"Me siento como un jovencito"
Titular en el Sevilla, Palop espera el duelo con el Valencia, donde fue suplente de Cañizares
Jueves lluvioso en Sevilla. Quema el teléfono móvil de Andrés Palop, que vive con entusiasmo su semana grande: mañana sábado su Sevilla recibe a su ex Valencia. Hoy, que se entrena por la tarde, puede comerse un buen arroz de puchero que le ha preparado su madre, de visita en la ciudad hispalense. La familia está encantada. Los dos hijos, de seis y tres años, hablan con acento andaluz en la calle y valenciano en casa. Y aguantan las bromas de algún cachondo conductor de autobús que le hizo canturrear al más pequeño el himno del Betis.
El abuelo, Ramón, explica cómo su hijo pequeño, Andrés, ha dado muchos tumbos por la vida y ha llegado hasta aquí por una enorme constancia. "Sí, siempre tuve la ilusión de jugar desde que empecé en el Villarreal. Hasta el año pasado, el trabajo oscuro que hacía no se podía ver. Y ahora me siento orgulloso: después de todas las trabas, me siento recompensado. Tengo la confianza del club, del entrenador y el equipo está funcionando".
"Tengo una espinita clavada con Morientes, que me hizo dos goles en tres partidos"
Hay que ver entrenarse a Palop, como si le fuera la vida en ello, para entender cómo adora su profesión. "Me gusta mucho el fútbol. Cuando era un chaval y jugaba en la calle, hacía lo mismo. Siempre quería ganar y animaba a mis compañeros. Me tiraba dos horas y, si íbamos perdiendo, me las ingeniaba para alargar el partido media hora más". Una pasión que encaja de perlas con la de la hinchada sevillista. "La gente espera el partido toda la semana. Mis amigos valencianos se quedan impresionados cuando van al Sánchez Pizjuán".
Palop ya ha cumplido 33 años, una edad "magnífica" para un portero. "Me siento muy maduro y preparado. Al no haber disputado muchos partidos [estuvo seis años de suplente de Cañizares], me siento como un jovencito que hubiera comenzado el año pasado. Saboreo cada acción. Se me nota más tranquilo. No tengo ese fuego de antes, cuando parecía acelerado porque, en el Valencia, jugaba con cuentagotas y salía con demasiadas ganas". Por eso le sentarían muy mal aquellas declaraciones de Cañizares, el curso pasado, diciendo que Mora, su reserva en el Valencia, tenía muchos más encuentros en Primera que Palop. "Esas declaraciones se desmontan por sí solas. El fútbol son momentos. Puede haber un portero con 500 partidos y pasar un mal momento. La elegancia está en hablar en el campo, y en poder disfrutar del compañero y de los momentos que has pasado con él. Y no tirar por tierra a una persona que no ha podido jugar cada partido, pero sí ha hecho un trabajo oscuro, que es más duro. Viniendo de él, no me sentó mal porque sé cómo es". ¿Cómo es él? "Pasé años muy bonitos en Valencia, históricos, en los que olvidé casi que era suplente. Pero sí tengo una imagen clavada en la cabeza: cuando saltaba al campo, todos tiraban recto y yo giraba a la izquierda. Y me preguntaba: '¿Cuándo llegará el momento en que pueda seguir recto y no girar?' Ahora salgo y veo a la afición enfrente, el campo lleno, y son momentos espectaculares".
En su año y medio en el Sevilla, en que ha sumado dos títulos -Copa de la UEFA y Supercopa europea- a los cuatro del Valencia -dos Ligas, una UEFA y una Supercopa de Europa-, Palop ha crecido más en lo humano que en lo futbolístico. "Ahora puedo ayudar a mis compañeros con consejos de todo lo que viví en el vestuario de Mestalla". La comparación es inevitable. ¿Se parece este Sevilla al Valencia de Benítez? "Hay una gran similitud. El Valencia ganó la Copa de 1999 y dio un salto. Creció cada año. Y nosotros, ganada la UEFA, nos hemos dado cuenta de que tenemos nivel de Champions". El Sevilla ha cambiado su imagen respecto a la época de Caparrós. "Ha cambiado la filosofía gracias al entrenador [Juande Ramos]. Le gusta tener el balón, crear y atacar. Todos los días practicamos jugadas de finalizar. Benítez estaba más obsesionado con la defensa, por eso fuimos dos años los menos goleados. A Juande le gusta llegar arriba en poco tiempo y con poca gente, porque quiere decir que llegas y finalizas. Creamos muchas ocasiones, dentro y fuera de casa". ¿Y cómo defienden? "Si el rival juega con dos delanteros, el lateral tiene que cerrar para ayudar a los centrales; si juega con un punta, los laterales se abren".
El Sevilla, en efecto, mejora cada curso. "La secretaría técnica está metida en todas las operaciones". Pero sorprende la suplencia de Maresca. "La clave del año pasado fueron los suplentes, que mantuvieron la competencia alta". ¿Y la baja de Navas? "Es un jugador que debemos cuidar, necesita nuestro cariño y sabemos que, cuando está en el campo, nos da mucha verticalidad". Palop, mañana, se mide a muchos amigos y paisanos, pero también al delantero con quien tiene una deuda pendiente. "Tengo una espinita clavada con Morientes: me hizo dos goles en tres partidos".
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