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Crónica:Vela | Copa del América
Crónica
Texto informativo con interpretación

El bautizo de Perico

El Desafío, a la puerta de las semifinales tras imponerse al Shosholoza y al Mascalzone

El Libio se levantó con una cagalera de campeonato. Doreste, con dolor de espalda. Dos bajas en la tripulación española en un día crucial. Porque -y aquí un inciso- los barcos no van solos, los empujan 17 deportistas de la categoría de los Raúles o Kakás, aunque sin sus sueldos. Al Desafío Español se le habían caído de la alineación su Iniesta y su Casillas.

En lugar del estratega Doreste, saltaba al barco Santiago López-Vázquez. No problem: se habían turnado varias veces. Pero el Casillas del equipo, el que mira desde la proa cómo está la situación, Jaime Arbones, el Libio, era reemplazado por Perico Mas, Su bautizo le llegaba en sesión doble y con dos duros: Shosholoza y Mascalzone. Cuatro puntos de oro en juego.

Al filo de la navaja, donde el barco mide centímetros, el menudo Perico, el proa, se hace grande
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El Desafío, rumbo a semifinales

Tieso, sin inmutarse, ejerce de rompeolas Perico Mas. En el filo de la navaja, donde el barco mide centímetros de ancho, el menudo Perico se hace grande y comienza a mandar. Extiende su brazo derecho con señales de "adelante", "despacio", "cuidado". El Desafío Español lucha por hacerse con el mejor lugar de la salida ante Shosholoza. Tres minutos dramáticos en los que se gana o se pierde antes de salir. En los que los dos barcos culebrean y amagan. En esa situación, los ojos del proa son los ojos del barco. Jablonski lleva el timón; detrás tiene al táctico, que le orienta sobre las decisiones, y al navegante, que le dice la velocidad; pero van a ciegas; los ojos son los del proa, hoy los de Perico Mas, que con sus brazos, o con su pinganillo, comunica lo que hay que hacer; más importante aún, comunica qué va a hacer el otro barco instantes antes de que lo haga. "Shosholoza va a virar", "no hay sitio para cruzarse" o un tajante "ahora" para que los 16 de atrás trabajen a la vez. Perico está solo, como un portero al que le van tirando penaltis. Estrasado, a mil por hora en un torbellino de olas y barcos, porque de tanto que se mueven parece que fueran cientos cuando sólo hay dos. La salida es buena, con Shosholoza por delante.

El proa ya puede relajarse. Es el turno de Jablonski, hasta unos minutos antes de llegar a la baliza, cuando Perico, de rodillas, prepare el cambio de velas. Shosholoza llega por delante, pero sólo cinco segundos. Perico empieza a trajinar en menos de un metro cuadrado con olas, velas y ocho cabos (drizas y escotas), colgado de la punta. Desafío sigue por detrás, pero por su mayor velocidad con vientos de 12 nudos le va limando metros al Cocoloza. La desventaja mengua poquito a poquito, ya es sólo de 30 metros; entonces, el caña, el gran Jablonski, ordena la trasluchada, el cambio de rumbo para coger más viento. Trabajo extra para Perico que coloca el tangón. Shosholoza no responde y el Desafío se va, se va, se va...

La misma jugada ocurriría una hora después contra el Mascalzone. Otra vez Perico, haciendo de ojos y de cerebro del barco, adivinando los movimientos de los italianos para no quedar encerrados como en su encuentro anterior. La historia no se repitió. El Desafío salió por detrás, pero con velocidad. Hay regata. También llegan a la primera baliza por detrás (12 segundos y 27 metros), y otra vez, a favor del viento, el Desafío va comiéndose la distancia, otra vez a 30 metros, y otra vez el frío Jablonski, el caña del barco español, ordena la trasluchada. David Vera coloca el tangón junto a Perico, el spi se mueve de lado, se bambolea, pero se vuelve a hinchar. Mascalzone sí que reacciona, acepta el envite y traslucha también, pero falla en la maniobra el proa, que no se llama Perico; se enreda con las drizas, las escotas y el spi no coge fuerza. Mascalzone ha perdido la batalla, pero no la guerra. Se va a un rumbo distinto en busca de mejores vientos, trasluchando una y otra vez, y a otras tantas respondiendo el Desafío a la perfección para colocarse a las puertas de las semifinales.

En la base, al libio Arbones no le impide su descomposición saltar primero al barco y abrazarse al bautizado Perico. "Ésta es la prueba de que somos un equipo", explica el Libio; "sabía que Perico no fallaría. Mil veces hemos hecho igual las mismas maniobras".

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