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Columna
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No deben ser elecciones primarias

En las elecciones municipales hay miles de cuerpos electorales, tantos como municipios, cada uno de los cuales tiene que decidir el sentido de la dirección política de su comunidad para los próximos cuatro años. En este sentido son elecciones locales. Pero al mismo tiempo son elecciones que se celebran simultáneamente en todo el territorio del Estado y, desde este punto de vista, son elecciones generales. Esta es, entre otras, la razón por la que el Tribunal Constitucional consideró que la reserva de Ley Orgánica que figura en la Constitución para el "régimen electoral general" se extendía también a las elecciones municipales.

Para los ciudadanos que participan (y para los que no participan también) en dichas elecciones y que después van a tener que soportar durante cuatro años la acción del gobierno municipal resultante de su decisión, su naturaleza local es lo determinante. Van a tener un buen o un mal gobierno del municipio dependiendo del acierto que hayan tenido a la hora de depositar el voto en la urna. Los ciudadanos son, en última instancia, los responsables de la política que se hace, ya que ellos son los que eligen a quienes van a ser los protagonistas de la vida política municipal. El ejercicio del derecho de sufragio o su no ejercicio es una operación que no carece de riesgos. Tal vez en el terreno municipal más que en casi ningún otro, ya que las decisiones que adoptan los municipios tiene a veces un carácter ejecutivo del que carecen las decisiones de los niveles superiores de gobierno. Por eso es importante ejercer el derecho de manera reflexiva. Es mucho lo que puede estar en juego. Que se lo pregunten, si no, a los ciudadanos de Marbella. No solamente de Marbella, pero creo que se me entiende.

Siendo así, es lamentable que la dimensión general o nacional de las elecciones municipales cobre tanto protagonismo frente a la dimensión local. Porque es lo que está ocurriendo y de manera progresivamente acentuada. Ya se ha empezado a calificar a las próximas elecciones municipales de "primarias" de las elecciones generales del próximo año. Y es posible, por no decir que muy probable, que ello se refleje en la campaña electoral que se está programando por los diferentes partidos y su cobertura por los medios de comunicación, en la que parece que va a resultar decisiva la intervención de las direcciones nacionales de los partidos en la definición de los mensajes que se hacen llegar al electorado así como también la participación de los líderes nacionales en los actos más importantes de la campaña. Parafraseando a Von Clausewitz se podría decir que en España las elecciones municipales es la continuación de las elecciones generales por otros medios. No parece que se esté pensando en 2007, sino en 2008.

Algo parecido, si bien corregido y aumentado, cabe esperar que ocurra una vez que se conozcan los resultados la propia noche del 27 de mayo. Las proyecciones que puedan hacerse de dichos resultados a escala nacional, como prefiguradores o no de una nueva mayoría parlamentaria en 2008, se convertirán en el eje en torno al cual girará el debate político.

Aunque tal vez sea inevitable que así sea, ya que la estructura de los partidos está muy fuertemente jerarquizada, es lamentable que sea así. Los municipios han sido la instancia de gobierno a la que menos atención se le ha prestado y se le sigue prestando en nuestro sistema político. El esfuerzo que hubo que hacer en la transición primero y durante la inicial puesta en marcha de la Constitución después para imponer en la práctica el Estado autonómico, se ha traducido en una falta de atención al nivel municipal de nuestra fórmula de gobierno. Se afirma con frecuencia que los ayuntamientos son muy importantes, pero en la práctica se les presta muy poca atención. Mientras que le damos muchas vueltas a la relación entre el Estado y las comunidades autónomas, casi no discutimos del lugar que tienen que ocupar los municipios en la distribución territorial del poder.

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