Los 'warrants' son la inversión de moda
Los expertos recuerdan que se trata de instrumentos de riesgo que comparten características con los derivados
Desde 2003, el mercado de warrants vive en plena euforia. En los dos últimos años, el volumen de efectivo negociado ha crecido un 40%, impulsado por la buena marcha de la renta variable y la relativamente baja volatilidad del mercado español. Los inversores particulares se han animado a incorporar a sus carteras un producto rentable pero no exento de riesgos.
A finales de 2005 se había negociado un efectivo de este tipo de productos equivalente a 2.212 millones de euros, el 16% más que en 2004
El ejercicio pasado fue un año récord en todos los mercados financieros españoles y el de warrants no fue menos. A finales de 2005, se había negociado un efectivo de este tipo de productos equivalente a 2.212 millones de euros, un 16% más que en 2004. Por primera vez se superó en este mercado el techo de los 2.000 millones de euros negociados. La clara tendencia alcista que se mantuvo prácticamente a lo largo del año y la moderamente baja volatilidad fueron los dos factores que facilitaron la gestión de los warrants y aumentaron su atractivo entre los inversores particulares.
Y eso que se trata de un producto relativamente reciente en el mercado español. Las primeras emisiones se lanzaron en 1995 para clientes institucionales. Tres años más tarde, dos bancos extranjeros, Société Générale (SG) y Citibank, lanzaron las primeras emisiones para el cliente particular. Hoy, el mercado de warrants está en manos de un puñado de emisores. SG es el operador dominante, con una cuota del volumen negociado a finales del año pasado del 52,11%, seguido de Grupo Santander, con un pedazo de la tarta del, 33,06%. A gran distancia se encuentran el BBVA, con un 9,28%, Commerzbank, con un 3,26%, Bankinter, con un 1,49%, y Banesto, con un 0,82%.
Como productos de inversión, los warrants son equivalentes a las opciones: son instrucmentos que conceden el derecho, pero no la obligación, de comprar o vender un determinado activo a un precio predeterminado. La diferencia con las opciones es que el emisor de warrants adquiere el compromiso de darles liquidez y debe designar un market maker o creador de mercado, un operador que se obliga a cotizar precios de compra y venta sobre esos warrants. "Ésto los hace más accesibles a los pequeños inversores", señala Adrián Juliá, director del Departamento de Productos Cotizados de SG.
Según Juliá, el inversor en warrants suele ser un buen conocedor de la Bolsa, pero que busca un producto de más rentabilidad y con un poco más de riesgo que las acciones normales. Juliá recuerda que los warrants son productos con un vencimiento, lo que significa que el inversor puede perder toda su inversión. Es decir, todo el dinero que haya destinado para pagar la prima. Juliá insiste en la convenciencia de que los inversores pongan límites a las pérdidas que están dispuestos a asumir (medianta las llamadas medidas de stop loss, acuerdos que permiten que, una vez que las pérdidas de una posición llegan a un cierto límite, ésta se cierra).
El riesgo de los warrants nace del hecho de que se revalorizan más que proporcionalmente respecto al activo subyacente. Es decir, si éste sube un 100%, el warrant lo hará por encima del 100%.
Pero si el activo subyacente baja un 100%, el warrant bajará proporcionalmente más. "No es un producto de ahorro, sino de inversión, y puede acabar valiendo cero", insiste Juliá. ¿Por qué? Porque el valor de un warrant depende de la diferencia entre el precio de ejercicio (precio preestablecido al que se tiene el derecho de comprar o vender) y el que tenga en cada momento el activo subyacente. Por ejemplo, si un warrant concede el derecho de comprar un activo a 50 unidades porque el inversor apostaba por una subida del activo subyacente, pero éste, en un momento dado cae por debajo de esas 50 unidades, el warrant pierde todo su valor económico porque podrá adquirir el subyacente más barato en el mercado. Se dice, al igual que suce en el mercado de opciones, que el warrant está out of the money.
Lentes de aumento
En el BBVA definen el uso de warrants como una forma de "invertir con lentes de aumento". Es decir, permiten al inversor beneficiarse de la revalorización de un activo con menos inversión de la que necesitaría si comprase directamente el activo. Por ejemplo, puede optar por comprar una acción por 10 euros que se revaloriza un 10%. Pero también podría haber comprado un warrant sobre esa acción con una inversión mucho menor (sólo tendría que haber pagado la prima), pero aún haberse beneficiado de ese mismo incremento proporcional del 10%. Los expertos en warrants del BBVA consideran que no se debe destinar a estos instrumentos más del 15% del efectivo del que se disponga para invertir.
El boom en España ha venido de la mano de la tendencia alcista de la renta variable. Otra circunstancia que impulsó el augeque ha experimentado este mercado en los úlitmos años ha sido su incorporación, en noviembre de 2002, al Sistema de Interconexión Bursátil (SIBE), la plataforma informática de negociación que comunica las cuatro plazas españolas (Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao). "A partir de ese momento aumentó mucho la transparencia de estos productos y la gente los empezó a incorporar a sus carteras", señala Juliá.
Activos subyacentes
A finales del año pasado, el mercado español ofrecía unas 1.300 emisiones de warrants sobre unos 50 activos subyacentes. Durante el pasado ejercicio, 10 de ellos acapararon el 85% del volumen negociado: las acciones de los blue chips españoles (Teléfónica, Repsol YPF, BBVA, Endesa y Santander, que son las mayores compañías cotizadas), el índice Ibex 35 español y los extranjeros DAX y Stoxx 50, así como las acciones de Nokia e Inditex fueron los instrumentos preferidos para referenciar emisiones.
El inversor que compra warrants busca una rentabilidad a corto plazo. El plazo de las emisiones más frecuente suele ser de nueve meses. Sin embargo, el volumen de negociación se suele concentrar en aquéllas que se encuentran a dos o tres meses de su fecha de expiración. ¿La razón? Por debajo de los dos meses, esa "lente de aumento" es mayor, y el warrant pasa, muy bruscamente, de un día para otro en ocasiones, de tener valor a no tenerlo. Es decir, su riesgo es mayor. Por el contrario, si el plazo de vencimiento del warrant se encuentra a más de tres meses vista, la prima que hay que pagar por garantizar un precio de compra (en el caso de un call warrant) o de venta (en el caso de un put warrant) de un activo es mayor, por lo que pierde atractivo para el pequeño inversor. El año pasado, los inversores prefirieron los call warrant (derecho a comprar un activo), decisión coherente con la tendencia alcista del mercado.
Rodrigo Manero, responsable de warrants del Grupo Santander, cree que es peligroso entrar en este mercado sin suficiente información. "Existe el riesgo de pensar que es una acción y no lo es: es una apuesta sobre una acción", señala. Según Manero, es preciso considerar un warrant como una inversión con una triple dimensión: la tendencia alcista o bajista del activo, la volatilidad del mismo y el tiempo que resta hasta el vencimiento de la emisión. Y es que los expertos insisten: un warrant es un activo que se negocia como una acción, pero no deja de ser un derivado.
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