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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Miguel Márquez, matador de toros

Torero de dominio y valor, nunca hizo ascos a las corridas duras

Miguel Márquez ha tenido una muerte tan torera como toda su trayectoria profesional. Acababa de lidiar una vaca en la finca de su amigo y apoderado ya fallecido, José María Recondo, y se sintió repentinamente indispuesto, informa Efe. Aunque de inmediato se llamó a una ambulancia, falleció en el trayecto al hospital Punta Europa de Algeciras.

El diestro se entrenaba para actuar el próximo sábado en un festival en beneficio de enfermos de Alzheimer que él mismo organizó y proyectaba institucionalizar. "Pienso torearlo cada año, y así me obligo a mantenerme", había dicho, y para eso estaba en el tentadero con su compañero Antonio José Galán y el hijo de éste, David Galán, que toreará en el festival reses de El Ventorrillo, con Fernando Cámara, Morante de la Puebla, Javier Conde y Salvador Vega.

Márquez tomó la alternativa en 1958, y esa misma temporada llegó a actuar en 101 ocasiones, lo que le supuso encabezar el escalafón. En 1969 tenía contratadas 105 corridas, pero se quedó en 97 por una gravísima cornada sufrida en la feria del Pilar, en Zaragoza: sufrió rotura de la femoral y la safena.

Dotado de buena técnica, fue torero de dominio y de valor, y no desdeñó nunca la oportunidad de medirse con el ganado duro de la época, como los Pablo Romero, Miura y Victorino Martín. Era asimismo una garantía de seguridad en el manejo de la espada.

Su estilo contundente y valeroso se forjó, como entonces era bastante habitual, en las capeas. Dicen que, recordando esos inicios, siempre le gustaba citar la frase del apoderado Juan Flores Camará: "Para ser martillo, es muy importante aprender antes a ser yunque". De ahí la sangre fría exhibida habitualmente por Márquez, y el pundonor con que superaba las cogidas. Quienes le siguieron en su carrera hablan de una enorme disciplina y un conocimiento seguro de los terrenos del toro, lo que convertía a Márquez en excelente lidiador.

Su enorme afición le impedía estar lejos de todo lo que rodea la lidia. Así hasta el final: el pasado viernes asistió a la presentación del proyecto de una nueva plaza en Coín (Málaga), y el 25 de febrero actuó con éxito en un festival celebrado en la localidad malagueña de Estepona.

En los últimos tiempos, la vida le había dado cornadas y alegrías: hace tres meses falleció su mujer, y el día del cumpleaños del diestro (5 de marzo) su hija le dio un nieto.

Miguel Márquez, en 1970.
Miguel Márquez, en 1970.

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