"Los niños son unos espectadores muy exigentes"
Teatro Encrucijada dio sus primeros pasos en 1982, funcionó profesionalmente y se separó. Veinte años después, diez de sus componentes decidieron reunirse para funcionar como grupo de aficionados. Jesucristo Superstar fue el primer fruto de esta segunda etapa y en la actualidad representan otro musical, El libro de la selva. Unas 50 personas se han involucrado desinteresadamente en una producción dirigida por Carmen Reoyo (Gallarta, 1963), cuyos beneficios se destinarán a la Fundación Síndrome de Down del País Vasco.
Pregunta. ¿Cómo es su Libro de la selva?
Respuesta. He intentado que sea divertido, doblemente entretenido para que los padres que llevan a los niños se lo pasen bien con gags que pille el adulto y no coja el niño. Y hemos compuesto canciones nuevas.
P. Han dicho que buscan ofrecer un montaje "colorista y lleno de magia". ¿Cómo se logra?
R. Con muchas cosas. El espectáculo es un viaje, el de Mowgli desde la selva hasta la aldea del hombre, y conseguimos que haya un viaje. No hay muchos elementos escenográficos, pero se desplazan, se transforman, y las luces y el vestuario juegan un papel importantísimo.
P. ¿El público nota que no son profesionales?
R. Creo que no. Se le engaña. Hay tantas cosas donde fijar tu atención, que no estás a decir "éste qué mal interpreta" o "éste qué mal dice eso". La gente no se lo plantea, porque ocurren muchas cosas al mismo tiempo. Además, los niños son el público más exigente, porque si no les gusta no les mantienes en la butaca. Son muy exigentes como espectadores.
P. Encrucijada es una asociación sin ánimo de lucro. ¿Eso no está reñido con el arte?
R. No, es algo muy unido al arte.
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