La obra de arte del gaucho
Ronaldinho explica que había probado en los entrenamientos la chilena lograda ante el Villarreal
"Yo pensaba controlar el balón para marcar y estaba mirando el defensa viniendo hacia mí. Y me giré para protegerlo y se quedó en una altura perfecta para hacer la chilena y lo intenté..." Y el Camp Nou, ante el gol sublime de Ronaldinho ante el Villarreal, se llevó las manos a la cabeza, lanzó un larguísimo "ooooh" y sacó el pañuelo. Ronaldinho celebró el golazo, más propio de una PlayStation que de un humano, y, casi poseído, corrió hacia la banda mientras el banquillo festejaba la delicia vivida. Nada decidía el gol (era el 4-0) pero fue una obra de arte que Ronaldinho había soñado meter toda su vida.
En su casa, cuando era niño, ensayaba esa tijereta lanzando el balón contra la pared y cayendo sobre su cama, para amortiguar el golpe, empalando la pelota como lo hizo el sábado. Víctor Valdés alzó los brazos cuando el balón entró en la red: hacía tiempo que Ronaldinho entrenaba esa jugada y ya le había batido así en una ocasión, a puerta cerrada. Prueba conseguida. En su repertorio ideal, a Ronaldinho aún le falta un gol: "siempre soñé con marcar uno como el del sábado y otro desde el medio campo", reveló.
Todos los grandes delanteros brasileños que han jugado en el Barça están asociados a un gol: la cola de vaca que Romario le hizo a Alkorta, del Madrid; la chilena de Rivaldo contra el Valencia; el gol en Compostela de Ronaldo y el de ayer, que figurará entre los mejores de los 71 que Ronaldinho (51 en la Liga) ha anotado en el Barça. En su inventario quedan otros goles de bella factura: el de su presentación en el Camp Nou, contra el Sevilla, celebrado con tal potencia que fue captado por los sismógrafos de Barcelona; el del Brondby, cuando lanzó una falta a la escuadra y él mismo recogió el rechace para golear; el gol ante el Milan, tras colarse entre Nesta y Gatusso; los dos ante el Chelsea; la doble galopada en el Bernabéu y tres de este año: el del sábado, el de parábola ante el Levski y el de falta ante el Zaragoza, que lamió el lateral de la red. Otro de los mejores de su vida.
"Esa falta la había probado muchas veces y no es normal que me saliera tan bien. Pero eso es lo que me motiva para entrenar", dijo ayer el gaucho a TV3. De hecho, durante sus vacaciones y para no perder tacto en el golpeo, contrata a niños para que ejerzan de barrera y un viejo amigo, ex portero del Porto Alegre, se pone bajo los palos. En Ronaldinho, no solo la sonrisa delata su estado de forma. Hay otra manera de saber del peligro de las botas del gaúcho. Sucede cuando se siente con fuerza para inventar y entonces se convierte en imparable. Tras un pálido inicio de curso, más flojo que otros años, Ronaldinho se destapó hace dos semanas ante el Zaragoza. No fue por arte de magia: siempre le cuesta alcanzar la forma porque el fondo físico lo logra con los partidos y ya ha jugado 19 de 22. "He trabajado mucho para estar en las mejores condiciones físicas y técnicas", dijo el brasileño que ha perdido tres kilos en quince días. Pichichi con 10 goles, Ronaldinho volvió ante el Zaragoza y el Barça lo agradeció porque, como dicen sus compañeros, les arrastra. "Me alegre verle así porque si con su talento juega con esa fuerza, nos contagia a todos", dice Giuly. "¡No olvides nunca que eres el mejor del mundo!", le recuerda siempre Sylvinho antes de cada partido. El Barça ya ha encadenado cuatro victorias y recuperado su alma. La bestia ha despertado.
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