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Reportaje:Alemania 2006 | Estados Unidos-República Checa

"Hemos tenido jugadores que eran oficinistas"

Keller, portero de EE UU, apela a la unidad para estar entre los 10 mejores

Es mediodía. Fuera, los perros rastrean una pista en el aire del hotel de Estados Unidos, en pleno centro de Hamburgo. Bruce Arena parece una máscara precolombina con el cuerpo reclinado sobre el respaldo de la silla y los brazos cruzados. El seleccionador del equipo norteamericano mira con una mezcla de inmovilidad en los músculos y sorna en la mirada. "El fútbol en mi país ha crecido, pero sólo en el aspecto profesional. En los colegios se avanza con mucha lentitud", dice regañando al periodista. Casey Keller, con los ojos azules detrás de unas gafitas como las que patentó John Lennon, interviene y desarrolla la contestación de su superior: "Sí que se ha mejorado, aunque siga siendo un deporte marginal". Arena descruza los brazos y se levanta diciendo "adiós" en español.

"Hemos ganado a Brasil y Argentina. No sería milagroso vencer también a los checos"

Keller, de 36 años, es el portero de la selección estadounidense y militó hace años en el Rayo Vallecano. "Muy bien; Rayo, muy bien; Rayo, bueno", comenta ahora sin excesivo entusiasmo, sin conocer muy bien la situación del club y con un vago recuerdo de la fonética española. Vive en Alemania, ha participado en cuatro Mundiales y asegura que la expedición de este año "es la de más calidad y la mejor organizada". Para reforzar su argumento, recuerda que en Italia 90 uno de los jugadores, Jimmy Canna, trabajaba habitualmente en una oficina y "fue diez veces internacional".

"El que muchos futbolistas jueguen fuera es importante, pero aún lo es más el que funcione una Liga estadounidense estable", analiza Keller, que desmenuza elogiosamente toda la estructura montada por Arena en los últimos ocho años: "Desde los utilleros hasta los fisioterapeutas". En opinión del meta, la clave debe ser "el funcionamiento completamente organizado del grupo". Keller no es partidario de la improvisación. "Tenemos que estar muy atentos y ser muy solidarios los unos con los otros", repite elevando un dedo. Todas esas invocaciones al orden tienen una explicación: "No somos de las mejores plantillas, pero sí podemos estar entre los diez mejores conjuntos".

Keller cree que su equipo tiene posibilidades. "Hemos ganado a Brasil, a Argentina", recalca. Y por eso, dice, no cree que sea "milagroso" ganar a la República Checa. "El único objetivo es pasar de fase y para eso no es necesario ganar siempre". Hace números y concluye: "Podemos, incluso, perder un partido y empatar otro y pasar de ronda". El arquero cree en el factor suerte: "Un grupo con fortuna y jugando fatal puede hacer un buen torneo y al revés". Keller es uno de los pesos pesados del vestuario junto a Claudio Reyna. Un jefe que ha vestido en 91 ocasiones la camiseta del equipo y que ha fraguado en estos años una muy estrecha relación con Arena. "Los chicos me hacen caso porque tengo más experiencia", comenta, antes de alabar la flexibilidad de Arena con los horarios: "Yo tengo a mi familia viviendo en Mönchengladbach y puedo acercarme a verlos".

Sobre las enormes medidas de seguridad que rodean al conjunto y que exigen acciones tan insólitas como que cada vez que van en autocar a entrenarse lo tengan que hacer usando un trayecto distinto, Keller reflexiona: "Siempre tenemos problemas con muchos países y eso nos obliga a ser cautelosos". También reconoce que ese necesario control puede ser un poco incómodo para los habitantes de Hamburgo, su ciudad de concentración: "Quiero pedir disculpas por todas las molestias que causa nuestro dispositivo de seguridad y por su ayuda". Sobre los últimos acontecimientos políticos, se acoge a la consigna colectiva: "No voy a hablar de eso".

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