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Crónica:Fútbol | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ronaldinho encumbra al Barça

El equipo azulgrana hace valer su calidad y oficio y elimina al Chelsea tras un magnífico partido decantado por el gol del brasileño

Ramon Besa

Adiós, Chelsea; que zurzan a Mourinho, y larga vida al Barça de Ronaldinho. Así de contento se puso el Camp Nou cuando el Barça alcanzó los cuartos de la Champions a costa del equipo que le discutía su manera de entender el juego. Fue el Barcelona el plantel más hermoso, como es su costumbre, y también el más eficaz, contrariamente a cuanto se decía en Londres, así que no hay litigio que valga. Los azulgrana ganaron la eliminatoria en Stamford Bridge con su juego de claqué y la defendieron en el Camp Nou con las tablas de la ley dispuestas por el mismo Chelsea, que se quedó con la palabra en la boca, el dinero en el bolsillo y su juego en el callejón del córner, el escenario en que acostumbra a desventrar a los rivales.

BARCELONA 1 - CHELSEA 1

Barcelona: Víctor Valdés; Oleguer, Márquez, Puyol, Van Bronckhorst; Deco, Edmilson, Motta; Messi (Larsson, m. 23) , Eto'o y Ronaldinho.

Chelsea: Cech; Paulo Ferreira, Carvalho, Terry, Gallas; Makelele, Lampard; Joe Cole (Huth, m. 82), Robben, Duff (Gudjohnsen, m. 58); Drogba (Crespo, m. 58) y Robben.

Goles: 1-0. M. 78. Ronaldinho recibe un pase de Eto'o en la frontal del área grande, se mete entre cuatro defensas y remata por bajo y ajustado al palo. 1-1. M. 92. Lampard trasforma un penalti con el que árbitro castiga una entrada de Gio Van Bronckhorst a Terry.

Árbitro: Markus Merk (Alemania). Amonestó a Joe Cole, Motta y Puyol, que no podrá jugar el próximo partido por acumulación de tarjetas.

Camp Nou. 98.436 espectadores.

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Mourinho claudicó incluso con el árbitro de su parte, como se apreció en el penalti que cerró la ronda, circunstancia que compromete seriamente su discurso. La única razón de ser del Chelsea han sido las jugadas a balón parado, nada que ver con la filosofía del Barcelona, superior en campo abierto y cerrado, como ocurrió ayer, cuando neutralizó a su adversario hasta negarle para después abatirle con el gatillo del fenómeno Ronaldinho. El mejor jugador del mundo coronó la excelente organización defensiva del equipo, que ayer alcanzó su mayoría de edad por la dificultad del torneo, la exigencia del contrario y la pesadilla que supuso medirse de nuevo con el Chelsea. Agotador.

Aunque con jugadores distintos, la vuelta discurrió igual que la ida, y en el descanso el partido continuaba igual de abrochado que el de Stamford Bridge. No se contaron más de cinco remates a portería por ningún córner, signo inequívoco del pánico que provocaban las jugadas de estrategia, a veces determinantes en partidos que se deciden por detalles. Pese a que la alineación era sorprendentemente ofensiva, con hasta cuatro jugadores de ataque (Duff, Robben, Cole y Drogba), el Chelsea funcionaba mejor defensivamente. Muy locuaz en la sala de prensa, le costó siempre atacar en el campo.

Rijkaard repitió alineación y procuró también que le saliera el mismo partido que en Londres. No pudo porque Messi se lesionó pronto, sin que mediara entrada alguna, y el Barça perdió capacidad de intimidación porque el argentino siempre obliga al equipo a ir a por el partido. Otra cosa es Ronaldinho. El brasileño es un jugador distinto, divertido, capaz de llenar el encuentro más aburrido con cualquiera de sus gestos técnicos. A veces incluso resulta barroco. La retirada de Messi obligó a Ronaldinho a asumir una mayor responsabilidad, marcar las diferencias, resolver el contencioso. No le fue fácil porque el Chelsea le reducía de manera sobresaliente. A Ronaldinho, sin embargo, no le importó esperar porque nadie como el gaucho sabe cuándo es el momento de poner punto final al partido.

Aunque el marcador jugaba en su contra, los blues parecían asumir el dominio escénico, más que nada porque cuesta reconocer al Barça cuando ocupa su campo por más racional que sea su disposición. El partido era un duelo físico, táctico, de un gran desgaste psicológico, nada que ver con el fútbol que agrada a los barcelonistas, que supieron jugarle muy bien al líder inglés.

La respuesta del Barça, sin embargo, fue estupenda, muy meritoria por la categoría del encuentro y la competitividad del rival. Al Chelsea le cuesta ganarse ocasiones de gol porque no elabora el juego, vive de los errores del contrario, circunstancia que depara partidos de una tremenda tensión y carga emocional. Ante un partido tan delicado, el comportamiento azulgrana fue excelente, prueba inequívoca de su madurez futbolística. Muy bien armado, el Barça no dio ni una opción al Chelsea.

Los ingleses no sacaron ni un punto de ventaja de los duelos que se suponían equilibrados. Puyol, Márquez, Deco, Edmilson y Motta, la línea dura del Barça, aguantaron a pie firme el despliegue inglés. Aguardó el Barça su ocasión con un temple exquisito. Paciente e inteligente, no cometió ni un error y dejó que el encuentro se fuera consumiendo sin mayor novedad, ni sobresalto, como si nada, Igualada la contienda, el resultado quedó a expensas de los jugadores que marcan las diferencias. Y no hay otro como Ronaldinho.

El brasileño apareció en el instante preciso, cuando el partido estaba maduro, en el minuto que un gol tiene un efecto disuasorio. Ronaldinho caracoleó hasta alcanzar el balcón del área y remató a la red de fábula. Un golazo que bastaba para resolver el encuentro y la eliminatoria por mucho que el árbitro le regalara al Chelsea un penalti que, a fin de cuentas, sólo sirvió para dejar en evidencia a Mourinho. El Barça negó al Chelsea con su propio yugo y le eliminó con su jugador bandera: el mago Ronaldinho.

Ronaldinho corre a celebrar su gol mientras Cech permanece en el suelo.
Ronaldinho corre a celebrar su gol mientras Cech permanece en el suelo.MARCEL·LÍ SÁENZ

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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