El paseo de Briatore
Nueve y media de la mañana. Llega la hora de que los pilotos tengan el primer contacto con la pista. La primera sesión de ensayos libres arranca a las diez. Quince minutos antes, el italiano Giancarlo Fisichella cruza el pasillo que divide el paddock y entra en el box. Un par de minutos después le sigue Heikki Kovalainen, el finlandés que ocupa la plaza que Fernando Alonso dejó al irse a McLaren. De Flavio Briatore, director de Renault, no hay noticias.
Momentos antes de que se abra el pit-lane, Briatore, descubridor del alemán Michael Schumacher y de Alonso, sale de su oficina, baja una escalerilla y se sienta en una mesa. Sus dos pilotos ya están en el box, pero el asunto no va con él.
La atmósfera en el taller es distinta. Cuarenta personas siguen una coreografía mil veces repetida. ¡Vaya trajín! Cada mecánico sabe cuál es su función, cómo realizarla y el momento de abandonar la escena para no estorbar a los demás. A un minuto del inicio de la tanda, todo está listo y dispuesto. De Briatore, ni rastro. "Seguramente asistirá a la sesión de la tarde", aventura Bradley Lord, uno de los responsables de prensa de la escudería.
Semáforo verde: los coches comienzan a desfilar. En Renault tardan un minuto. El encargado de tomar la temperatura de la pista lo comunica por radio. Ambiente: 31 grados. Asfalto: 33. Habla Dave Greenwood, ingeniero de Fisichella. "Giancarlo, ¿estás preparado?". El piloto responde: "Sí, listo". Un estruendo que parte el cuerpo en dos precede al arranque. Una primera vuelta sirve para comprobar el alcance de la radio. Fisichella traza las curvas y las anuncia: "Uno y dos: alto y claro". Greenwood lo repite para cerciorarse de que la comunicación es bidireccional. Tras completar la vuelta, regreso al taller. "Giancarlo, ¿todo va bien?". "Sí, todo listo". Puede que Briatore prefiera ahorrarse los preliminares rutinarios y saque la cabeza cuando los coches estén rodando. Tras una hora de vueltas al circuito, su cabellera blanca aún no ha aparecido.
El tiempo transcurre rápido. Los dos bólidos realizan tandas de no más de diez vueltas. Cuando enfilan los boxes, cada uno practica la parada para los repostajes. Fisichella va largo en alguna ocasión y golpea al técnico que aúpa el morro del coche. Kovalainen clava su posición. A todo esto, a falta de siete minutos para que el ensayo termine, el británico Lewis Hamilton (McLaren) logra el mejor tiempo. Los Renault terminan lejos. Kovalainen, el 14º, a un segundo y medio. Y le sigue en la tabla su compañero.
Termina la sesión y todos parecen tranquilo. Menos Briatore, a quien aún no se ha visto. Acude a mitad de la sesión de la tarde. Cruza el box tranquilo, con las manos a la espalda, mientras los mecánicos colocan neumáticos blandos en el coche de Fisichella y duros en el de Kovalainen. Briatore observa y, tras unos minutos, desaparece. A falta de 30 segundos para terminar el entrenamiento, Fisichella logra el segundo mejor crono, por detrás de Alonso. Kovalainen termina tercero.
Al salir de la sombra, unos aficionados reclaman la atención del director. Briatore saluda y, paseando, vuelve a su oficina.
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