"Siempre tienes que estar al 100%"
Tras ocho años de relación, la sevillana Ester Rodríguez Reina, de 32 años, pedagoga, rompió con su pareja en pleno embarazo. Se sentía sola a pesar de estar acompañada. Hace 21 meses nació su hijo en un parto complejo, "a vida o muerte". Ahora su vida se asemeja a un carrusel donde la felicidad, el agobio, la alegría, el estrés y mil sensaciones más se suceden unas a otras sin interrupción: "Es muy dura la sobrecarga de trabajo y responsabilidad, me genera mucha inseguridad y me planteo continuamente si lo hago bien o mal, si tal o cual cosa será lo mejor para mi hijo".
Para resolver la supervivencia económica y la logística cotidiana, Ester regresó a casa de su madre. Esto le permite seguir trabajando como coordinadora en una empresa de telemárketing y servicios -donde pasa por un escenario de incertidumbre laboral-, saber que su hijo está en las mejores manos y ahorrar para pagar una hipoteca. Resopla en cuanto se le pregunta qué haría sin la ayuda familiar, pero la responsabilidad sobre las decisiones, insiste, recae en exclusiva sobre sus hombros.
El padre del niño, que vive en otra ciudad, le visita dos sábados al mes y aporta 328,50 euros en concepto de pensión alimenticia mensual (128,5 es el coste de la guardería). El acuerdo es entre ambos, sin intervención judicial. Pero si el pequeño se pone enfermo, si tiene fiesta en el centro infantil, si hay que comprarle una mochila o si está insoportable, debe asumirlo en solitario Ester. Lo bueno y lo malo. "Cada vez que voy a hacer algo sin mi hijo me lo planteo mil veces, pienso en quién le llevará al parque si yo voy al gimnasio o que no le voy a dejar para salir con amigos si sólo me tiene a mí".
El tiempo individual es el primer gran sacrificio. Ester ha dejado de hacer deporte y salir con amigos desde que nació su pequeño. "Mi vida se reduce a trabajar y cuidarle, aunque me compensa al 100%", confiesa. También ha tenido que renunciar al malhumor o a la debilidad. No se permite momentos de flaqueza. "Siempre tienes que estar al 100%, física y psicológicamente, tienes que bañarle, tener la ropa perfecta, levantarte por la noche, levantarlo por la mañana, si le añades que no tienes vida personal y social se hace duro".
Por su condición de familia monoparental, Ester logró una plaza para su hijo en una guardería pública. Además percibe la ayuda de 100 euros mensuales que da el Gobierno estatal por cada hijo hasta los tres años. Pero Ester cree que se desatienden los flancos del empleo y la vivienda, que resultan vitales para hogares como el suyo, con un sólo progenitor.
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