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Crítica:FERIA DE CÓRDOBA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Hambre de triunfo

Antonio Lorca

Los mejores muletazos de la tarde surgieron de la muñeca del sevillano Oliva Soto. Es torero sensible y artista, y aprovechó la nobleza dulzona del tercer novillo para dibujar unos muletazos largos, elegantes, reposados y templados, hermosamente ligados con el de pecho. Es, ciertamente, un novillero con chispa, con ese pellizco que distingue a los que nacen tocados con el embrujo sevillano. Su futuro es una incógnita, pero ahí queda el sello de quien atesora una esperanza para los buenos aficionados.

Ése fue el caso de Oliva Soto, que nada pudo hacer en el sexto que se lesionó al comienzo de la faena de muleta, pero el torero que animó la tarde, quien puso calor y emoción, gallardía y valor..., quien de verdad demostró que tiene hambre de triunfo fue un chaval mejicano que acaba de cumplir los 18 años y responde al nombre de Joselito Adame.

Fuente Ymbro / Luque, Adame, Soto

Novillos de Fuente Ymbro. Bien presentados, faltos de fuerza, sosos y nobles. Daniel Luque: Media estocada (silencio); casi entera perpendicular (ovación). Joselito Adame: Estocada trasera (oreja); estocada baja (silencio). Oliva Soto: Dos pinchazos y tres descabellos (vuelta por su cuenta); cuatro pinchazos (silencio). Plaza de toros de Córdoba, 22 de mayo. Novillada de feria. Menos de media entrada.

No parece un exquisito, ni su toreo deslumbró por su embrujo, pero demuestra unas ganas impropias en el escalafón actual. Recibió a su primero de rodillas en la puerta de chiqueros, lo veroniqueó muy animoso, sufrió una impresionante voltereta cuando lo llevaba al caballo, puso banderillas con poderío, y comenzó la faena de muleta de manera arrolladora, con una encomiable disposición. Unos estatuarios ceñidos los cerró con un pase de la firma de enorme elegancia, y aún tuvo tiempo de lucirse en una tanda de derechazos -la muleta siempre puesta en la cara del novillo-, que levantaron los ánimos de los espectadores. Su oponente, de muy escasas fuerzas, no dio para más. Montó la espada, se tiró materialmente sobre el morrillo del animal y cobró una estocada trasera y baja que no impidió que paseara una merecida oreja.

No bajó el diapasón de su toreo en el quinto, un toro de poco gas, con el que se mostró más reposado y templado. Tuvo menos fortuna al colocar banderillas, se lució con el capote y la faena de muleta tuvo menos enjundia por la sosería del animal. Quedó, sin embargo, la impronta de un chaval mejicano que no viene a perder el tiempo, que quiere ser torero y que parece dispuesto a triunfar a fuerza de darlo todo, aunque su toreo no esté tocado por la mano del arte.

Fama de artista tiene Daniel Luque, que mañana toma la alternativa en Nimes, y que en su despedida de novillero no ha lucido más allá de su elegancia y finura, no exenta de falta de arrojo y vibración.

Sus novillos no fueron aptos para el triunfo, pues en ambos predominó la falta de fuerzas y la sosería; tuvo detalles de torería, de buen gusto y empaque; un par de verónicas, una media, un remate... Pero faltó la garra y la decisión. Quizá, era la responsabilidad de la inminente alternativa que se convierte así en un difícil examen para el novillero sevillano.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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