El frío entona al Celta

Al Celta le sienta mejor la competición europea que la Liga. En ésta tiene a la mitad de sus jugadores renqueantes, indolentes; se halla al borde del descenso y a su entrenador se le culpa hasta cuando llueve. Pero en la Copa de la UEFA los de Fernando Vázquez se despiertan, demuestran calidad técnica y, sobre todo -lo más escaso de ver en los últimos meses- ímpetu y esfuerzo. El espléndido partido, ayer, de Canobbio, que en los últimos dos meses ha sesteado como el que más en los choques ligueros, es un ejemplo de esta temporada caprichosa del Celta.

El empate sobre la hierba sintética del Spartak de Moscú insufla aire fresco al cuadro vigués, más pendiente del partido liguero de dentro de dos días ante Osasuna que de concursar por Europa. Esta perspectiva animó a los célticos a jugar mejor, a quitarse el entumecimiento del que han hecho gala en los últimos tiempos. También debieron su juego a la defensa del Spartak, que deja huecos como túneles que tientan a ser traspasados con pases verticales o penetraciones personales.

Se habló durante días de la endeblez de la defensa del conjunto moscovita, pero hasta en eso empató con el gallego, que sigue regalando goles a destajo por fallos muy graves en su retaguardia. Así visto, y habiendo renunciado ambos equipos a trabajar en el medio del campo, el partido parecía un calco de los que se practicaban hace 30 años, cuando las defensas no se preocupaban de destruir y dejaban espacio para el lucimiento de los delanteros. La ocasión estaba diseñada para las habilidades de Canobbio, muy bien apoyado por Núñez y Gustavo López, que trianguló a su gusto con permiso de la zaga de Fedotov. Sin Nené, a quien Vázquez tiene de titular en la Liga, el Celta juega más coordinado. Así, hilvanado, llegó el gol celeste, con un taconazo del uruguayo que completó una pared con López, quien aceleró hasta el último milímetro para dar un pase de la muerte a Núñez, que remató limpiamente ante Khomich. Fue como en un tapete de billar.

El Celta se habría vuelto a casa con una gran ventaja de no haber sido por una falta innecesaria de su problemática defensa que fue sancionada con un tiro directo de Kalynychencko que varió su trayectoria al rozar con la barrera y despistó a Esteban. Los rusos se crecieron entonces, pero la entrada a tiempo de Oubiña y Baiano permitió controlar más el balón hasta el final.