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Prohibido manifestarse

La mano dura del Gobierno de Singapur, conocido por su autoritarismo, se ha infiltrado en la propia organización de la Asamblea Anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, cuyos actos comienzan este fin de semana en la ciudad-Estado asiática.

Las autoridades del micropaís de cuatro millones de habitantes no han levantado la prohibición legal que impide las manifestaciones al aire libre. Eso sí, el centro de convenciones Suntec, sede de la cita, ha reservado un espacio, milimetradamente definido con cinta separadora de filas, para que los representantes de ONG y organizaciones civiles expresen su punto de vista... siempre que cuenten con la pertinente acreditación del FMI y el Banco Mundial. Y no griten demasiado, según rezan las normas elaboradas por las autoridades para la ocasión.

Pero el celo de las autoridades de Singapur ha ido demasiado lejos, ya que han denegado la entrada al país a 28 miembros de organizaciones civiles que habían sido correctamente acreditados. Igualmente, dos activistas de nacionalidad filipina fueron deportados el miércoles tras su llegada a Singapur.

El propio Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, y el director gerente del FMI, Rodrigo Rato, han salido en defensa de los rechazados. Ayer, Wolfowitz declaró que la decisión del Gobierno de Singapur "parece ser un incumplimiento de un acuerdo explícito", según el cual, todos los acreditados a la reunión deberían haber tenido acceso a la misma.

Rato dijo que la presencia de estas organizaciones era importante para las instituciones multilaterales. "Hemos comunicado claramente a las autoridades nuestro compromiso con tener a todo el mundo en Singapur", aseguró.

La UE, a través de la presidencia finlandesa de turno, también pidió el martes a las autoridades de Singapur que reconsideren su decisión y permitan la entrada de esos representantes de la "sociedad civil".

Todo parece indicar, sin embargo, que el Gobierno de Singapur no dará su brazo a torcer. Como reacción, está previsto que algunas ONG, como Oxfam, aun invitadas a los actos, cancelen sus actividades como protesta.

Otras han optado por lanzar sus protestas desde la isla indonesia de Batam, a la que se puede acceder en ferry.

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