesado que el aire y que flotaban con facilidad. Podían alcanzar una altura mayor que los globos de aire caliente, inventados por los hermanos Montgolfier en 1783, el mismo año en que se probó el primer globo de gas, pero también eran mucho más peligrosos puesto que los de hidrógeno eran más difíciles de dirigir y solían prenderse fuego solos.
Lo que hizo Yost fue recuperar la idea original de los Montgolfier y desarrollarla. A finales del siglo XVIII, los dos jóvenes franceses habían observado cómo en la fábrica de papel de su padre, en el pueblo de Annonay, los papeles flotaban al ser quemados, como ocurre en las chimeneas. De ahí que pensaran que ese mismo principio pudiera aplicarse al vuelo. Construyeron un balón de lino y papel del que colgaron una cesta, pusieron dentro una estufa con paja y el experimento funcionó: los gases producidos por la combustión elevaron el globo. Sin embargo, su método también presentaba muchos riesgos de incendio, y el globo de hidrógeno, después sustituido por el de helio, un gas no inflamable pero caro, se convirtió en el más popular.
Hasta que a finales de los años cincuenta, Yost, que trabajaba para una empresa que se dedicaba, entre otras cosas, a abastecer de helio a los globos de gas, empezó a pensar en cómo convertir estos aparatos en mecanismos más seguros y más económicos. La Marina le contrató para ello y Yost inmediatamente pensó en los hermanos Montgolfier.
El 22 de octubre de 1960, este amante de los cielos construyó un quemador de propano, lo colgó de un globo abierto y se elevó sobre Bruning (Nebraska) durante 25 minutos, marcando así el nacimiento del globo moderno. Tres años después cruzaba el canal de la Mancha y en 1977 conseguía atravesar el Atlántico en tan sólo cuatro días utilizando el mismo sistema.
En 1999, el Aero Club de Nueva Inglaterra le concedió el Godfrey L. Cabot Award, que reconoce la contribución "única, significativa y sin precedentes" al progreso de la aviación.
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