La dificultad de la sencillez
EN OCASIONES, el vertiginoso desarrollo de las nuevas tecnologías deja al usuario desplazado y asombrado frente a máquinas que en vez de simplificarle la vida se la complican. Cada vez más miramos con desconfianza aparatos de uso común, preguntándonos cuántas funciones ocultan detrás de instrucciones cada vez más crípticas y cuándo conseguiremos descubrirlas por pura casualidad. Para intentar salvar esta paradoja el festival Ars Electronica (www.aec.at) convocó su 27ª edición bajo el lema Simplicity, the art of complexity, lema que por el momento sigue siendo más una esperanza que una realidad. La fascinación por el impacto visual y la sofisticación tecnológica predominó en obras de abundante presupuesto, realizadas por artistas apoyados por importantes equipos técnicos y humanos. Siguen alejándose los días que vieron la eclosión de los proyectos de net.art, creados al margen de los grandes centros de arte y las dinámicas de mercado, a veces incluso con viejos ordenadores y conexiones inestables. Proyectos que, a través de la red, permitían la participación de los que a Linz no podrán ir nunca. Ahora para disfrutar del festival hay que ir. Ni siquiera había un ordenador conectado a Canal Accesible de Antoni Abad, cuya presencia en la exposición de los proyectos premiados (abierta en el OK Centrum hasta el 8 de octubre), curiosamente se reduce a textos e imágenes.
El más fiel a la tesis propuesta fue David Cuartielles, el primer curador español del festival, quien organizó un taller-exposición basado en la visualización del proceso creativo de obras creadas a partir de Arduino, una plataforma de hardware para la creación artística, que no requiere conocimientos previos de electrónica, concebida por el propio Cuartielles, Massimo Banzi y Dave Mellis.
Los teléfonos móviles protagonizaron numerosos proyectos y el espacio público se consolidó como uno de los escenarios preferidos por la última generación de artistas digitales. En el gran simposio, convocado para reflexionar sobre el tema de la edición, prácticamente no se mencionó la palabra arte y los especialistas invitados por el director del encuentro, John Maeda, más que definir las nuevas tendencias artísticas, se centraron en el análisis de cómo el diseño de objetos influye en nuestra vida cotidiana.
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