El Sevilla suda la gloria en Londres
El equipo de Juande Ramos, que llegó a ir ganando 0-2 desde el minuto 7, acabó acorralado por el Tottenham
El Sevilla busca admiración y reconocimiento en el mundo del fútbol. Y no hay mejor sitio que Inglaterra para que un manotazo retumbe como un cañonazo. Los sevillistas lograron la hazaña, tuvieron su épica y la sufrieron como tan sólo se sufre en Inglaterra, el país futbolístico que ha colocado a tres equipos en la Champions League pero que no pudo clasificar finalmente a ninguno en la Copa de la UEFA.
TOTTENHAM 2 - SEVILLA 2
Tottenham: Robinson; Tainio, Dawson, King, Chimbonda; Lennon, Zokora (Defoe, m.,64), Jenas, Malbranque; Keane y Berbatov.
Sevilla: Cobeño; Hinkel, Javi Navarro, Escudé, Puerta; Alves (Renato, m. 54), Poulsen, Martí, Adriano (Aitor Ocio, m. 69); Kanouté y Kerzhakov (Maresca, m. 81).
Goles: 0-1. M. 2. Malbranque, en propia meta. 0-2. M. 7. Kanouté combina con Kerzhakov, regatea a Robinson en su salida y marca a placer. 1-2. M. 65. Defoe despeja con el tacón un disparo lejano de Keane. 2-2. M. Lennon supera la salida de Cobeño.
Árbitro: Konrad Plautz (Austria). Amonestó a Dawson, Chimbonda y Malbranque. Expulsó a Tainio (m. 90).
36.300 espectadores en White Hart Lane.
Los sevillistas querían solucionar por la vía rápida. Una disciplina que les ha granjeado jugosos botines a los largo de las dos últimas temporadas pero que el largo curso, las largas competiciones en las que aún está vivo, había dejado algo romo. Ayer, a los siete minutos había dejado en la cuneta al Tottenham, en el mítico White Hart Lane, además. Primero Malbranque despejó hacia adentro el cabeceo de un córner de Poulsen y poco después Kanouté -el de los pies ligeros, porque ya ni el apelativo del propio Aquiles parece excesivo para este majestuosos delantero de sanger africana- combinó con Kerzhakov haciendo equilibrios sobre la línea de fuera que tiraban Dawson y King, recibió del ruso, se deshizo de Robinson cambiándose el balón de pie como el que cose y lo empujó al fondo de la red lenta pero implacablemente. Este jugador y su juego encarnan la manera en la que se vive el fútbol en el equipo andaluz. Poderío físico, gusto y efectividad.
El equipo de Juande Ramos pegó primero -entre el primer gol y el segundo, por increíble que parezca, hubo tiempo para fallar un oportunidad clamorosa- y controló después. Poulsen marcó su territorio con trenzada autoridad y los clareados de Kanouté, las carreras de Kerzhakov y las subidas de Adriano dibujaban unos dientes de sierra prácticamente insuperables para el catálogo de los londinenses. Adriano, Kerzhakov y el propio Kanouté tuvieron el gol a su alcance Y lo mejor fue que las ocasiones nacieron de rápidas combinaciones, astutos desmarques. Buenas noticias para el Sevilla, blindado por el buen juego defensivo de Puerta y Escudé.
En la primera mitad, el Tottenham en ataque sólo fue Berbatov. Poco antes del primer cuarto de hora, el búlgaro no supo superar a Cobeño y en el 40 lo consiguió pero el balón se fue fuera por poco en la culminación de una jugada de potencia superlativa de Zokora, que corrió más de 60 metros dejando atrás sevillistas como si fueran señales de carretera.
La segunda parte fue bastante distinta. El Tottenham salió al campo acompañado por el cántico incesante de sus aficionados que parecía que les empujaba hacia la portería sevillista lo quisieran o no. Martin Jol le pidió a Lennon que dejara de pegarse con Puerta y que lo intentara por el lado de Hinkel, lo que, de paso, también obligaba a Alves a aventurarse menos en ataque. Y dio con la tecla. Malbranque siguió dándole el mismo resultado nulo, pero Lennon comenzó a dar muestras de lo que vale su trotecillo corto. Y en dos minutos, el conjunto londinense logró empatar el partido, con un par de goles de pelea, nada de obras de arte, que tan sólo anunciaban la necesidad de meter otros dos, pero que el heló la sangre a los sevillistas que comprobaron de primera mano cómo en los estadios ingleses la acústica se merecería un número y hasta el brazalete de capitán de lo mucho que participa en el desarrollo del juego.
Juande Ramos no quería líos y puso a los cinco centrocampistas que tiene en la plantilla junto a Kanouté, al que el dolor en la inserción del pubis había licuado hasta dejar su capacidad de intimidación tan sólo en la talla.
El sufrimiento fue el la última prueba que le exigió el fútbol inglés al Sevilla antes de darle la gloria. El cansancio que lo acompañó puede ser una herencia negativa para futuros compromisos, como la eliminatoria de semfinales ante Osasuna. Pero ésas serán otras hazañas.
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