El ojo clínico de Wenger
El director general del Arsenal ha gastado 186 millones de euros en fichajes y ha traspasado por valor de 148
Jens Lehmann, el guardameta germano del Arsenal, cumple apenas su tercera temporada en el club. En ese lapso de tiempo ha custodiado la portería de los gunners con 24 líneas defensivas diferentes. El dato ilustra la profundidad de plantilla del Arsenal y su permanente estado de renovación. Se trata de un fenómeno único en el mundo del fútbol por la eficacia de la balanza entre ingresos y gastos, inversiones y ventas. La empresa ha sido ardua pero ha llevado al club a la final de la Liga de Campeones jugando en el trapecio del mercado de fichajes con un éxito prácticamente garantizado en cada operación. El responsable de la estrategia, Arsène Wenger, se ha hecho cargo personalmente de todos los detalles en cada fichaje. Ha gastado 186 millones de euros en 37 jugadores y ha traspasado 23 en las mejores condiciones para el club, logrando 148 millones. El balance: un gasto de 38 millones de euros en diez años, tres Ligas inglesas cuatro Copas,cuatro Charity Shields, un estadio nuevo y el fútbol más exquisito de Gran Bretaña.
Desde el siglo XIX los hinchas del Arsenal no han visto crecer más rápido su palmarés
Anelka y Overmars costaron dos millones de euros y fueron traspasados por 78
El equipo londinense abrió la Liga de Campeones en septiembre venciendo al Thun. Sólo cuatro jugadores de los que formaron el once inicial en aquel partido fueron también titulares en la victoria del Arsenal sobre el Villarreal en Highbury siete meses después.
Wenger llegó al Arsenal en 1996 sustituyendo al técnico escocés Bruce Rioch pero no aterrizó en Londres como un simple entrenador. Lo hizo para liderar un ambicioso proyecto basado en su olfato para reclutar buenos futbolistas. Diez años después el Arsenal ha engordado su palmarés al mayor ritmo que jamás han conocido sus hinchas desde el siglo XIX.
En ese camino Wenger no quería formar un equipo de estrellas consagradas con fecha de caducidad, sino que su gestión en el club se alargara de forma indefinida en un ejercicio de evolución constante. Así lo revelan las cifras: más de cien jugadores han pasado por la primera plantilla del Arsenal en la última década, en un proceso de selección natural avalado por el técnico francés.
Wenger afiló su instinto para detectar jóvenes valores en su primer trabajo como técnico, en la Academia Juvenil del Estrasburgo, cuando recorría cientos de kilómetros en coche para ver en acción a las jóvenes promesas que quería captar. Su espíritu curioso, un acentuado afán pedagógico y su compromiso con un juego que poco tiene que ver con los cánones más antediluvianos del fútbol británico ha llevado a Wenger a recorrer medio mundo buscando jugadores preferentemente jóvenes y con mucho margen de evolución. El proceso selectivo del Arsenal, tan discreto como eficiente, no se basa solo en el visionado de jugadores por vídeo, como se estila en muchas secretarías técnicas europeas. Wenger prefiere el trato directo aunque ello le suponga viajar por medio mundo. El técnico galo se entrevistó personalmente con los padres de Cesc Fábregas en 2003 para convencerles de que el mejor futuro para su hijo estaba en Londres y no en Barcelona. Cuando el Arsenal se planteó el fichaje de Reyes en 2003 varios emisarios de Wenger ya le habían seguido durante meses en cada entrenamiento para evaluar el comportamiento del jugador.
"En el Arsenal somos muy cuidadosos con la actitud de los jóvenes. Y no miramos su pasaporte. Las diferencias entre países son ahora menores que hace 20 años. Todos miramos las mismas películas y escuchamos la misma música. Ya no hay un choque cultural. Se puede vivir en Londres en un barrio lleno de estudiantes españoles", mantiene Wenger. Respaldado por la fe ciega que le mantienen los directivos del Arsenal, que jamás le han discutido un fichaje, el técnico ha conseguido enrolar en su proyecto a futbolistas prometedores que acabaron explotando en Highbury.
Rescató a Henry y a Vieira del ostracismo que vivían en el fútbol italiano. Viajó a Brasil para descubrir a Edu o a Gilberto Silva. Apuntó a su propio país para fichar a precio de ganga a gente como Anelka, Petit, Wiltord, o Pires que ofrecieron un excelente rendimiento en la Premier.
Los ejemplos de Anelka y Overmars revelan su forma de hacer plantillas. En su primera temporada en Highbury, Wenger reclutó a Anelka por 730.000 euros y a Overmars por un millón. Vendió al francés tres años después por más de 38 millones al Madrid. A Overmars lo traspasó al año siguiente por 40 millones. El beneficio neto de la operación ascendió a 76 millones de euros. Una maravilla financiera que puso los ojos como platos a muchos presidentes, sobre todo a Florentino Pérez. El dimisionario mandatario madridista acribilló a Wenger con ofertas. Pero el francés no le hizo caso.
Wenger firmó acuerdos de colaboración con clubes de Costa de Marfil o con el Beveren belga, de donde procede el flamante lateral Eboue. Y también Wenger está muy atento a los pequeños secretos del mercado internacional: Clychy, Touré, Hleb y otros versátiles jugadores llegaron a Londres en los últimos años con la carta de libertad, igual que Cesc Fabregas.
Theo Walcott es su última carta fuerte. Es un delantero de 17 años convocado por el seleccionador de Inglaterra, Sven Goran Eriksson, para el próximo mundial. Lo extraordinario es que Walcott todavía no ha disputado ni un solo minuto con el primer equipo del Arsenal. Es, sencillamente, la última apuesta de futuro de un técnico sagaz y marcado por el buen gusto a la hora de elegir a sus pupilos.
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