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Reportaje:BALONCESTO | NBA

El invisible 'Mister Consistencia'

Brand hace de los Clippers los sorprendentes líderes del Pacífico

Desde su llegada a la NBA, en la que entró por la puerta grande tras ser elegido en la primera posición del draft por los Bulls de Chicago, Elton Brand (Peekskill, Nueva York; 1979) ha seguido los pasos necesarios para ser invisible. Sin dejarse llevar por atuendos llamativos, lo de implantar un código de vestimenta no iba con él. No lleva ningún tatuaje porque teme que, si lo hiciera, se arrepentiría cuando alcanzara los 65 años. Vive en un piso de dos habitaciones del centro de Los Ángeles cuando podría hacerlo en Beverly Hills o en las playas de Malibú. Nunca ha salido de su boca una queja sobre sus equipos, y eso que ha jugado en algunos horrorosos, ni sobre ninguno de sus compañeros. Definitivamente, es el prototipo de baloncestista de perfil bajo, un trabajador obseso que habla en el campo a base de grandes actuaciones. No fue por nada que en el vestuario de los Clippers de Los Ángeles le hayan apodado Mister Consistencia gracias a sus números, los de un ala-pívot pequeño -2,03 metros, 115 kilogramos- dentro de los parámetros de la NBA: en sus primeras seis temporadas, ha tenido un promedio de 20 puntos, 10 rebotes y dos tapones por partido, unas estadísticas que le deberían alzar al altar si no fuera porque es el mejor jugador desconocido de Estados Unidos.

Brand saltó a la NBA tras dos años en la Universidad de Duke, el Imperio del Mal del baloncesto estudiantil, una versión en miniatura de los Yankees de Nueva York, que reclutan a los mejores jugadores de los institutos año tras año con el único reclamo de jugar a los ordenes de Mike Krzyzewski. El ya legendario entrenador, al que la selección estadounidense ha recurrido con vistas al próximo Campeonato del Mundo y los Juegos Olímpicos de Pekín, encontró en Brand un jugador a la medida de su cuadro.

A los 18 años ya mostraba una madurez y un conocimiento del juego impropios en un adolescente. Gracias a su inteligencia, su poderío físico, su larguísima envergadura y sus almohadas como manos, Brand, un toro en el poste bajo, se imponía con una facilidad pasmosa a jugadores mucho mas altos. Ya por entonces, el chico tímido y educado que no levantaba la voz ni ante la peor de las circunstancias, pintaba para superestrella. Pero, tras dos campañas con los Bulls, su director deportivo, Jerry Krause, llegó a la conclusión de que un jugador de 20 puntos y 10 rebotes por partido no era el idóneo para construir una franquicia alrededor de él si además no era un líder. Efectivamente, Brand nunca se ha caracterizado por ser gritón, demagogo o buscapleitos. Así que le mandó a los Clippers, una de las peores franquicias, el extremo opuesto a la universidad de Duke, a cambio de Tyson Chandler en 2001.

Más de cuatro temporadas después del canje y tras un mes y medio de campeonato, Brand promedia 25 puntos y 11 rebotes por partido, unos números similares a los que realiza Tim Duncan, el actual jugador más valioso (MVP) de la Liga.

Tras jugar sólo un partido de las estrellas, y como sustituto de Shaquille O'Neal, lesionado, en 2002, Brand, que, por lo general, es un optimista patológico, no se pone como objetivo el All-Star de Houston. Tras disfrutar únicamente de 177 victorias en sus seis años de carrera -Duncan, por ejemplo, ha ganado 359 partidos de la fase inicial en el mismo tiempo-, parece por fin verse rodeado de un equipo competitivo, los Clippers, los sorprendentes líderes de la División del Pacífico en la Conferencia Oeste.

Todavía queda ver al Brand de abril y mayo. El que debería responder bajo la presión de las eliminatorias finales con números similares a los que, temporada a temporada, han ido engordando sus estadísticas. Por ahora, los Clippers, sus Clippers, andan por el buen camino. Hasta entonces seguirá siendo invisible.

Brand lanza a canasta.
Brand lanza a canasta.REUTERS

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